Así ha dicho Jehová: Maldito el varón que confía en el hombre, y pone carne por su brazo, y su corazón se aparta de Jehová. -Jeremías 17:5
Es fatal depender del mundo.
[Se citan Deut. 4: 1-2, 5-9; 7: 1-6, 9-10.] Bajo el gobierno de David el pueblo de Israel ganó poder y rectitud al obedecer la ley de Dios. Pero los reyes siguientes procuraron ensalzarse a sí mismos. Se atribuyeron la gloria por la grandeza del reino, olvidándose de cuán completamente dependían de Dios. Se consideraron sabios e independientes debido a los honores que les tributaban hombres falibles y descarriados. Se volvieron corruptos e inmorales y se rebelaron contra el Señor, apartándose de él para adorar los ídolos.
Dios los toleró mucho tiempo y con frecuencia los llamaba al arrepentimiento. Pero se negaron a escuchar, y al fin Dios se manifestó por medio de castigos para mostrarles cuán débiles eran sin él. Vio que estaban decididos a hacer su propia voluntad, y los entregó en las manos de sus enemigos, los cuales saquearon su país y llevaron cautivo al pueblo.
Las alianzas de los israelitas con sus vecinos paganos resultaron en pérdida de su identidad como pueblo peculiar de Dios. Fueron leudados por las malas prácticas de aquellos con quienes hicieron alianzas prohibidas. Su asociación con los mundanos les hizo perder su primer amor y su celo por el servicio de Dios. Las ventajas por las cuales se vendieron muchas almas.
Lo que le sucedió a Israel le pasará a todos los que vayan al mundo en busca de poder, apartándose del Dios viviente. Los que rechazan a Aquel que es poderoso y fuente de toda fortaleza, y se asocian con los del mundo para depender de ellos, quedan débiles en poder moral como lo son aquellos en quienes confían.
Dios se presenta con ruegos y promesas a los que están cometiendo faltas. Trata de mostrarles sus errores y de llevarlos al arrepentimiento. Pero si se niegan a humillar su corazón delante de él, si se esfuerzan por ensalzarse por sobre él, tiene que manifestárseles por medio de castigos. No se aceptará de parte de los que insisten en deshonrar a Dios, apoyándose en el brazo del poder del mundo, ninguna apariencia de estar cerca de Dios ni ninguna afirmación de que hay unidad con él (RH 4-8-1904).
Dios los toleró mucho tiempo y con frecuencia los llamaba al arrepentimiento. Pero se negaron a escuchar, y al fin Dios se manifestó por medio de castigos para mostrarles cuán débiles eran sin él. Vio que estaban decididos a hacer su propia voluntad, y los entregó en las manos de sus enemigos, los cuales saquearon su país y llevaron cautivo al pueblo.
Las alianzas de los israelitas con sus vecinos paganos resultaron en pérdida de su identidad como pueblo peculiar de Dios. Fueron leudados por las malas prácticas de aquellos con quienes hicieron alianzas prohibidas. Su asociación con los mundanos les hizo perder su primer amor y su celo por el servicio de Dios. Las ventajas por las cuales se vendieron muchas almas.
Lo que le sucedió a Israel le pasará a todos los que vayan al mundo en busca de poder, apartándose del Dios viviente. Los que rechazan a Aquel que es poderoso y fuente de toda fortaleza, y se asocian con los del mundo para depender de ellos, quedan débiles en poder moral como lo son aquellos en quienes confían.
Dios se presenta con ruegos y promesas a los que están cometiendo faltas. Trata de mostrarles sus errores y de llevarlos al arrepentimiento. Pero si se niegan a humillar su corazón delante de él, si se esfuerzan por ensalzarse por sobre él, tiene que manifestárseles por medio de castigos. No se aceptará de parte de los que insisten en deshonrar a Dios, apoyándose en el brazo del poder del mundo, ninguna apariencia de estar cerca de Dios ni ninguna afirmación de que hay unidad con él (RH 4-8-1904).
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