Los israelitas colocaron sobre sus puertas una señal de sangre para indicar que eran propiedad de Dios. Así también los hijos le Dios de este tiempo de llevar la señal que Dios ha especificado.
Se pondrán en armonía con la santa ley de Dios. Sobre cada justo del pueblo de Dios se coloca una marca tan ciertamente como en tiempos pasados se puso una señal sobre las puertas de los hogares hebreos para preservar al pueblo de la ruina general. Dios declara: "Les dí también mis sábados, que fuesen por señal entre mí y ellos, para que supiesen que yo soy Jehová que los santifico".
Cada alma que hay en este mundo es propiedad del Señor por creación y por redención. Cada alma, en forma individual, está en conflicto por su vida. ¿Le ha entregado a Dios lo que le pertenece? ¿Le ha sometido todo lo que es suyo, considerándolo como su posesión adquirida? Todos los que estiman al Señor como su porción en esta vida, permanecerán bajo su dominio y recibirá la señal, la marca de Dios, que los distingue como su posesión especial. La justicia de Cristo los precederá y la gloria del Señor será su retaguardia. El Señor protege a cada ser humano que lleva su señal.
"Habló además Jehová a Moisés, diciendo: Tú hablarás a los hijos de Israel, diciendo: En verdad vosotros guardaréis mis días de reposo [sábados]; porque es señal entre mí y vosotros por vuestras generaciones, para que sepáis que yo soy Jehová que os santifico. . . Seis días se trabajará, mas el día séptimo es día de reposo [sábado] consagrado a Jehová; cualquiera que trabaje en el día de reposo [sábado], ciertamente morirá. Guardarán, pues, el día de reposo [sábado] los hijos de Israel, celebrándolo por sus generaciones por pacto perpetuo. Señal es para siempre entre mí y los hijos de Israel; porque en seis días hizo Jehová los cielos y la tierra, y en el séptimo día cesó y reposó" (Exo. 31: 12, 13, 15-17).
Esta actitud de aceptación y de reconocimiento de Dios por parte del ser humano es de un valor altísimo para él. Todos los que aman y sirven al Señor son muy valiosos a sus ojos. El desea que permanezcan en el sitio donde sean dignos representantes de la verdad tal como es en Jesús.
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Maranata, E. G. W., p. 244
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