*Testimonios para la Iglesia 2:702-705 (1871). (Del cap. titulado: “Responsables de la luz.”)
Cuando el sábado comienza debemos ponernos en guardia, velar sobre nuestros actos y palabras, no sea que robemos a Dios, dedicando a nuestro uso el tiempo que pertenece estrictamente al Señor. No debemos hacer ni permitir que nuestros hijos hagan trabajo alguno para ganarse la vida, ni cosa alguna que podría haberse hecho durante los seis días hábiles.
El viernes es el día de preparación. Entonces puede dedicarse tiempo a los preparativos necesarios para el sábado, y a pensar y conversar acerca de ello. Nada de lo que a los ojos del cielo será considerado como violación del santo sábado debe dejarse para ser dicho o hecho en sábado. Dios requiere no sólo que evitemos el trabajo físico en sábado, sino que disciplinemos nuestra mente para que se espacie en temas sagrados. Se infringe virtualmente el cuarto mandamiento al conversar de cosas mundanales, o al dedicarse a una conversación liviana y trivial. El hablar de cualquier cosa o de todo lo que acude a la mente, es pronunciar nuestras propias palabras. Toda desviación de lo recto nos pone en servidumbre y condenación.
Hno. P***, Vd. debe disciplinarse para discernir el carácter sagrado del sábado del cuarto mandamiento, debe trabajar para elevar la norma en su familia, y en cualquier lugar donde, por su ejemplo, la haya rebajado entre el pueblo de Dios. Debe contrarrestar la influencia que ha ejercido al respecto, y cambiar sus palabras y acciones. Vd. ha dejado con frecuencia de acordarse “del día del reposo, para santificarlo;” se ha olvidado de él muchas veces para pronunciar sus propias palabras en el día santificado de Dios. Ha sido descuidado, y en el sábado
ha participado con personas no consagradas en conversaciones con respecto a los temas comunes del día, como las ganancias y pérdidas, los ganados, las cosechas y las provisiones. En esto, su ejemplo perjudica a su influencia. Debe reformarse.
Los que no son plenamente convertidos a la verdad permiten con frecuencia que sus mentes se espacien libremente en negocios mundanales, y aunque descansan del trabajo físico en sábado, su lengua expresa lo que tienen en la mente; de ahí sus palabras acerca de sus ganados, las cosechas y las pérdidas y ganancias. Todo esto es violar el sábado. Si la mente se espacia en asuntos mundanales, la lengua lo revelará; porque de la abundancia del corazón habla la boca.
Cuando el sábado comienza debemos ponernos en guardia, velar sobre nuestros actos y palabras, no sea que robemos a Dios, dedicando a nuestro uso el tiempo que pertenece estrictamente al Señor. No debemos hacer ni permitir que nuestros hijos hagan trabajo alguno para ganarse la vida, ni cosa alguna que podría haberse hecho durante los seis días hábiles.
El viernes es el día de preparación. Entonces puede dedicarse tiempo a los preparativos necesarios para el sábado, y a pensar y conversar acerca de ello. Nada de lo que a los ojos del cielo será considerado como violación del santo sábado debe dejarse para ser dicho o hecho en sábado. Dios requiere no sólo que evitemos el trabajo físico en sábado, sino que disciplinemos nuestra mente para que se espacie en temas sagrados. Se infringe virtualmente el cuarto mandamiento al conversar de cosas mundanales, o al dedicarse a una conversación liviana y trivial. El hablar de cualquier cosa o de todo lo que acude a la mente, es pronunciar nuestras propias palabras. Toda desviación de lo recto nos pone en servidumbre y condenación.
Hno. P***, Vd. debe disciplinarse para discernir el carácter sagrado del sábado del cuarto mandamiento, debe trabajar para elevar la norma en su familia, y en cualquier lugar donde, por su ejemplo, la haya rebajado entre el pueblo de Dios. Debe contrarrestar la influencia que ha ejercido al respecto, y cambiar sus palabras y acciones. Vd. ha dejado con frecuencia de acordarse “del día del reposo, para santificarlo;” se ha olvidado de él muchas veces para pronunciar sus propias palabras en el día santificado de Dios. Ha sido descuidado, y en el sábado
ha participado con personas no consagradas en conversaciones con respecto a los temas comunes del día, como las ganancias y pérdidas, los ganados, las cosechas y las provisiones. En esto, su ejemplo perjudica a su influencia. Debe reformarse.
Los que no son plenamente convertidos a la verdad permiten con frecuencia que sus mentes se espacien libremente en negocios mundanales, y aunque descansan del trabajo físico en sábado, su lengua expresa lo que tienen en la mente; de ahí sus palabras acerca de sus ganados, las cosechas y las pérdidas y ganancias. Todo esto es violar el sábado. Si la mente se espacia en asuntos mundanales, la lengua lo revelará; porque de la abundancia del corazón habla la boca.
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