En la familia la religión es un poder admirable. La conducta del esposo hacia la esposa y de ésta para con él puede ser de tal carácter que hará de la vida en el hogar una preparación para ingresar en la familia del cielo. 1Carta 57, 1902.
Los corazones que están henchidos del amor de Cristo no pueden separarse mucho. La religión es amor, y el hogar cristiano es un lugar donde el amor reina y halla expresión en palabras y actos de bondad servicial y gentil cortesía.2 Testimonies for the Church 5:335.
Se necesita religión en el hogar. Únicamente ella puede impedir los graves males que con tanta frecuencia amargan la vida conyugal. Únicamente donde reina Cristo puede haber amor profundo, verdadero y abnegado. Entonces las almas quedarán unidas, y las dos vidas se fusionarán en armonía. Los ángeles de Dios serán huéspedes del hogar, y sus santas vigilias santificarán la cámara nupcial. Quedará desterrada la degradante sensualidad. Los pensamientos serán dirigidos hacia arriba, hacia Dios; y a él ascenderá la devoción del corazón.3 Joyas de los Testimonios 2:119, 120.
En toda familia donde Cristo more, se manifestará tierno interés y amor mutuo; no un amor espasmódico que se exprese sólo en caricias, sino un amor profundo y permanente.4 The Review and Herald, 2 de febrero de 1886.
El Hogar Cristiano, p.81.
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