Un soldado realiza una guardia frente a un cartel en Ciudad Juárez, México, 23 jun 2009. Un masivo incremento de la presencia del Ejército mexicano no ha podido contener la violencia de los narcotraficantes en la norteña Ciudad Juárez, en la frontera con Estados Unidos y en el centro de la guerra antidrogas del presidente Felipe Calderón. REUTERS/Alejandro Bringas
39 minutos
Por Julián Cardona
COLONIA LEBARON, México (Reuters) - Cientos de dolientes acudieron el jueves al sepelio de dos mormones estadounidenses, asesinados en una comunidad al norte de México por sicarios del narcotráfico, por denunciar los secuestros del cártel, y el FBI ha ofrecido ayudar en la investigación.
Más de 1,000 personas, entre ellos familiares de los muertos, despidieron al ataúd de Benjamín LeBarón, un líder mormón y activista contra el delito quien fue secuestrado y asesinado por unos 20 hombres armados, en venganza por haber colaborado en la captura de un grupo de sicarios.
El Ejército mexicano resguardaba la ceremonia.
Los pistoleros entraron en la casa de LeBarón la noche de martes y lo torturaron frente a su familia, para luego arrastrarlo fuera junto con su cuñado, Luis Carlos Widmar, matar a ambos a tiros y arrojar sus cuerpos en el campo.
El asesinato es uno de los más recientes golpes a la campaña del presidente Felipe Calderón para poner freno a la violencia del narco, que ha dejado más de 12,300 muertos en el país desde que Calderón subió al poder a fines del 2006.
"Los hombres que los asesinaron no tienen hijos, no tienen padres y no tienen madre", dijo el líder comunitario Adrián LeBarón en una atestada iglesia del estado de Chihuahua, fronterizo con Texas.
La zona es el hogar de una comunidad de mormones de origen germánico, que se desplazaron a México desde Estados Unidos en la década de 1920 para practicar su estilo de vida y su doctrina.
El grupo se separó de la comunidad mormona tradicional luego de que abandonó la poligamia.
La policía mexicana dice que los narcos ordenaron las muertes. La estadounidense Agencia Federal de Investigaciones (FBI) ha ofrecido ayudar en las pesquisas, según un portavoz de la embajada de Washington en Ciudad de México.
Los cárteles del narco han amenazado y asesinado durante años a periodistas y activistas contra el crimen para silenciarlos.
En meses recientes, algunos han comenzado a secuestrar docenas de mormones en la comunidad rural de LeBarón.
El hermano de LeBarón, Eric, fue secuestrado en mayo, llevando a la comunidad de 2,000 habitantes a realizar protestas en la capital del Estado. Se negaron a pagar la recompensa de un millón de dólares.
Luego de que Eric fue liberado, los residentes -muchos de los cuales tienen nacionalidad estadounidense y mexicana- protestaron para pedir protección en la remota zona desértica de Chihuahua donde viven. Funcionarios acudieron al funeral del jueves y prometieron mejorar la seguridad.
Calderón ha urgido a los ciudadanos a estar vigilantes y a reportar los crímenes del narco para ayudar a la policía y al Ejército a controlar la violencia. Pero muchos mexicanos tienen demasiado miedo de alertar a las autoridades porque policías corruptos trabajan abiertamente con los narcotraficantes.
El derramamiento de sangre ha alarmado a Washington, que teme que la violencia cruce la frontera.
Un reciente incremento de la presencia militar en Ciudad Juárez sólo logró calmar temporalmente la violencia, y los cárteles se dedican al secuestro para completar las ganancias perdidas por la caída en el tráfico por la presión militar.
(Con reporte adicional de Robin Emmott en Monterrey; Editado por Ricardo Figueroa)
Por Julián Cardona
COLONIA LEBARON, México (Reuters) - Cientos de dolientes acudieron el jueves al sepelio de dos mormones estadounidenses, asesinados en una comunidad al norte de México por sicarios del narcotráfico, por denunciar los secuestros del cártel, y el FBI ha ofrecido ayudar en la investigación.
Más de 1,000 personas, entre ellos familiares de los muertos, despidieron al ataúd de Benjamín LeBarón, un líder mormón y activista contra el delito quien fue secuestrado y asesinado por unos 20 hombres armados, en venganza por haber colaborado en la captura de un grupo de sicarios.
El Ejército mexicano resguardaba la ceremonia.
Los pistoleros entraron en la casa de LeBarón la noche de martes y lo torturaron frente a su familia, para luego arrastrarlo fuera junto con su cuñado, Luis Carlos Widmar, matar a ambos a tiros y arrojar sus cuerpos en el campo.
El asesinato es uno de los más recientes golpes a la campaña del presidente Felipe Calderón para poner freno a la violencia del narco, que ha dejado más de 12,300 muertos en el país desde que Calderón subió al poder a fines del 2006.
"Los hombres que los asesinaron no tienen hijos, no tienen padres y no tienen madre", dijo el líder comunitario Adrián LeBarón en una atestada iglesia del estado de Chihuahua, fronterizo con Texas.
La zona es el hogar de una comunidad de mormones de origen germánico, que se desplazaron a México desde Estados Unidos en la década de 1920 para practicar su estilo de vida y su doctrina.
El grupo se separó de la comunidad mormona tradicional luego de que abandonó la poligamia.
La policía mexicana dice que los narcos ordenaron las muertes. La estadounidense Agencia Federal de Investigaciones (FBI) ha ofrecido ayudar en las pesquisas, según un portavoz de la embajada de Washington en Ciudad de México.
Los cárteles del narco han amenazado y asesinado durante años a periodistas y activistas contra el crimen para silenciarlos.
En meses recientes, algunos han comenzado a secuestrar docenas de mormones en la comunidad rural de LeBarón.
El hermano de LeBarón, Eric, fue secuestrado en mayo, llevando a la comunidad de 2,000 habitantes a realizar protestas en la capital del Estado. Se negaron a pagar la recompensa de un millón de dólares.
Luego de que Eric fue liberado, los residentes -muchos de los cuales tienen nacionalidad estadounidense y mexicana- protestaron para pedir protección en la remota zona desértica de Chihuahua donde viven. Funcionarios acudieron al funeral del jueves y prometieron mejorar la seguridad.
Calderón ha urgido a los ciudadanos a estar vigilantes y a reportar los crímenes del narco para ayudar a la policía y al Ejército a controlar la violencia. Pero muchos mexicanos tienen demasiado miedo de alertar a las autoridades porque policías corruptos trabajan abiertamente con los narcotraficantes.
El derramamiento de sangre ha alarmado a Washington, que teme que la violencia cruce la frontera.
Un reciente incremento de la presencia militar en Ciudad Juárez sólo logró calmar temporalmente la violencia, y los cárteles se dedican al secuestro para completar las ganancias perdidas por la caída en el tráfico por la presión militar.
(Con reporte adicional de Robin Emmott en Monterrey; Editado por Ricardo Figueroa)
.
.