El Presidente necesita romper la racha de malas noticias que amenazan con ensombrecer su campaña.
Hay malas rachas que cuando empiezan parecen no tener fin, y la que lleva el presidente Barack Obama parece ser de las largas. El mandatario lleva ya más de una semana encadenando noticias negativas y lo último que le faltaba era que su secretario de Comercio se hiciera famoso por un accidente automovilístico. Desde luego, la Casa Blanca necesita una limpia de malos espíritus.
Aún no se sabe qué le pasó al secretario John Bryson, quien fue encontrado inconsciente al volante de su vehículo tras chocar con dos autos en diferentes puntos de Los Ángeles. Aparentemente sufrió algún tipo de trastorno cerebral, pero en este punto no está claro qué sucedió.
Este episodio protagonizado por una de las figuras menos conocidas de la Administración Obama posiblemente se quedará en una anécdota, pero subraya la onda negativa que rodea al Presidente desde que se hicieron públicas hace más de una semana las pobres cifras de desempleo de mayo, que supusieron un retroceso en el frágil proceso de recuperación de la economía.
A eso se sumó el fracaso de los demócratas y los sindicatos en el intento de revocar el mandato del gobernador de Wisconsin, Scott Walker, quien favorece unas políticas económicas diatrialmente opuestas a las de Obama y es partidario de estrangular a las administraciones públicas.
Por si fuera poco, en su intento de cambiar el foco del debate económico, el mismo Obama cometió el error de decir que "el sector privado va bien", una frase que chirría y es fácil caricaturizar, más allá de que el Presidente la dijera en el contexto de comparar el empleo privado con el público, que ha experimentado un drástico descenso en los últimos años a causa de los problemas presupuestarios de los gobiernos locales y estatales.
Tampoco da tregua la crisis fiscal en Europa, que sigue lastrando el crecimiento mundial y es una potencial bomba financiera que puede causar lesiones graves a las economías del mundo, y la de EE.UU. en particular.
Pese al acuerdo para rescatar los bancos españoles, la tormenta europea no amaina y se puede encabritar si las nuevas elecciones en Grecia dan un resultado que desequilibre el euro.
Más allá de la responsabilidad o no de Obama en estas situaciones, el peligro para su reelección es que esta cascada abra una espiral negativa que alimente los argumentos de su rival republicano, Mitt Romney, de que el mandatario se ha visto superado por las circunstancias y ha perdido el rumbo.
Por eso, no estaría de más que uno de los asesores de la Casa Blanca busque algún tipo de ayuda extraterrenal que abra las ventanas y haga salir las negras influencias. Si preguntan, hasta les podemos recomendar alguna botánica.
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