Thursday, June 5, 2014

EL DIÁLOGO ENTRE JESUITAS Y MASONES





Gottfried Gabriel José Findel (1828-1905) maestro masón, autor de "Freimaurerei und Jesuitismus. Eine Zeitbetrachtung"


En la larga polémica entre masones y jesuitas, que con tanta virulencia antijesuítica aborda el ex sacerdote y masón Segismundo Pey i Ordeix (Jesuitas y Masones, [Barcelona, 1932]), se observa que el enfrentamiento dialéctico tiene lugar no entre la masonería y la Compañía de Jesús sino entre la masonería y el jesuitismo, con toda la carga peyorativa del término, en obras que van desde la serenidad de Josef Gabriel Findel (Freimaurerei und Jesuitismus. Eine Zeitbetrachtung [Leipzig, 1891]) y A. Pages (La Franc-Maçonnerie et le Jésuitisme [París, 1879]) a la exaltación antijesuítica del también ex sacerdote y masón Matías Usero Torrente (Dos ideales opuestos: Jesuitismo y Masonería [Valencia, 1932]).

En el siglo XVIII, que se caracterizó por la presencia de más de 5.000 sacerdotes católicos como miembros activos de las logias europeas (José A. Ferrer Benimeli, Le clergé francmaçon pendant le XVIII siecle [Bruselas, 1977]), la polémica es en torno a dos mitos igualmente falsos vividos en la época con gran intensidad: el masónico que creía que los jesuitas se habían infiltrado en la masonería para manipularla a favor del pretendiente inglés Jacobo; y el jesuítico, especialmente entre los jesuitas expulsos en Italia, quienes a raíz de la Revolución Francesa configuraron el mito de los masones identificados con los jacobinos y los iluminados de Baviera cuyo único fin era atacar a la religión, los gobiernos y las monarquías. Ninguno de los dos mitos «complotistas» tiene el más mínimo valor histórico. La polémica se amplía y complica en el siglo XIX con el resurgir del anticlericalismo laico, masónico y librepensador de los países latinos especialmente dirigido contra el jesuitismo en el que tuvo un especial protagonismo la prensa masónica antijesuítica y la jesuítica antimasónica. En este último caso La Civiltà Cattolica sirve de punto de referencia. Anticlericalismo con tres episodios significativos: la mixtificación de Taxil, la cuestión romana y el concilio antimasónico de Trento.

Sin embargo, el siglo XX ha sido testigo de un cambio de actitud especialmente a partir del Vaticano II (J. A. Ferrer Benimeli, La masonería después del Concilio [Barcelona, 1968]). El diálogo establecido por parte de cualificados masones y de algunos jesuitas de Italia, Francia, Bélgica, España, Brasil, Canadá, Alemania, Estados Unidos…, especialmente preocupados por el problema ha llevado a un mejor conocimiento y comprensión mutua dirigidos a intentar esclarecer y resolver un problema secular.

Aunque a nivel institucional no se hayan experimentado cambios notables, sí los ha habido a niveles más particulares en un intento de llegar a análisis más serenos y desapasionados, basados en un mejor y más profundo conocimiento de la historia. Así habría que citar, entre otros, a Hermann J. Gruber, uno de los primeros en desenmascarar los embustes de Taxil (Leo Txil´s Palladismus-Roman; oder Die «Enthüllungen» Dr. «Bataille´s», Margiotta´s und Miss Vaughan´s über Freimaurerei und Satanismus, kritisch beleuchtet, Berlín, 1897-1898), quien, más tarde, propiciaría en Aquisgrán un encuentro (1928) de católicos con autoridades masónicas, que fue el punto de partida de futuras tentativas de aproximación y comprensión entre sectores de la Iglesia católica y de la masonería.

En Francia desde 1934, Joseph Berteloot, a través de la revista Études y de su amistad con el masón e historiador Albert Lantoine, quien a sus instancias escribió su célebre Lettre au Souverain Pontife (París, 1937), propugnó un acercamiento fruto del cual fueron sus obras La Franc-Maçonnerie et l´Église Catholique. Perspectives de pacification (París, 1947); Les Francs-Maçon. Souvenirs d´une amitié (Paris, 1952). Otro jesuita, Victor Dillard, estableció contacto en Vichy, durante la ocupación nazi, con varios masones. Entre ellos, Lehman, Yves Marsaudon y el conde de Foy, los tres miembros del Supremo Consejo de Francia del Rito escocés antiguo y aceptado. En el plano de la amistad más sincera, organizaron un grupo de «libres-penseurs et libres-croyants», como lo llamaban en la intimidad con una expresión no carente de fino humorismo. Su finalidad tendía a reunir a todos los hombres de buena voluntad. Dillard asistía con regularidad a estos coloquios, a los que no faltaban numerosos francmasones y simpatizantes. Pero en 1943, la Gestapo denunció a Lehman, que era judío, y fue deportado a Dachau. Quince días después siguió el mismo camino Dillard. Los dos murieron en la cámara de gas. La aproximación iniciada acabó en el «ecumenismo del crematorio», según acertada expresión de Marsaudon (L´oecuménisme vu par un Franc-Maçon de tradition, París, 1964).

La herencia de Berteloot la recogió en Bélgica el Padre Michel Diericks: Freimaurerei, die Grosse Unbekannte. Ein versuch zu Einsicht und Würdigung (Francfort-Hamburgo, 1968); y en París el Padre Michel Riquet y su polémica conferencia en la logia Volney de Laval (1961) o sus frecuentes contactos con altos miembros de la masonería francesa o su libro Les Franc-Maçons (París, 1968).

Tal vez inspirándose en Lantoine, otro masón y ex-jesuita, Töhötöm Nagy, dirigía desde la Argentina una «Carta abierta a Su Santidad Paulo VI», en su libro Jesuitas y Masones (Buenos Aires, 1963). En dicha carta alude expresamente al deseo de aproximación hacia la Iglesia por parte de ciertos sectores de la masonería.

En cuanto a Italia, el cambio se experimentaría precisamente en el seno de La Civiltà Cattolica, que tanto había prodigado sus ataques contra la masonería durante el siglo XIX (sólo desde 1852 a 1903 publicó un total de setenta artículos). Desde 1957, el especialista de La Cilvità encargado de escribir sobre masonería fue Giovanni Caprile, que cuenta en su haber con una veintena de trabajos como Massoneria e religione, La Massoneria di fronte alla persona e al Messaggio di Gesù, I documenti pontifici intorno alla Massoneria, Perché la Chiesa condanna la Massoneria, La Massoneria e certi suoi recenti apologisti, etc., todos ellos de fuerte carácter antimasónico y que, merecieron la réplica de Lucio Lupi, Rispondo ai Gesuiti (Roma, 1959).

Posteriormente, ante la actitud de apertura del Vaticano II, Caprile inició una serie de artículos con un enfoque encomiable, ya que de pertenecer al campo de la antimasonería, se convirtió en uno de los más importantes defensores de la aproximación de la Iglesia hacia la masonería. En este sentido son de destacar Chiesa e Massoneria oggi (1971); Ancora su Chiesa e Massoneria (1971); Chiesa, Massoneria e Stampa italiana (1971); Massoneria e Chiesa Cattolica; Sfogliando alcune pubblicazioni (1973); Cattolici e Massoneria. Un´importante dichiarazione sulla scomunica (1974); La recente Dichiarazione sull´appartenenza alla Massoneria (1981), publicados en La Cilviltà. Contactos en los que también intervinieron otros jesuitas, como Francesco Magri y Pietro Tacchi Venturi, que recoge con detalle Esposito en La riconciliazione tra la Chiesa e la Massoneria. Cronica di alcuni avvenimenti e incontri (Ravenna, 1979). También desde la Universidad Gregoriana cabe destacar la actitud clarificadora de Jean Beyeer, decano de la Facultad de derecho canónico, Réflexions sur une excommunication (París, 1970).

En Brasil el protagonista del diálogo con los masones ha sido el jesuita Valerio Alberton, a cuyas muchas entrevistas y conferencias en logias, hay que añadir múltiples trabajos e informes publicados en diversas revistas eclesiásticas y masónicas de su país, así como su libro: O Conceito de Deus na Maçoneria (Porto Alegre, 1982), y la adaptación y traducción del libro de Ferrer Benimeli y Caprile Massoneria e Chiesa Cattolica (Roma, 1982).

En otros países como Estados Unidos, Canadá, España, Alemania, etc. algunos jesuitas a nivel personal, bien desde la Universidad, la investigación histórica o desde su acción pastoral directa, han sido igualmente piezas importantes en una reciente búsqueda de mutua comprensión y acercamiento entre dos instituciones que tradicionalmente habían sido consideradas no sólo antagonistas, sino incompatibles y encarnizadas enemigas.

Extractado de: J. A. Ferrer Benimeli, voz “Masonería”, en Diccionario histórico de la Compañía de Jesús, dirigido por Charles E. O´NEILL y Joaquim Mª DOMÍNGUEZ, Roma-Madrid, 2001, vol. II, pp. 2557-2563.


Fuente
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