APOCALIPSIS 14:9-11
EL MENSAJE DEL TERCER ANGEL (vv. 9-11)
Y el tercer ángel los siguió, diciendo en alta voz: Si alguno adora a la bestia y su imagen, y toma la señal, en su frente o en su mano, este también beberá del vino de la ira de Dios, el cual está echado puro en el cáliz de su ira; y será atormentado con fuego y azufre delante de los santos ángeles y delante del Cordero: y el humo del tormento de ellos sube para siempre jamás. Y los que adoran a la bestia y su imagen no tienen reposo día ni noche, ni cualquiera que tomare la señal de su nombre. (14:9-11).
El tercer ángel amonesta a los ciudadanos de la tierra a rechazar la marca de la bestia. La marca de la bestia no viene sin advertencia. El que decide adorarla y seguirla será consciente de su decisión. “Este también beberá del vino de la ira de Dios”. Dios por medio de sus siervos anunciará el castigo que aguardará a los que insisten en ser marcados en su mano o en sus frentes. La ira de Dios se derramará en las siete postreras plagas (Ap 16). Estas plagas serán comentadas cuando lleguemos a dicho capítulo.
El hecho que diga “los siguió” nuevamente, el Señor establece que este tercer mensaje va unido a los tres anteriores. Cuando usamos la frase “El Mensaje del Tercer Ángel”, nos estamos refiriendo a los tres mensajes como un todo. Como el mensaje del primero, este ángel predica “en alta voz”, lo que denota la firmeza con que debe predicarse el mensaje. No es susurrando, no es con voz débil, sino con la fuerza que el mensaje demanda. El tiempo de tanta confusión que vivimos hoy exige a los del Remanente que hagan su trabajo con urgencia. El tiempo es demasiado corto para ocultar o suavizar el mensaje.
La orden que da el Señor es que desenmascaremos el poder del Anticristo, pero no sólo al papado y el romanismo, sino que tenemos que incluir a la “imagen” de la bestia, que es el protestantismo: todas las iglesias que se han apartado de un “Así dice Jehová” y lo han cambiado por “mandamientos de hombres”. Es importante recalcar la obra que hoy realizan las iglesias evangélicas o protestantes. Ellas han tomado la batuta en defender las doctrinas de Roma.
El mensaje reprocha a los que toman “la marca de la bestia”, que ya vimos claramente que tiene que ver con la observancia del domingo, que vio la luz en Roma, pero que los protestantes lo han adoptado. Este mensaje nos lleva implícitamente a hacer resaltar el Sábado bíblico. El domingo ha de ser impuesto por la bestia de dos cuernos: los Estados Unidos de Norteamérica. Ya lo vimos anteriormente. De esta nación saldrá el decreto haciendo de la observancia del 1er. día de la semana una obligación. Será lo que finalmente trace la línea de demarcación entre los que sirven a Dios y los apostatas.
La sentencia “el humo del tormento de ellos sube para siempre jamás” y el castigo de ser “atormentados con fuego y azufre” indica el castigo final a los desobedientes luego del milenio. No quiere decir, como muchos dicen, que estarán ardiendo en el fuego por toda la eternidad, sino que, como “Sodoma y Gomorra, y las ciudades comarcanas”, sufrieron “el juicio del fuego eterno”, así los impíos habrán de ser castigados a la postre. (Hablaremos con más detalles en el capítulo de “El Milenio”.) Dios usó fuego y azufre para destruir a Sodoma y a Gomorra (Gen 19:24-25). La bestia, los reyes de la tierra y el falso profeta y Satanás serán arojados en un lago de fuego que arde con azufre (Ap 19:20, 20:10). En este pasaje se anuncia el destino final de los que siguen a la bestia.
“Y el humo de su tormento sube para siempre jamás”. Una expresión similar se encuentra en Apocalipsis 20:10. Aquí se menciona que “serán atormentados día y noche para siempre jamás”. Es importante que entendamos bien esta expresión. Sería muy triste un cielo con infierno. Apocalipsis 21:4 asegura que en el cielo no habrá memoria de dolor ni de sufrimiento. El lago de fuego ardiendo con azufre es usado para describir la destrucción, como la eliminación del pecado, de Satanás, de la bestia, del falso profeta, de los demonios y de los que reciben la marca de la bestia del universo (Ap 20:10, 19:19-21).
Sodoma y Gomorra fueron puestas como ejemplo de esta destrucción final (Jd 6-7). Estas dos ciudades fueron destruídas con fuego y azufre (Gen 19:24-25). Sin embargo, Judas dice que ellas sufrieron el castigo del fuego eterno. Sodoma y Gomorra no están ardiendo eternamente. Lo que indica el pasaje, es que las consecuencias de la destrucción de estas ciudades es eterno. La pérdida que sufrirán los que no se salvan será eterna. Todo registro de su vida como de sus actos serán borrados. Nadie se acordará de su presencia. El fuego que descenderá del cielo los consumirá para siempre (Ap 20:7-10).
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