Fina Millán-Hita
En la última hoja dominical el cadenal arzobispo de Barcelona, en referencia directa a la apertura de comercios en domingo, expresa su preocupación por la libre apertura generalizada de comercios, que - según sus palabras - acabaría violando el derecho al descanso.
"El matrimonio y la familia son instituciones capitales para el bien de las personas de la sociedad misma", continúa el arzobispo, y defiende que "la familia necesita de unas determinadas condiciones para formarse y sobre todo para estabilizarse en términos positivos, y una de estas condiciones es la de disponer del tiempo suficiente para convivir y crecer en el amor y la ayuda mutua". "El domingo es para todos los ciudadanos un día importante de reposo, de alegría y de solidaridad (...). Las razones económicas y el progreso técnico, no siempre supeditado a un progreso auténtico de la persona humana y del bien común, no nos han de conducir a la pérdida del valor riquísimo del descanso dominical, que tiene una larguísima tradición en nuestra cultura". Coincido con el señor cardenal
Pero no olvido que la configuración de la sociedad actual requiere en determinados momentos algunas facilidades para esas mismas familias que deseamos proteger. Al mismo tiempo que soy firme defensora de que los domingos no abran algunos comercios, lo soy de que las iglesias de Barcelona permanezcan abiertas durante más tiempo, para favorecer ese espacio de silencio y recogimiento que facilite el encuentro con Dios, se sea cristiano o no.
No deja de ser un contrasentido que los comerciantes tengan tanto celo por su "negocio", y los cristianos seamos tan poco "espléndidos" y magnánimos en lo que al culto se refiere.
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