Stephen Tomkins, escritor
Para la BBC
La cabeza de la Iglesia de Inglaterra, Rowan Williams, expresó su simpatía por los manifestantes contra el capitalismo, acampados frente a la catedral de San Pablo, en Londres, y llegó a pedir la creación de un impuesto que tase las transacciones financieras.
Estas declaraciones, expresadas en un artículo en el diario británico Financial Times, avivan el debate sobre dónde se sitúa la Iglesia Anglicana en tiempos de crisis económica. Una cuestión candente que abarca, al menos, dos mil años, según nos dice el escritor británico Stephen Tomkins, especializado en temas cristianos.
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Las principales iglesias nacionales se convierten a menudo en foco de protesta.
Hubo una vez un hombre, conocido de las autoridades por su radicalismo, que entró en un templo, apoyado por sus seguidores, volteando mesas y repartiendo golpes con un látigo de manufactura casera.
Su queja se basaba en que lo que debería ser un lugar de oración para toda la gente se había convertido en una institución que esquilmaba a los pobres.
Aquéllos eran tiempos más difíciles que los de hoy y el hombre fue ejecutado en una semana.
Hay bastantes retratos de él dentro de la Catedral de San Pablo, donde el jueves pasado, el reverendo Giles Fraser, canciller de San Pablo, dimitió ante la perspectiva de que se utilizara la fuerza para desalojar a los manifestantes de sus terrenos.
La mayoría de esos cuadros no se centran en Cristo expulsando a los mercaderes del templo de Jerusalén, pero los acampados fuera de la catedral sí utilizaron ese pasaje.
Uno de ellos, vestido como Jesús, portaba la pancarta con la leyenda "por algo eché a los mercaderes del templo."
Ni uno ni otro lado
La iglesia cristiana parece haberse distanciado enormemente de sus orígenes radicales. La magnífica San Pablo, llena de ecos de poder y riqueza, reinstala a su mesías indigente en un palacio.
Todo en perfecta armonía con el centro financiero que la rodea y ayuda a financiarla.
Ahora, de muchas maneras, también se encuentra fuera delestablishment como siempre lo estuvo.
La iglesia ha estado con los manifestantes al mismo tiempo que los vigila y ha oficiado varias ceremonias eclesiásticas en los terrenos ocupados, con sermones en las escalas y la retransmisión de mensajes de solidaridad de algunas organizaciones cristianas.
La pregunta es si San Pablo está traicionando el verdadero espíritu del cristianismo radical o si es un ejemplo de la religión institucional que el cristianismo genuinamente es.
No hay duda de que cuando el cristianismo apareció por primera vez en el Imperio romano, se transformó en un desafío radical para éste último.
Al afirmar que toda persona fue creada a imagen y semejanza de Dios, la iglesia acogía a esclavos y mujeres como miembros con todos sus derechos, incluso como dirigentes y maestros y esto se convirtió en una afrenta a los valores familiares romanos tan profunda que los cristianos fueron ultimados en enormes cantidades.
Pero, desde el comienzo, el más radical de los líderes cristianos, San Pablo, quien da nombre a la catedral de Londres, les decía a sus seguidores: "que cada persona se someta a las autoridades de gobierno... que son los sirvientes de Dios para su propio bien."
El gran cambio político se produjo cuando el emperador Constantino se convirtió al cristianismo en el Siglo IV y, de repente, los obispos que habían estado dirigiendo su iglesia desde graneros, se encontraron vistiendo ricas túnicas, leyendo biblias adornadas en basílicas espectaculares.
La iglesia y el Estado se fusionaban.
Crisis
Esto despertó una reacción gigantesca.
Muchos cristianos decidieron que seguir fielmente el camino de Cristo significaba abandonar las posesiones terrenales o el hogar y se iban vivir al desierto, primero, aislados, después, en comunidades.
Estos constituyeron los primeros monjes y monjas y los héroes de los cristianos normales.
Si la iglesia no estaba precisamente en los márgenes de la sociedad ahora, sus santos sí estaban a kilómetros de distancia.
La misma ambigüedad ha continuado desde entonces. En Inglaterra, el rey o la reina siempre ha sido coronado por el arzobispo de Canterbury, mientras que los obispos confeccionan leyes en la Cámara de los Lores.
Y, sin embargo, la única vez en que se abolió la monarquía, junto con los lores, los obispos y todos los territorios de la iglesia, en el Siglo XVII, la empresa fue llevada a cabo por cristianos, los puritanos de Cromwell, interesados como estaban en instalar un verdadero gobierno cristiano, tal como lo entendían ellos.
En Sudáfrica, la Iglesia Holandesa Reformada apuntaló un régimen racista, mientras que los cristianos conducidos por el arzobispo Desmond Tutu hacían campaña en su contra.
El primer gran abogado de los derechos humanos fue el sacerdote dominico español Bartolomé de las Casas, quien protestó contra el tratamiento de los indígenas por parte de los colonizadores españoles, pero, al hacerlo, se enfrentó a la jerarquía cristiana.
El reformista protestante Martín Lutero enseñaba que "nada es más deletéreo, nocivo o diabólico que un rebelde" y que la tiranía "no debe ser resistida, sino soportada".
Pero, al mismo tiempo, reformadores más radicales levantaban verdaderos ejércitos de campesinos contra las clases dominantes o formaban pacíficas comunidades socialistas.
Tal parece ser que la iglesia es un fenómeno tan diverso que no puede estar en un lado ni en otro.
Para esto, parece haber dos razones.
Una es la idea que unifica a todas las variedades de cristianos: que, en último término, sólo deben obediencia a Dios.
Esto les permite a los cristianos más conservadores obedecer a Dios obedeciendo a las autoridades, mientras que los más radicales obedecen a Dios en vez de a las autoridades.
La otra razón es que la Biblia es una combinación de muchas voces y perspectivas.
Sus héroes son reyes y profestas que condenaban abiertamente a reyes, guerilleros rebeldes y empleados públicos, legisladores y violadores de leyes.
Incluso Cristo es un hombre conflictivo, sin un centavo, en un libro y en otro, el juez que juzga el mundo desde un trono.
La catedral de San Pablo, como lo expresó Giles Fraser, da más una idea de lo último que de lo primero.
Pero en el campamento a sus puertas, la historia es diferente.
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