Por José A. Alonso Herrero
Ni el pueblo mexicano, ni los españoles residentes en México desde hace décadas podemos desdeñar las noticias actuales sobre la próxima visita del Papa alemán a España. Las abundantes noticias que aderezan desde hace semanas la llegada triunfal de Ratzinger a tierras hispanas constituyen un profundo motivo de preocupación para católicos y no creyentes. Los católicos españoles integrados en sendas asociaciones, REDES CRISTIANAS y EL FORO DE CURAS, no se cansan de repetir “Así no queremos que vengas” o “De mis impuestos, al Papa cero”. Según el periódico hispano EL PAÍS, la Jornada Mundial de la Juventud (en adelante, JMJ) costará unos cien millones de euros. No todo el dinero provendrá del gobierno central, pero las autonomías gobernadas por el Partido Popular (de derecha) se esmerarán en participar con sospechosa generosidad.
EL PAÍS insiste, no obstante, en señalar que también colaborarán organizaciones católicas tan destacadas como los jesuitas, los salesianos, el Opus Dei, los Legionarios de Cristo y muchas más. Por su parte, el cardenal primado de España Antonio María Rouco “ha logrado el respaldo del Gobierno, de los grandes empresarios y de medio centenar de embajadores de otros tantos países”. En resumen, Ratzinger –pontífice y jefe de estado – será recibido con una majestuosidad digna de un emperador. La noticia es grave porque Ratzinger será acogido en su doble carácter de líder religioso y jefe de estado en un país constitucionalmente laico y aconfesional como España. El Rey Juan Carlos y el presidente (socialista) Rodríguez Zapatero de gobierno no podían faltar en el agasajo pontificio. Evento organizado y financiado por el Banco de Santander, la Cámara de Comercio de Madrid y el presidente de la poderosa Compañía Telefónica de España.
¿Cómo responderá el hoy tan liberal y secularizado pueblo español? Hace décadas que las iglesias hispanas se observan medio vacías y que las vocaciones religiosas han decaído llamativamente. Pero las personas de edad, que crecieron durante el franquismo, sentirán alivio cuando vean retoñar un ambiente que añoraban y que daban por perdido. Los jóvenes de las clases altas y los educados en colegios particulares de religiosos degustarán por unos instantes lo que los españoles educados en la “burbuja franquista” (1936 – 1953) saboreábamos a diario. La novedad es que en el siglo XXI abundan los católicos españoles, no sólo ancianos, que no han olvidado el mensaje renovador del Concilio Vaticano II (1962 – 1965). Las REDES CRISTIANAS y el FORO DE CURAS, antes mencionados han captado con absoluta clarividencia el mensaje retrógrado y crematísticamente interesado de esta visita papal. Estos católicos conscientes son los que repiten en voz alta “NO a la visita del Papa financiada con el dinero de todos”.
Pero el descontento de ciertos grupos católicos no se queda en los aspectos económicos, por llamativos que sean. Echan de menos en esta recepción papal “los cauces adecuados para la pastoral juvenil” y lamentan que los gobiernos, central y autonómicos, hayan financiado con tanta generosidad la visita del Papa, cuando abundan “tantos recortes en derechos sociales como se exigen a los ciudadanos”. Críticas, por otra parte, que adquieren un nuevo perfil si se recuerda lo ocurrido en España durante la visita del Papa al Quinto Encuentro Mundial de la Familia que se celebró en 2006. En aquella ocasión el Ministerio de Hacienda español “denunció múltiples ilegalidades en los 14 millones de euros gastados en la visita del Papa a Valencia” ( EL PAÍS, 11 de octubre de 2010). La Televisión valenciana se gastó durante la visita del Papa 14, 713, 940 euros, lo cual constituyó “un incumplimiento generalizado de los principios de publicidad y concurrencia al adjudicar servicios o suministros que por su cuantía deberían haberse tramitado mediante procedimientos de contratación abiertos”.
Eventos fastuosos, como los que disfrutará el Papa alemán en España, constituyen una invitación para interpretar el sentido profundo de esta calurosa recepción. El análisis, breve pero radical, debe contemplar dos vertientes. La primera se refiere a la personalidad y al historial del Papa teutón. La segunda implica una breve revisión del contexto histórico español. Los afortunados estudiantes españoles y latinoamericanos que estudiamos teología católica, pero en terreno alemán, durante la sexta década del siglo pasado conservamos una imagen positiva y agradecida de aquel joven profesor bávaro que destacaba por sus conocimientos y clarividencia. Su integración posterior a la Curia Vaticana dio al traste con nuestras expectativas. Nadie mejor que los teólogos latinoamericanos Leonardo Boff (brasileño), Gustavo Gutiérrez (peruano) y Jon Sobrino (vasco y salvadoreño), entre muchos otros, para experimentar en carne propia la rudeza de Ratzinger veinte años después. La apertura modernizadora del joven teólogo Ratzinger se había trastocado en un nuevo Torquemada, intransigente defensor de la ortodoxia romana. El Ratzinger que hoy visita España es el inquisidor real, no el prometedor profesor de teología cuyas lecciones aún recordamos con agrado los estudiantes de antaño.
Por otra parte, esta visita de un Papa alemán nos trae a la memoria, en concreto a los castellanos, aquella primera irrupción en 1517 del joven emperador Carlos I de origen borgoñón. Llegó a tierras hispanas con un nutrido acompañamiento de banqueros, obispos y cardenales, todos ellos expertos en el arte de ocupar los mejores cargos públicos, políticos y eclesiásticos, y de vaciar las arcas reales. Todavía en plena dictadura franquista los niños vallisoletanos repetíamos en clase el viejo estribillo: SÁLVEOS DIOS, DUCADO DE A DOS QUE MONSIEUR DE XIÉVRES NO TOPO CON VOS. Gracias a las finas artes de los acompañantes del joven emperador desaparecieron en pocos meses las monedas de oro en tierras hispanas. Esperemos que esta visita papal no marque el inicio de una caída nacional española, semejante a la originada en el siglo XVI.
Fuente
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Ni el pueblo mexicano, ni los españoles residentes en México desde hace décadas podemos desdeñar las noticias actuales sobre la próxima visita del Papa alemán a España. Las abundantes noticias que aderezan desde hace semanas la llegada triunfal de Ratzinger a tierras hispanas constituyen un profundo motivo de preocupación para católicos y no creyentes. Los católicos españoles integrados en sendas asociaciones, REDES CRISTIANAS y EL FORO DE CURAS, no se cansan de repetir “Así no queremos que vengas” o “De mis impuestos, al Papa cero”. Según el periódico hispano EL PAÍS, la Jornada Mundial de la Juventud (en adelante, JMJ) costará unos cien millones de euros. No todo el dinero provendrá del gobierno central, pero las autonomías gobernadas por el Partido Popular (de derecha) se esmerarán en participar con sospechosa generosidad.
EL PAÍS insiste, no obstante, en señalar que también colaborarán organizaciones católicas tan destacadas como los jesuitas, los salesianos, el Opus Dei, los Legionarios de Cristo y muchas más. Por su parte, el cardenal primado de España Antonio María Rouco “ha logrado el respaldo del Gobierno, de los grandes empresarios y de medio centenar de embajadores de otros tantos países”. En resumen, Ratzinger –pontífice y jefe de estado – será recibido con una majestuosidad digna de un emperador. La noticia es grave porque Ratzinger será acogido en su doble carácter de líder religioso y jefe de estado en un país constitucionalmente laico y aconfesional como España. El Rey Juan Carlos y el presidente (socialista) Rodríguez Zapatero de gobierno no podían faltar en el agasajo pontificio. Evento organizado y financiado por el Banco de Santander, la Cámara de Comercio de Madrid y el presidente de la poderosa Compañía Telefónica de España.
¿Cómo responderá el hoy tan liberal y secularizado pueblo español? Hace décadas que las iglesias hispanas se observan medio vacías y que las vocaciones religiosas han decaído llamativamente. Pero las personas de edad, que crecieron durante el franquismo, sentirán alivio cuando vean retoñar un ambiente que añoraban y que daban por perdido. Los jóvenes de las clases altas y los educados en colegios particulares de religiosos degustarán por unos instantes lo que los españoles educados en la “burbuja franquista” (1936 – 1953) saboreábamos a diario. La novedad es que en el siglo XXI abundan los católicos españoles, no sólo ancianos, que no han olvidado el mensaje renovador del Concilio Vaticano II (1962 – 1965). Las REDES CRISTIANAS y el FORO DE CURAS, antes mencionados han captado con absoluta clarividencia el mensaje retrógrado y crematísticamente interesado de esta visita papal. Estos católicos conscientes son los que repiten en voz alta “NO a la visita del Papa financiada con el dinero de todos”.
Pero el descontento de ciertos grupos católicos no se queda en los aspectos económicos, por llamativos que sean. Echan de menos en esta recepción papal “los cauces adecuados para la pastoral juvenil” y lamentan que los gobiernos, central y autonómicos, hayan financiado con tanta generosidad la visita del Papa, cuando abundan “tantos recortes en derechos sociales como se exigen a los ciudadanos”. Críticas, por otra parte, que adquieren un nuevo perfil si se recuerda lo ocurrido en España durante la visita del Papa al Quinto Encuentro Mundial de la Familia que se celebró en 2006. En aquella ocasión el Ministerio de Hacienda español “denunció múltiples ilegalidades en los 14 millones de euros gastados en la visita del Papa a Valencia” ( EL PAÍS, 11 de octubre de 2010). La Televisión valenciana se gastó durante la visita del Papa 14, 713, 940 euros, lo cual constituyó “un incumplimiento generalizado de los principios de publicidad y concurrencia al adjudicar servicios o suministros que por su cuantía deberían haberse tramitado mediante procedimientos de contratación abiertos”.
Eventos fastuosos, como los que disfrutará el Papa alemán en España, constituyen una invitación para interpretar el sentido profundo de esta calurosa recepción. El análisis, breve pero radical, debe contemplar dos vertientes. La primera se refiere a la personalidad y al historial del Papa teutón. La segunda implica una breve revisión del contexto histórico español. Los afortunados estudiantes españoles y latinoamericanos que estudiamos teología católica, pero en terreno alemán, durante la sexta década del siglo pasado conservamos una imagen positiva y agradecida de aquel joven profesor bávaro que destacaba por sus conocimientos y clarividencia. Su integración posterior a la Curia Vaticana dio al traste con nuestras expectativas. Nadie mejor que los teólogos latinoamericanos Leonardo Boff (brasileño), Gustavo Gutiérrez (peruano) y Jon Sobrino (vasco y salvadoreño), entre muchos otros, para experimentar en carne propia la rudeza de Ratzinger veinte años después. La apertura modernizadora del joven teólogo Ratzinger se había trastocado en un nuevo Torquemada, intransigente defensor de la ortodoxia romana. El Ratzinger que hoy visita España es el inquisidor real, no el prometedor profesor de teología cuyas lecciones aún recordamos con agrado los estudiantes de antaño.
Por otra parte, esta visita de un Papa alemán nos trae a la memoria, en concreto a los castellanos, aquella primera irrupción en 1517 del joven emperador Carlos I de origen borgoñón. Llegó a tierras hispanas con un nutrido acompañamiento de banqueros, obispos y cardenales, todos ellos expertos en el arte de ocupar los mejores cargos públicos, políticos y eclesiásticos, y de vaciar las arcas reales. Todavía en plena dictadura franquista los niños vallisoletanos repetíamos en clase el viejo estribillo: SÁLVEOS DIOS, DUCADO DE A DOS QUE MONSIEUR DE XIÉVRES NO TOPO CON VOS. Gracias a las finas artes de los acompañantes del joven emperador desaparecieron en pocos meses las monedas de oro en tierras hispanas. Esperemos que esta visita papal no marque el inicio de una caída nacional española, semejante a la originada en el siglo XVI.
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