Se sentará para afinar y limpiar la plata; porque limpiará a los hijos de Leví, los afinará como a oro y como a plata, y traerán a Jehová ofrenda en justicia. (Mal. 3: 3).
Ha llegado el tiempo cuando el poder milagroso del archiengañador se revelará con mayor osadía. Sus errores ganarán tanto en seducción alucinadora que confundirán, y si es posible, engañarán aun a los escogidos. El príncipe de las tinieblas y sus malos ángeles están obrando sobre la cristiandad e induciendo a los que profesan el nombre de Cristo a colocarse bajo el estandarte de las tinieblas para luchar contra los que guardan los mandamientos de Dios y tienen la fe de Jesús.
La iglesia apóstata se unirá con los poderes de la tierra y del infierno para colocar sobre la frente o la mano la marca de la bestia e inducir a los hijos de Dios a adorar a la bestia y a su imagen. Procurarán obligarlos a renegar de su fidelidad a la ley de Dios y a rendir homenaje al papado. Entonces vendrán tiempos cuando las almas de los hombres serán probadas, pues la confederación de la apostasía exigirá que los fieles súbditos de Dios repudien la ley de Jehová y la verdad de su Palabra. Entonces el oro será separado de la escoria, y entonces se pondrá de manifiesto quiénes son piadosos, leales y sinceros y quiénes son desleales. . . ¡Qué cantidad de tamo será aventado entonces por el bieldo de Dios! Donde ahora nuestros ojos sólo alcanzan a ver fecundos trigales se verá la paja aventada por el bieldo de Dios. Todo aquel cuya vida no esté centrada en Cristo no podrá soportar la prueba de ese día. En tanto que los que están vestidos con la justicia de Cristo permanecen fíeles a la verdad y al deber, los que han confiado en su propia justicia se alistarán bajo el tétrico estandarte del príncipe de las tinieblas. Entonces se hará notorio si se ha elegido a Cristo o a Belial. Los que no han confiado en sí mismos, los que han estado en situaciones tan particulares que no osaron arrostrar afrentas y vituperios, al fin se pondrán abiertamente de parte de Cristo y de su ley. En cambio muchos que en apariencia eran árboles florecientes, pero sin fruto, se unirán a las multitudes para hacer el mal y recibirán la señal de la apostasía en su frente o en su mano.
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Maranata, E. G. W., p.202.
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Nota: Letras Violetas y Mamey usadas para dar enfasis.
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