El papa Benedicto XVI
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Noticias AP | ACTUALIZADO 12.12.2010 - 10:49 pm
CIUDAD DEL VATICANO — No es un banco común y corriente: Los cajeros automáticos tienen mensajes en latín y los sacerdotes disponen de una entrada privada. De sus paredes cuelga un retrato de tamaño natural del papa Benedicto XVI.
Sin embargo, el Instituto para Obras Religiosas es un banco y ahora es blanco de una nueva investigación en un caso que involucra acusaciones de lavado de dinero que llevaron a la policía a incautarse de 23 millones de euros (30 millones de dólares) en activos del Vaticano en septiembre.
Los críticos dicen que el caso demuestra que el "Banco del Vaticano" nunca ha perdido su gusto por el secreto y el escándalo.
El Vaticano ha calificado al decomiso de activos como un "malentendido" y ha expresado su confianza de que será absuelto rápidamente, pero los fiscales dicen en documentos judiciales que el Banco del Vaticano hizo caso omiso deliberadamente de las leyes antilavado "con el fin de ocultar la propiedad, el destino y el origen del capital".
Los documentos también revelan sospechas de los investigadores de que el clero pudo haber actuado como fachada para empresarios corruptos y para la Mafia.
Los documentos identifican dos operaciones que no fueron reportadas: una en 2009 que implicó el uso de un nombre falso y otra en 2010 en la que el Banco del Vaticano retiró 650.000 euros (860.000 dólares) de una cuenta bancaria italiana, pero hicieron caso omiso a las peticiones de otros bancos a revelar a dónde se dirigía el dinero.
Las nuevas acusaciones de irregularidades financieras no podían haber llegado en peor momento para el Vaticano, ya golpeado por revelaciones de que protegió a sacerdotes pederastas. La investigación de corrupción ha dado nuevas esperanzas a los supervivientes del Holocausto que intentaron sin éxito entablar una demanda en Estados Unidos, alegando que buena parte del botín nazi fue almacenado en el Banco del Vaticano.
Sin embargo, el escándalo no es el primero para el banco de siglos de antigüedad. En 1986, un asesor financiero del Vaticano murió después de tomar café con cianuro en la cárcel. Otro fue encontrado colgando de una soga bajo el puente Blackfriars de Londres en 1982, con sus bolsillos llenos de piedras y billetes.
Los incidentes ensuciaron la reputación del banco, creó sospechas de vínculos con la mafia y le costó al Vaticano cientos de millones de dólares en enfrentamientos legales con las autoridades italianas.
El 21 de septiembre, las autoridades financieras confiscaron los activos de una cuenta del Banco del Vaticano en la sucursal de Credito Artigiano SpA en Roma. Los investigadores explicaron que el Vaticano se abstuvo de aportar información sobre el origen o el destino de los fondos, conforme a la ley italiana.
La mayor parte del dinero, 20 millones de euros (26 millones de dólares), estaba destinado a JP Morgan en Francfort y el resto a Banca del Fucino.
En otro caso, las autoridades financieras en Sicilia anunciaron a finales de octubre el descubrimiento de una operación de lavado de dinero en la que estuvo involucrada una cuenta del Banco del Vaticano de un sacerdote en Roma cuyo tío fue condenado por asociación ilícita.
Las autoridades afirman que el padre del sacerdote le envió unos 250.000 euros —obtenidos ilegalmente del gobierno regional de Sicilia para una empresa de cultivo de peces— como una "donación caritativa". El dinero fue enviado entonces de regreso a Sicilia desde una cuenta del Banco del Vaticano mediante una serie de operaciones de banca electrónica a fin de hacerlo difícil de rastrear.
La fiscalía indicó en documentos judiciales el mes pasado que aunque el banco ha expresado su voluntad de cumplir con las normas internacionales, "no hay ninguna señal de que las instituciones de la Iglesia Católica se estén moviendo en esa dirección". Agregó que su investigación se topó con "exactamente lo contrario".
Las aguas legales son turbias debido a la condición especial del Vaticano como un estado independiente dentro de Italia. Esta vez los investigadores italianos fueron capaces de actuar contra el Banco del Vaticano porque el Banco de Italia lo clasifica como una institución financiera extranjera que opera en Italia.
Sin embargo, en uno de los escándalos de 1980, los fiscales no pudieron detener al entonces director del banco y arzobispo estadounidense Paul Marcinkus, porque el máximo tribunal italiano resolvió que tenía inmunidad.
Marcinkus, quien murió en 2006 y siempre se proclamó inocente, fue la inspiración para el personaje del arzobispo Gilday en la cinta "El Padrino III", de Francis Ford Coppola.
Gianluigi Nuzzi, autor del libro "Vaticano SpA", que en 2009 esbozó los negocios turbios del banco, dijo que desconfía del Vaticano cuando dice que ahora sí actuará limpiamente. "Después de los grandes escándalos anteriores, dijeron 'vamos a cambiar' y no lo hicieron. Ha sucedido muchas veces", afirmó.
La lista de los titulares de cuentas del banco es un secreto, aunque sus funcionarios han dicho que incluye entre 40.000 y 45.000, entre congregaciones religiosas, el clero, funcionarios del Vaticano y laicos relacionados con el Vaticano.
El Banco del Vaticano fue fundado en 1942 por el Papa Pío XII para administrar los activos destinados a obras religiosas o de beneficencia.
En los escándalos de hace dos décadas, el financista siciliano Michele Sindona fue nombrado por el Papa para gestionar las inversiones extranjeras del Vaticano. También trajo a Roberto Calvi, un banquero católico en el norte de Italia.
El imperio bancario de Sindona se desplomó a mediados de la década de 1970, cuando fueron revelados sus vínculos con la Mafia, que lo mandaron a la cárcel y a su muerte con café envenenado. Calvi heredó su puesto.
Calvi dirigió el Banco Ambrosiano, que se derrumbó en 1982 en medio de uno de los casos de fraude más grandes de Italia, tras la desaparición de 1.300 millones de dólares en préstamos que el banco hizo a empresas fantasma en América Latina. El Vaticano había proporcionado cartas de crédito para los préstamos.
Calvi fue hallado poco tiempo después colgando de un andamiaje del puente Blackfriars, con sus bolsillos cargados con cinco kilos (11 libras) de piedras y ladrillos y 11.700 dólares en billetes de varios países.
Después de un dictamen inicial de suicidio, se entablaron cargos de asesinato contra cinco personas, incluyendo una figura importante de la Mafia, pero todos fueron absueltos después de un juicio.
Aunque el banco del Vaticano negó haber hecho algo malo, acordó pagar 250 millones de dólares a los acreedores del banco Ambrosiano.
Tanto el caso de Calvi como el de Sindona siguen sin resolverse.
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