Los judíos que abusaban de su religión para fines políticos, alegando discriminación racial y/o religiosa, trataban de evitar las medidas que se tomaban contra ellos. Cuando estas maniobras no daban resultado, acudían a la simulación. En efecto, fingían abandonar la nación y la religión judías para convertirse en ciudadanos del país huésped y en profesantes de su religión, e iban más allá, hasta el punto de cambiar sus nombres y apellidos judíos por los corrientes del país que pretendían conquistar.
Estos ciudadanos aparentemente normales, siguen siendo criptojudíos, asisten a sinagogas escondidas en casas particulares y no dejan de obedecer ciegamente a sus dirigentes. Las familias de estos judíos secretos practican públicamente la religión del país anfitrión y envían sus hijos a las mismas escuelas de sus nuevos conciudadanos, pero una vez llegan a cierta edad, son iniciados en los secretos sionistas y deben pronunciar juramentos de obediencia y secreto, cuya violación es castigada a veces con la muerte, hasta en forma de tortura.
En su obra, Complot contra la Iglesia, Maurice Pinay en las pp. 137, 138,., afirma lo siguiente:
LA INFILTRACIÓN JUDÍA EN EL CLERO
El presente capítulo tiene por objeto estudiar la forma en que los falsos cristianos criptojudíos acostumbran realizar su infiltración en el clero de la Iglesia.
Para conquistar al mundo cristiano, el imperialismo judaico consideró indispensable dominar a su principal baluarte, la Iglesia de Cristo, empleando para ello diversas tácticas que variaron desde los ataques frontales hasta las infiltraciones. El arma favorita de la quinta columna consistió en introducir en las filas del clero a jóvenes cristianos descendientes de judíos que practicaban en secreto el judaísmo, para que una vez ordenados sacerdotes trataran de ir escalando las jerarquías de la Santa Iglesia –ya fuera en el clero secular o en las órdenes religiosas- con el fin de usar luego las posiciones adquiridas dentro de la clerecía en perjuicio de la Iglesia y en beneficio del judaísmo y de sus planes de conquista, así como de sus movimientos heréticos o revolucionarios. En tan delicadas tareas de infiltración, el judaísmo subterráneo emplea jovencitos dotados no sólo de gran religiosidad. Sino de una gran mística y fanatismo de la religión judía y deben estar resueltos a dar su vida por la causa del Dios de Israel y del pueblo escogido.
En el judaísmo abunda esta clase de místicos; y a ellos se deben principalmente los grandes triunfos que ha ido logrando el imperialismo teológico de los hebreos, porque el niño o joven que ingresa en los seminarios del clero cristiano, sabe que va a desempeñar la más santa labor de destrucción contra el enemigo capital del pueblo escogido: el cristianismo, y de manera especial la Iglesia Católica. Sabe que con las actividades que realice, al destruir o debilitar las defensas de la Cristiandad, facilita el cumplimiento de la “voluntad divina”, favoreciendo la consecución del dominio de Israel sobre la Tierra. El clérigo falso cristiano, criptojudío, está realizando –según su criterio-una empresa santa que además le asegura la salvación eterna.
Cuanto mayores males pueda causar a la Iglesia como sacerdote, fraile, canónigo, prior de convento, provincial, obispo, arzobispo o cardenal, mayores méritos tiene –según los israelitas- a los ojos de Dios y de su pueblo escogido. Se puede asegurar que esta legión de místicos y fanáticos criptojudíos fueron los que lograron, a la postre, quebrar la supremacía de la Santa Iglesia en la Edad media, facilitando después el triunfo de las herejías en el siglo XVI, y el de los movimientos revolucionarios judeo-masónicos o judeo-comunistas en los tiempos modernos. La quinta columna judía en el clero es, por lo tanto, uno de los pilares básicos del judaísmo internacional. Los fines que persigue la infiltración de los criptojudíos en el clero son explicados claramente en un interesante documento que dio a la publicidad en Francia el abate Chabauty y que cita el señor Arzobispo de Port-Louis, Monseñor León Meurin, S. J. Se trata de una carta del jefe secreto de los judíos internacionales, radicado a fines del siglo XV en Constantinopla, dirigida a los hebreos de Francia dándoles instrucciones, en contestación a una carta anterior que Chamor, rabino de Arlés, le había dirigido solicitándolas. Este documento cayó en manos de las autoridades francesas y el abate Chabauty lo dio a la publicidad. La carta dice textualmente:
No comments:
Post a Comment