Por Muriel Fraser
Hace unos quince años que el Vaticano ideó esta "campaña por la vida". La idea es brillante porque, aunque su principal objetivo es asegurarse que los miembros de la Iglesia se reproduzcan más que los de su competencia, la consistencia de la campaña hace que esto no sea aparente. La atención es apartada de las prohibiciones del control de la natalidad y el aborto por dos prohibiciones adicionales: una, de la terminación de la vida propia (eutanasia voluntaria) y otra, de aplicar la pena de muerte (la pena capital). Por supuesto, la prohibición de la eutanasia voluntaria también sirve para dar a la Iglesia más control sobre decisiones del final de la vida de las personas, pero su función primaria parece ser la de brindar a la campaña una consistencia que enmascara su propósito reproductor. Y la prohibición de la pena capital la completa filosóficamente (y, casualmente, hace que nadie sospeche que el propio Papa dejó de ejecutar a sus súbditos rebeldes sólo a finales del siglo XIX cuando perdió el poder de continuar haciéndolo por haber perdido su reino). Tan estratégicamente brillante es esta "campaña por la vida", y su consistencia filosófica tan cegadora, que ha sido adoptada por muchos grupos Evangélicos Protestantes también. (El único tropiezo para algunos de ellos es una renuencia a eliminar la pena capital). Esto, a su vez, ha dado a la Iglesia Católica aliados útiles en todo el mundo que la han ayudado en su camino para enmendar la Constitución dominicana.
“Milagros” no revisados a la luz de la evidencia nueva
De conformidad con el recuento de la Iglesia, Elizabeth Comparini, quien perdió su líquido amniótico temprano en su embarazo, fue advertida por los doctores que las posibilidades de sobrevivir de su bebé eran “nulas”. A pesar de ello, a través de sus oraciones a Gianna Molla, ella fue capaz de dar a luz un bebé saludable.
Sin embargo, según señala el Dr. Antony Lempert, un estudio publicado varios años después demostró que la pérdida del líquido amniótico no necesariamente compromete la vida del bebé.
El concluye que “la opinión científica inevitablemente cambia de acuerdo con la evolución de la evidencia. Aparentemente, la santidad no utiliza las mismas garantías.”
La primera indicación que la campaña de "la-vida-a-todo-costo" sería iniciada llegó en 1994 con la beatificación de la madre que se necesitaba para personificarla. Como la idea fue la de hacer que fuera encantador morirse durante el parto, el Vaticano no escogió a una mujer pobre en África, donde ocurren la mayor parte de estas muertes evitables. En su lugar, la Iglesia seleccionó a una pediatra italiana casada con un ingeniero, que también tenía tres pequeñines rubios fotogénicos. Apartado de la histeria médico-religiosa, parece ser, que luego de recibir tratamiento para una condición común (y generalmente no muy amenazante) temprano en su embarazo, varios días después de dar a luz, ella se murió de una complicación cuya causa es desconocida. Un resultado triste, pero a todas luces, no particularmente santo. Sin embargo, el éxito de la obstetricia moderna ha servido para limitar el pool del Vaticano de mártires de la maternidad y Gianna Beretta Molla tendría que ser escogida. Ella fue puesta en la vía rápida para la canonización, se encontró un milagro dudoso, y en 2004 la Iglesia consiguió a su santa patrona para la mortalidad maternal. Ahora, por sólo $24,99 (precio de catálogo $29.99), usted puede tener su propia camiseta de Santa Gianna con el lema: "Ninguna madre tiene mayor amor que dar su vida por la de su propio hijo".
El año después de poner a Gianna en el sendero a la santidad, Juan Pablo II desveló la parte teológica de la campaña con su encíclica a "la-vida-a-todo-costo", Evangelium vitae. Este documento revela una estrategia de dos partes. No sólo exhorta efectivamente a que las mujeres paran niños hasta que colapsen, también obliga a los votantes, jueces y legisladores católicos a obedecer la enseñanza del Vaticano en sus decisiones y en sus votos (§ 73). Es decir, no contentos con instar a las mujeres a reproducirse, también tratan de asegurar que las leyes del estado se conformen a las de la Iglesia, para que las mujeres no tengan otra opción.
El próximo paso fue el de tratar de conseguir que la enseñanza del Vaticano fuera anclada en las constituciones del mundo, donde formaría la base de la legislación nacional. El primer intento fracasado fue hecho en Polonia en 2006. Luego, el año pasado, el Vaticano vio otra oportunidad, esta vez en el Caribe, donde la Constitución de la República Dominicana estaba a punto de ser enmendada. A diferencia del intento fallado en Polonia, aquí las doctrinas del Vaticano son combinadas con otras enmiendas constitucionales más atrayentes políticamente. Y entre éstas se encuentra una notable adición de última hora que asegura su aprobación.
El 11 de junio, en una movida que ha escandalizado a muchos dominicanos, el Presidente y el líder del principal partido de oposición tuvieron una reunión en secreto donde ellos llegaron a un trato para un cambio constitucional mutuamente beneficioso. Su enmienda hace dos cosas: elimina términos consecutivos para el presidente y quita de la Constitución la cláusula del "nunca jamás". Esto prevendrá al Presidente de postularse en las elecciones del 2012, aumentando de esa manera la oportunidad de ganar al líder de la oposición, y a la vez permite al Presidente postularse otra vez en 2016. A cambio de este arreglo curioso (cuyo texto completo no ha sido revelado), se espera que el principal partido de oposición vote con el partido oficial para aprobar las enmiendas. Esto consagrará la enseñanza del Vaticano en la Constitución donde en lo adelante formará la base de las leyes del país.
Muchos dominicanos han protestado. El Colegio Médico y la Sociedad Dominicana de Ginecología y Obstetricia han hablado francamente, y las mujeres preocupadas han tomado a las calles. El 21 de abril, el día del primer voto, a pesar de ser confrontadas por la policía anti-motines, cientos de mujeres se pararon detrás de la barrera delante del Senado en la tarde soleada, llevando pancartas con frases como "No queremos rosarios en nuestros ovarios". Sin embargo, las protestas parecen infructuosas ante la masiva "Cruzada por la Vida" dirigida por el poderoso Arzobispo Cardenal Nicolás de Jesús López, quien también dirige la capellanía para el ejército y la policía. Por eso es que se necesita ayuda desde afuera y ahora la Coalición Internacional de Salud de la Mujer está lanzando un intento desesperado, antes de la segunda lectura de la propuesta, para tratar de prevenir este desastre de los derechos humanos. ("Toma medidas hoy para apoyar los derechos de las mujeres dominicanas".)
¿Sin embargo, qué incentivo tienen realmente los políticos dominicanos para escuchar a los partidarios de los derechos humanos? Gracias a la eliminación del "nunca jamás", se espera que las consideraciones de supervivencia política hará que los legisladores den al Vaticano exactamente lo que desea. Y la República Dominicana es solo el principio. Como expresó jubiloso uno de los aliados Evangélicos del Vaticano, esto tiene la intención de servir como "un ejemplo" para los otros países de América Latina.
Suena como si él realmente quiere decir "un patrón".