Es cierto que se nos ordena: “Clama a voz en cuello, no te detengas; alza tu voz como trompeta, y anuncia a mi pueblo su rebelión y a la casa de Jacob su pecado.”5 (Isaías 58:1). Este mensaje debe ser dado; pero debemos tener cuidado de no herir, lastimar y condenar a los que no tienen la luz que nosotros tenemos. No debemos perder la línea y lanzar estocadas duras contra los católicos. Entre los católicos hay muchos que son cristianos muy concienzudos, y que andan en toda la luz que resplandece sobre ellos; y Dios obrará en favor suyo. Los que han tenido grandes privilegios y oportunidades, pero que dejaron de mejorar sus facultades físicas, mentales y morales, y vivieron para agradarse a sí mismos, negándose a llevar su responsabilidad, están en mayor peligro y condenación delante de Dios que los que yerran en puntos de doctrina, y sin embargo, tratan de vivir para hacer bien a otros.
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Obreros Evangélicos, p. 344
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