Autor: Gustavo Daniel D´Apice, Bachiller en Teología (UCA)
Para lograr la unidad en una sola Iglesia visible, el ecumenismo reúne a los cristianos para orar juntos
Ecumenismo: diálogo y oración
El ecumenismo es ese movimiento en el cual todo bautizado está inmerso, que busca la unidad entre las diversas Iglesias cristianas, ya que comparten la misma fe en la Santísima Trinidad, tienen a Jesús como Rey y Señor de sus vidas, el Bautismo como sacramento de la justificación cristiana que nos hace hijos de Dios y entrar a formar parte de la Iglesia, la Sagrada Escritura (La Biblia) como libro revelado por Dios.
Incluso, entre muchos de ellos, cristianos de distintas denominaciones, “hermanos separados”, pero hermanos al fin, hay cierta comunión en los sacramentos. Las Iglesias cristianas ortodoxa y católica poseen los mismos sacramentos válidos, y en ausencia de Iglesia o ministro de su denominación, pueden solicitarlos al ministro de la otra Iglesia con plena libertad.
Con las distintas Iglesias cristianas de occidente, se tiene por lo general como válido el Bautismo, llegando incluso a convenios entre la Iglesia Católica (por medio del Pontificio Consejo para la Unidad de los Cristianos) y las diversas Iglesias cristianas Evangélicas, agrupadas en el Consejo Mundial de Iglesias Evangélicas, para no repetirlo en caso de que se haya efectuado válidamente, es decir, con agua, en el nombre de la Santísima Trinidad y teniendo a Jesús como Salvador. Incluso pueden recibir algún otro sacramento si tienen “fe católica” en ellos. A esto se lo llama comunión “in sacris” (en lo sagrado, en las cosas santas). Quieren hacerse eco del pedido de Jesús en Jn. 17, 21: “Que todos sean uno, para que el mundo crea”: católicos, evangélicos, anglicanos, ortodoxos, orientales, bautistas, metodistas, luteranos, calvinistas, hermanos libres, algunas iglesias pentecostales, etc., no son de distinta religión: Todos ellos son cristianos, y buscan constituirse en una sola Iglesia Visible de Jesucristo.
Para lograr la unidad en una sola Iglesia visible, el ecumenismo reúne a los cristianos para orar juntos, teniendo a Jesús como Único y Eterno Sacerdote, mediador entre Dios y los hombres. Leen y estudian juntos la Biblia. Realizan apostolados de caridad que surgen de la presencia del Espíritu de Jesús en medio de ellos. Se alegran de los elementos que los unen.
También los teólogos y pastores cristianos se reúnen para determinar las circunstancias históricas que causaron heridas en la unidad, para observar la realidad de las cosas que parece separarlos, muchas veces por errores mutuos de interpretación, otras por falta de caridad recíproca, otras porque falló el espíritu de oración, y muchas más. Por lo que queda mucho por orar, estudiar, amar.
Y requiere, además, este esfuerzo cristiano de unidad, una conversión constante, para ser fieles al espíritu del Evangelio y a las enseñanzas de Jesús, aceptando al otro, cristiano de distinta denominación, como es, sin despreciarlo ni desestimarlo porque piensa o profesa su fe de manera distinta, u ora de otra forma. Sino, estaríamos generando una nueva especie de marginados o excluidos: Los que no creen como yo, los que se vinculan con Jesús de manera distinta, aún teniendo muchos elementos de fe cristiana en común. (CEC 820-822)
Debemos, los hermanos cristianos, “separados” por ahora, conocernos recíprocamente, sin temor, en forma fraterna, compartiendo momentos de oración, dialogando en el Amor del Señor, colaborando en el servicio caritativo hacia los demás; y formarnos ecuménicamente, tanto los fieles como los pastores, presbíteros y diáconos de las Iglesias.
Recuerdo a mi Profesor de Biblia, el presbítero Luis Rivas, quien revisa la edición de la Biblia del “Libro del Pueblo de Dios”, que actualmente se utiliza para las lecturas de la Palabra de Dios en las celebraciones litúrgicas católicas, en la carrera de Teología de la Pontificia Universidad Católica, que solía decir en las reuniones ecuménicas que, leyendo el Nuevo Testamento, había más diferencias en la forma de vivir su cristianismo en las comunidades de la Iglesia cristiana primitiva, que entre las diferentes denominaciones cristianas de la Iglesia de hoy. Y no andaban separados, ni cada uno siguiendo su propio camino, sino que conservaban la comunión y la unidad entre ellos.
Otro hecho alentador es que, entre la Iglesia católica y otras Iglesias cristianas, se leen, meditan y proclaman, las mismas lecturas bíblicas para cada día.
En el hemisferio norte, hay una semana de oración por la unidad de los cristianos en torno a la fiesta de San Pablo.
En el hemisferio sur, en torno a la Solemnidad de Pentecostés.
Esperemos que siga dando fruto abundante.
El ecumenismo es ese movimiento en el cual todo bautizado está inmerso, que busca la unidad entre las diversas Iglesias cristianas, ya que comparten la misma fe en la Santísima Trinidad, tienen a Jesús como Rey y Señor de sus vidas, el Bautismo como sacramento de la justificación cristiana que nos hace hijos de Dios y entrar a formar parte de la Iglesia, la Sagrada Escritura (La Biblia) como libro revelado por Dios.
Incluso, entre muchos de ellos, cristianos de distintas denominaciones, “hermanos separados”, pero hermanos al fin, hay cierta comunión en los sacramentos. Las Iglesias cristianas ortodoxa y católica poseen los mismos sacramentos válidos, y en ausencia de Iglesia o ministro de su denominación, pueden solicitarlos al ministro de la otra Iglesia con plena libertad.
Con las distintas Iglesias cristianas de occidente, se tiene por lo general como válido el Bautismo, llegando incluso a convenios entre la Iglesia Católica (por medio del Pontificio Consejo para la Unidad de los Cristianos) y las diversas Iglesias cristianas Evangélicas, agrupadas en el Consejo Mundial de Iglesias Evangélicas, para no repetirlo en caso de que se haya efectuado válidamente, es decir, con agua, en el nombre de la Santísima Trinidad y teniendo a Jesús como Salvador. Incluso pueden recibir algún otro sacramento si tienen “fe católica” en ellos. A esto se lo llama comunión “in sacris” (en lo sagrado, en las cosas santas). Quieren hacerse eco del pedido de Jesús en Jn. 17, 21: “Que todos sean uno, para que el mundo crea”: católicos, evangélicos, anglicanos, ortodoxos, orientales, bautistas, metodistas, luteranos, calvinistas, hermanos libres, algunas iglesias pentecostales, etc., no son de distinta religión: Todos ellos son cristianos, y buscan constituirse en una sola Iglesia Visible de Jesucristo.
Para lograr la unidad en una sola Iglesia visible, el ecumenismo reúne a los cristianos para orar juntos, teniendo a Jesús como Único y Eterno Sacerdote, mediador entre Dios y los hombres. Leen y estudian juntos la Biblia. Realizan apostolados de caridad que surgen de la presencia del Espíritu de Jesús en medio de ellos. Se alegran de los elementos que los unen.
También los teólogos y pastores cristianos se reúnen para determinar las circunstancias históricas que causaron heridas en la unidad, para observar la realidad de las cosas que parece separarlos, muchas veces por errores mutuos de interpretación, otras por falta de caridad recíproca, otras porque falló el espíritu de oración, y muchas más. Por lo que queda mucho por orar, estudiar, amar.
Y requiere, además, este esfuerzo cristiano de unidad, una conversión constante, para ser fieles al espíritu del Evangelio y a las enseñanzas de Jesús, aceptando al otro, cristiano de distinta denominación, como es, sin despreciarlo ni desestimarlo porque piensa o profesa su fe de manera distinta, u ora de otra forma. Sino, estaríamos generando una nueva especie de marginados o excluidos: Los que no creen como yo, los que se vinculan con Jesús de manera distinta, aún teniendo muchos elementos de fe cristiana en común. (CEC 820-822)
Debemos, los hermanos cristianos, “separados” por ahora, conocernos recíprocamente, sin temor, en forma fraterna, compartiendo momentos de oración, dialogando en el Amor del Señor, colaborando en el servicio caritativo hacia los demás; y formarnos ecuménicamente, tanto los fieles como los pastores, presbíteros y diáconos de las Iglesias.
Recuerdo a mi Profesor de Biblia, el presbítero Luis Rivas, quien revisa la edición de la Biblia del “Libro del Pueblo de Dios”, que actualmente se utiliza para las lecturas de la Palabra de Dios en las celebraciones litúrgicas católicas, en la carrera de Teología de la Pontificia Universidad Católica, que solía decir en las reuniones ecuménicas que, leyendo el Nuevo Testamento, había más diferencias en la forma de vivir su cristianismo en las comunidades de la Iglesia cristiana primitiva, que entre las diferentes denominaciones cristianas de la Iglesia de hoy. Y no andaban separados, ni cada uno siguiendo su propio camino, sino que conservaban la comunión y la unidad entre ellos.
Otro hecho alentador es que, entre la Iglesia católica y otras Iglesias cristianas, se leen, meditan y proclaman, las mismas lecturas bíblicas para cada día.
En el hemisferio norte, hay una semana de oración por la unidad de los cristianos en torno a la fiesta de San Pablo.
En el hemisferio sur, en torno a la Solemnidad de Pentecostés.
Esperemos que siga dando fruto abundante.
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