Como fue en los días de Noé, así también será en los días del Hijo del Hombre. (Luc. 17: 26).
Se me mostró que existe un terrible estado de cosas en nuestro mundo. El ángel de la misericordia está plegando sus alas, listo para retirarse. . .
La ley de Dios es invalidada. Vemos y oímos acerca de confusión y perplejidad, miseria y hambre, terremotos e inundaciones; terribles ultrajes serán cometidos por los hombres; la pasión, no la razón, es la que impera. La ira de Dios recae sobre los habitantes del mundo, que están corrompiéndose rápidamente como los habitantes de Sodoma y Gomorra. El fuego y la inundación ya están destruyendo miles de vidas y la propiedad que ha sido egoístamente acumulada oprimiendo a los pobres. El Señor pronto abreviará su obra y pondrá fin al pecado. ¡Oh, ojalá impresionen profundamente las mentes de los profesos hijos de Dios las escenas que me han sido presentadas de las iniquidades cometidas en estos últimos días!
Como fue en los días de Noé, así será cuando el Hijo del hombre se manifieste. El Señor está retirando sus restricciones de la tierra, y pronto habrá muerte y destrucción, aumento de la delincuencia, y crueles maldades cometidas contra los ricos que se han elevado por encima de los pobres. Los que no tengan la protección de Dios no hallarán seguridad en ningún lugar. Se está adiestrando a seres humanos y se está empleando la inventiva para poner en funcionamiento la más poderosa maquinaria para herir y matar.
Hermanos y hermanas. . . os extiendo mi exhortación. . . Las vidas de muchos son demasiado cómodas y regaladas. . . se creen cristianos, pero no saben lo que significa la vida cristiana práctica. ¿Qué significa ser cristiano? Significa ser semejante a Cristo. . .
Cooperad con Dios obrando en armonía con él. Expulsad del templo del alma todo lo que asuma la forma de un ídolo. Ahora es el tiempo de Dios, y su tiempo es el vuestro. Pelead la buena batalla de la fe, negándoos a pensar o a hablar en términos de incredulidad. El mundo debe oír el último mensaje de amonestación.
Maranata, E. G. W., p.135.
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