16 julio, 2017
500 AÑOS DE LA REFORMA ¿Qué queda de aquello?
Como todos sabemos, este año 2017 se conmemora ni más ni menos que medio milenio desde que se produjo la reforma protestante de 1517. Para ser justo, las 95 tesis que osadamente Martin Lutero clavó en la catedral de Wittemberg, Alemania; fue la corona de un fermento teológico que había comenzado ya con muchos otros hermanos que previamente habían elevado la autoridad de las escrituras por sobre las tradiciones y dogmas de la iglesia de Roma. Tan solo recordemos a Juan Huss de Praga o Girolamo Savonarola en Italia. Ambos del siglo XV.
A quinientos años de la memorable proclamación de aquella protesta pública en contra de la corrupción de la iglesia de Roma, cabe preguntarnos ¿qué queda de aquello? Ciertamente esta pregunta surge a partir de observar los hechos que hace décadas vienen aconteciendo en el seno de la cristiandad evangélica; cuyo apellido de “protestante” hace tiempo que ha pasado a ser solo un término romántico y nada más. Hoy la iglesia evangélica ha olvidado la esencia de la reforma, y esto, aun cuando se jacta en medio de “bombos y platillos” de ser “heredera” de la reforma.
Sin mayores preámbulos, este artículo apunta a descubrir como la brecha irreconciliable que se abrió a partir de la reforma, entre el catolicismo romano y los verdaderos cristianos, cada vez se hace más corta y casi imperceptible. El ecumenismo en todas su formas de propagación, ha tenido tanto éxito, que ha logrado que los evangélicos luteranos, wesleyanos, presbiterianos, metodistas, etc., otrora llamados “protestantes”, ahora se estén tomando de la mano con la madre de las rameras (Apoc. 17 y 18), como dicen, para “trabajar juntos”. El lenguaje de los actuales líderes ha ido cambiando radicalmente, y su manera de actuar también. Lutero catalogaba clara y vehementemente a la curia católica, como una organización apostata y anti cristiana. De la misma forma, el predicador inglés Spurgeon, y tantos otros afirmaban categóricamente que la iglesia católica era la ramera del apocalipsis. Pero hoy vemos que las cosas han cambiado y que ya no es así como los heraldos reformadores lo hicieron.
Los luteranos han traicionado a “su mentor” y han firmado un acuerdo de dialogo con Roma encabezado por el actual papa Francisco, y todo, en el marco de la “celebración de los 500 años de la reforma”. Evidentemente muchas otras iglesias siguen la misma tónica. Es el ecumenismo que avanza con su agenda final rumbo al gobierno global del anticristo; donde obviamente se necesita una sola religión mundial.
Nos ha llamado mucho la atención como han emergido predicadores, movimientos y coaliciones que están haciendo esfuerzos para acortar más y más la brecha entre católicos y evangélicos. Las nuevas generaciones, ya no llevan en sus mentes la impronta de protestantes, con la cual fuimos formados los que llevamos un largo tiempo en el evangelio. Ahora los jóvenes, no ven nada malo en que optemos por el dialogo y la “apertura de mente” frente al mundo católico. Es más, se llega a decir, que la iglesia católica es una iglesia cristiana, pero con algunas diferencias. Esta clase de declaraciones son más frecuentes cada día, y al contrario, aquellos que afirmamos que Roma es la ramera del apocalipsis y que la iglesia católica es la madre de todas las abominaciones de la tierra, vamos quedando cada vez menos.
Como todos sabemos, este año 2017 se conmemora ni más ni menos que medio milenio desde que se produjo la reforma protestante de 1517. Para ser justo, las 95 tesis que osadamente Martin Lutero clavó en la catedral de Wittemberg, Alemania; fue la corona de un fermento teológico que había comenzado ya con muchos otros hermanos que previamente habían elevado la autoridad de las escrituras por sobre las tradiciones y dogmas de la iglesia de Roma. Tan solo recordemos a Juan Huss de Praga o Girolamo Savonarola en Italia. Ambos del siglo XV.
A quinientos años de la memorable proclamación de aquella protesta pública en contra de la corrupción de la iglesia de Roma, cabe preguntarnos ¿qué queda de aquello? Ciertamente esta pregunta surge a partir de observar los hechos que hace décadas vienen aconteciendo en el seno de la cristiandad evangélica; cuyo apellido de “protestante” hace tiempo que ha pasado a ser solo un término romántico y nada más. Hoy la iglesia evangélica ha olvidado la esencia de la reforma, y esto, aun cuando se jacta en medio de “bombos y platillos” de ser “heredera” de la reforma.
Sin mayores preámbulos, este artículo apunta a descubrir como la brecha irreconciliable que se abrió a partir de la reforma, entre el catolicismo romano y los verdaderos cristianos, cada vez se hace más corta y casi imperceptible. El ecumenismo en todas su formas de propagación, ha tenido tanto éxito, que ha logrado que los evangélicos luteranos, wesleyanos, presbiterianos, metodistas, etc., otrora llamados “protestantes”, ahora se estén tomando de la mano con la madre de las rameras (Apoc. 17 y 18), como dicen, para “trabajar juntos”. El lenguaje de los actuales líderes ha ido cambiando radicalmente, y su manera de actuar también. Lutero catalogaba clara y vehementemente a la curia católica, como una organización apostata y anti cristiana. De la misma forma, el predicador inglés Spurgeon, y tantos otros afirmaban categóricamente que la iglesia católica era la ramera del apocalipsis. Pero hoy vemos que las cosas han cambiado y que ya no es así como los heraldos reformadores lo hicieron.
Los luteranos han traicionado a “su mentor” y han firmado un acuerdo de dialogo con Roma encabezado por el actual papa Francisco, y todo, en el marco de la “celebración de los 500 años de la reforma”. Evidentemente muchas otras iglesias siguen la misma tónica. Es el ecumenismo que avanza con su agenda final rumbo al gobierno global del anticristo; donde obviamente se necesita una sola religión mundial.
Nos ha llamado mucho la atención como han emergido predicadores, movimientos y coaliciones que están haciendo esfuerzos para acortar más y más la brecha entre católicos y evangélicos. Las nuevas generaciones, ya no llevan en sus mentes la impronta de protestantes, con la cual fuimos formados los que llevamos un largo tiempo en el evangelio. Ahora los jóvenes, no ven nada malo en que optemos por el dialogo y la “apertura de mente” frente al mundo católico. Es más, se llega a decir, que la iglesia católica es una iglesia cristiana, pero con algunas diferencias. Esta clase de declaraciones son más frecuentes cada día, y al contrario, aquellos que afirmamos que Roma es la ramera del apocalipsis y que la iglesia católica es la madre de todas las abominaciones de la tierra, vamos quedando cada vez menos.
NUEVA REFORMA DEL SIGLO XXI : LA UNIDAD
Nos enteramos que la Iglesia bautista Internacional (IBI) de República Dominicana liderada por el Dr. Miguel Núñez, impartió un seminario llamado “Católicos & Evangélicos – Diferencias y similitudes” (https://www.laibi.org/crece/clases-y-charlas/67-catolicos-evangelicos-diferencias-y-similitudes)
Lo que aparentemente podría ser una serie de clases informativas y de advertencia hacia el pueblo de Dios; al observar su contenido y el tenor de su exposición, lamentablemente entre declaraciones imprecisas, ambiguas y enseñanza más académica que teológica y bíblica, la conclusión y el sabor que dejan estas conferencias es que la iglesia católica es, en efecto una iglesia cristiana, pero con diferencias.
Pero la cruda realidad indica que eso no es así. La iglesia católica es un sistema político – religioso con intereses de dominio terrenal. Sus enseñanzas, sus dogmas, sus tradiciones, su liturgia, su sistema cultual y su sacerdocio, son parte de un cúmulo que configura una doctrina herética y contraria a La Palabra de Dios. Y es eso lo que debe ser enseñado a los nuevos discípulos. Con justa razón Dios dice categóricamente: “Salid de ella, pueblo mío, para que no seáis partícipes de sus pecados” Apocalipsis 18:4
Muchos líderes evangélicos prominentes de la actualidad, y que convocan a multitudes, especialmente jóvenes, han reemplazado el lenguaje lacerante y cismático de los reformadores, por uno más solidario, inclusivo y “civilizado”.
Por ejemplo, Sugel Michelen, pastor en República Dominicana declaró: “cuidado hermanos con levantar paredes doctrinales tan altas que no nos permitan darle la mano a hermanos verdaderos que están al otro lado de las paredes. Entonces levantemos paredes doctrinales, pero no las levantemos tan altas” (conferencia “Caminamos Por Una Senda Marcada”’-Temuco Chile junio de 2015 https://evangelioprimitivo.blogspot.cl/2015/09/sugel-michelen-y-su-opinion-sobre-las.html). Como Ud. puede ver, estas declaraciones tienen una alta porción de verdad, pero peligrosamente una mínima dosis de ambigüedad y sutileza que arruina todo. Ese es el problema cuando los predicadores y “doctores” de la actualidad hablan por su propia cuenta.
Es el lenguaje relativo que NO separa de manera clara y precisa, la legitima unidad del cuerpo de Cristo, a la cual estamos todos llamados a ser solícitos (Efesios 4:3), con la unidad que promueve el ecumenismo. Al final de este tipo de conferencias los asistentes se van con el mensaje de elevar más la unidad por sobre la doctrina. Eso para ellos es la base de la madurez cristiana.
Por su parte, el Dr. Miguel Núñez pastor en República Dominicana, también ha dicho: “…cuando se toma una doctrina que es de tercer grado y la coloco en el lugar de doctrinas de primera categoría, entonces termino en un legalismo. Tomemos el rapto de la Iglesia como ejemplo: que si va a ser al principio, en el medio, o después del período de la tribulación, o incluso si va a ocurrir. Esta es una doctrina de tercer grado, y no forma parte de la columna vertebral de la fe cristiana”. Esta enseñanza del Dr. Núñez también apunta sutilmente a elevar la unidad por sobre la doctrina. http://integridadysabiduria.org/errores-a-evitar-en-el-ejercicio-del-discernimiento-espiritual/
Pero debemos reconocer que la gran influencia en Latino América en fomentar la unidad por sobre los “muros doctrinales”, la ha ejercido el Dr. Albert Molher, director del seminario teológico de bautistas del sur en USA, quien ha enseñado que hay doctrinas de primero, segundo, tercer grado, etc.; enseñanza conocida como su “triaje teológico”. Con esta metodología humanista, se puede lograr “la unidad” más allá de las diferencias doctrinales.
Predicadores de la talla de John Piper, Tim Keller, Mart Chandler, David Platt, entre muchos otros, ya han evidenciado su inclinación a acercarse a Roma y tomar la mano de la curia. Muchos de estos líderes han sido influenciados a través del vínculo con el predicador norteamericano Rick Warren quien con su proyecto de paz (P.E.A.C.E.) está fomentando la unidad por sobre la doctrina.
Tim Keller dice que la iglesia católica es la iglesia cristiana más influyente el mundo, John Piper dice que espera “un papa (en la iglesia católica) que esté dispuesto a reformar la iglesia”, y por su parte Al Mohler dice:
“En los últimos años los católicos romanos y los evangélicos han hecho causa común en el ámbito político, uniendo fuerzas en luchas sobre el tema del aborto, la homosexualidad, etc. Estos esfuerzos conjuntos han reunido a los líderes de ambas partes que nunca habían trabajado juntos anteriormente. Amistades personales se han formado, y, como consecuencia, las diferencias doctrinales graves han empezado a ser minimizado. Dado que existe un acuerdo sobre algunas cuestiones sociales, y dado que estas cuestiones son tan importantes en la vida de los Estados Unidos de hoy, muchos de los líderes de ambas partes están dispuestas a minimizar los conflictos doctrinales con el argumento de que tenemos que cooperar para “salvar América”
http://indefenseofthegospel.blogspot.cl/2009/12/al-mohler-signs-tmd-tolerance.html
Finalmente, me hago la misma pregunta a 500 años de la reforma protestante. ¿Qué queda de aquello? Ciertamente la respuesta y la paz reposa en la sagrada escritura. Cristo dijo:
“El cielo y la tierra pasarán, pero mis palabras no pasarán” Mateo 24:35
“…sea Dios veraz, y todo hombre mentiroso” Romanos 3:4
Que la gracia de nuestro Señor y Salvador Jesucristo nos ayude a entender los tiempos difíciles y peligrosos que estamos viviendo. Que así sea, amén.
PEL 07/2017
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