Colombia es el primer productor mundial de hoja de coca y de cocaína; México es el segundo productor regional de amapola y el segundo en marihuana; Perú es el segundo productor de la hoja de coca y de cocaína, en tanto que Bolivia es el tercer productor mundial de la hoja de coca, materia prima de la cocaína.
Afganistán, Irán y Pasquitán, “La Media Luna Dorada”, son los mayores productores de opio. Holanda es uno de los principales productores de drogas sintéticas como éxtasis, tan popular en los barrios de New York y latinoamericanos.
El Opio se redujo enormemente durante el régimen de los talibanes, en Afganistán, pero tan pronto fueron derrotados por las tropas norteamericanas la producción se incrementó.
Luego de la intervención militar de Estados Unidos a Haití el tráfico de drogas aumentó hasta convertir esa nación en un “narcoestado”, con sus consecuencias funestas para la República Dominicana con quien comparte la isla de Santo Domingo, pues nadie controla el contrabando por la frontera de más de 300 kilómetros
Algunos investigadores del fenómeno del consumo y tráfico de drogas aseguran que el mismo es utilizado por Estados Unidos por razones económicas y políticas para crearle crisis a los países bajo sus dominios cuando lo estiman conveniente, y para impedir, al mismo tiempo, convulsiones sociales que terminen en revoluciones socialistas o comunistas. América Latina es un buen ejemplo.
El consumo y tráfico de drogas en República Dominicana es un problema que surge luego de la intervención militar estadounidense en abril de 1965. Las drogas fueron introducidas en los sectores sociales más radicales políticamente. De igual modo, los focos más revolucionarios fueron minados por las drogas. Verbigracia, San Francisco de Macorís. Inexplicablemente, los muchachos que alzaban la bandera de la hoz y el martillo fueron visados para viajar a Estados Unidos. Muchos terminaron en la cárcel, muertos o deportados.
Colombia es otro ejemplo. La guerrilla, que tiene más de 50 años, ha terminado al servicio del narcotráfico.
Según algunos expertos, el tráfico de drogas es un negocio mundial tan grande como el turismo. Hay quienes dicen que el mundo de las drogas mueve todos los años más de 500 mil millones de dólares, eso es, más del seis por ciento del comercial mundial, y que tres cuartas parte de la población mundial consume drogas regularmente. Sólo Estados Unidos tiene alrededor de 30 millones de personas que consumen cocaína con regularidad, sin contar con otras drogas como marihuana, éxtasis, opio, etc.
A Estados Unidos no le interesa terminar con el consumo y tráfico de drogas porque le sirve a sus intereses globales. Mientras más drogas, más dinero y más gente convertida en guiñapo, incapaz de levantarse para protestar por las injusticias de un mundo que está “patas arriba”, como dice Eduardo Galeano.
Desde hace años se viene planteando legalizar el consumo de drogas. Pero Estados Unidos se opone a legalizar el consumo porque lesiona sus intereses.
Se estima que se gastan más de cien mil millones de dólares en la “lucha” contra el narcotráfico, sin contar el costo altísimo en el mantenimiento de los reclusos en las cárceles. Solo Estados Unidos apresa cerca de 2 millones de personas cada año por consumo de pequeñas dosis de drogas.
Una encuesta en Norteamérica reveló que el 40% de sus habitantes consideraban que las drogas debían legalizarse y que el Estado le colocara impuestos altos.
En la República Dominicana, hay cada vez más consumo y más tráfico de drogas. Es imposible que ese fenómeno haya alcanzado tal magnitud sin la colaboración de autoridades civiles y militares.
Los narcotraficantes han creado una estructura que sobrepasa la capacidad del Estado para enfrentarlo con éxito. Y Estados Unidos no ayuda. El narcotráfico conduce al país por caminos de muerte y destrucción de los valores sociales que hacen imposible la convivencia pacifica.