TOCAD ALARMA
Reconócelo en todos tus caminos, y el enderezará tus verdades. (Prov. 3: 6).
Deberíamos reconocer a Dios en todos nuestros caminos, y él dirigirá nuestra senda. Deberíamos consultar su Palabra con humildad de corazón, pedir consejos y someter nuestra voluntad a la suya. No podemos hacer nada sin Dios.
Existe la razón más elevada para que apreciemos y defendamos el verdadero día de reposo, porque es la señal que distingue del mundo al pueblo de Dios. El mandamiento que el mundo invalida es el que, por esa misma razón, el pueblo de Dios deberá honrar en gran manera. Se llama a los fieles Calebs en un momento cuando los incrédulos desprecian la Palabra de Dios. Entonces han de permanecer firmes en el puesto del deber sin ostentación y sin vacilar a causa de los vituperios. Los espías incrédulos estaban listos para dar muerte a Caleb. Este vio las piedras en las manos de los que habían dado un informe falso, pero no se atemorizó; tenía un mensaje y lo iba a dar. Los que hoy son fieles a Dios manifestarán ese mismo espíritu.
El salmista dice: "Tiempo es de actuar, oh Jehová, porque han invalidado tu ley. Por eso he amado tus mandamientos más que el oro, y más que oro muy puro" (Sal. 119: 126, 127). Cuando los hombres se acercan bien a Jesús, cuando Cristo mora en sus corazones mediante la fe, entonces su amor a los mandamientos de Dios se fortalece en proporción al desprecio que el mundo acumula sobre sus santos preceptos. Ahora debe ser presentado el verdadero día de reposo ante la gente mediante la pluma y la voz. Cuando el cuarto mandamiento y los que lo observan son ignorados y despreciados, los fieles piensan que no es el momento de ocultar su fe sino de exaltar la ley de Jehová desplegando el estandarte en el que están inscriptos el mensaje del tercer ángel, los mandamientos de Dios y la fe de Jesús.
Los que poseen la verdad como ha sido revelada por Jesús, no deben aprobar ni aun con silencio la obra del ministerio de iniquidad. Jamás dejen de dar la nota de alarma. . . No hay que ocultar la verdad, no hay que negarla ni disfrazarla, sino que hay que presentarla plenamente y proclamarla con osadía.
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Maranata, E. G. White, p.237.