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Tuesday, December 20, 2011

EL FUERTE CLAMOR





Vi ángeles que apresuradamente iban y venían de uno a otro lado del cielo, bajaban a la tierra y volvían a subir al cielo, como si se prepararan para cumplir algún notable acontecimiento. Después vi otro ángel poderoso, al que se ordenó que bajase a la tierra y uniese su voz a la del tercer ángel para dar fuerza y vigor a su mensaje. Ese ángel recibió gran poder y gloria, y al descender dejó toda la tierra iluminada con su gloria. La luz que rodeaba a este ángel penetraba por doquiera mientras clamaba con fuerte voz: "Ha caído, ha caído la gran Babilonia, y se ha hecho habitación de demonios y guarida de todo espíritu inmundo, y albergue de toda ave inmunda y aborrecible." Aquí se repite el mensaje de la caída de Babilonia, tal como lo dio el segundo ángel, con la mención adicional de las corrupciones introducidas en las iglesias desde 1844. La obra de este ángel comienza a tiempo para unirse a la última magna obra del mensaje del tercer ángel cuando éste se intensifica hasta ser un fuerte pregón. Así se prepara el pueblo de Dios para afrontar la hora de la tentación que muy luego ha de asaltarle. Vi que sobre los fieles reposaba una luz vivísima, y que se unían para proclamar sin temor el mensaje del tercer ángel.

Otros ángeles fueron enviados desde el cielo en ayuda del potente ángel, y oí voces que por doquiera resonaban diciendo: "Salid de ella, pueblo mío, para que no seáis partícipes de sus pecados, ni recibáis parte en sus plagas; porque sus pecados han llegado hasta el cielo, y Dios se ha acordado de sus maldades." Este mensaje parecía ser un complemento del tercer mensaje, pues se le unía como el clamor de media noche se añadió en 1844 al mensaje del segundo ángel. La gloria de Dios reposaba sobre los pacientes y expectantes santos, quienes valerosamente daban la postrera y solemne amonestación, proclamando la caída de Babilonia y exhortando al pueblo de Dios a que de ella saliese para escapar a su terrible condenación.

La luz derramada sobre los fieles penetraba por doquiera; los que en las iglesias tenían alguna luz, y no habían oído ni rechazado los tres mensajes, obedecieron la exhortación y abandonaron las iglesias caídas. Muchos habían entrado en edad de razón y responsabilidad desde la proclamación de los mensajes; y la luz brilló sobre ellos, deparándoles el privilegio de escoger entre la vida o la muerte. Algunos escogieron la vida y se unieron con los que esperaban a su Señor y guardaban todos sus mandamientos. El tercer mensaje iba a efectuar su obra. Todos iban a ser probados por él, y las almas preciosas iban a ser invitadas a salir de las congregaciones religiosas. Una fuerza compulsiva movía a los sinceros, al paso que la manifestación del poder de Dios infundía temor y respeto a los incrédulos parientes y amigos para que no se atrevieran ni pudieran estorbar a quienes sentían en sí la obra del Espíritu de Dios. El postrer llamamiento llegó hasta los infelices esclavos, y los más piadosos de ellos prorrumpieron en cánticos de transportado gozo ante la perspectiva de su feliz liberación. Sus amos no pudieron contenerlos, porque el asombro y el temor los mantenían en silencio. Se realizaron grandes milagros. Sanaban los enfermos, y señales y prodigios acompañaban a los creyentes. Dios colaboraba con la obra, y todos los santos, sin temor de las consecuencias, obedecían al convencimiento de su conciencia, se unían con los que guardaban todos los mandamientos de Dios y proclamaban poderosamente por doquiera el tercer mensaje. Vi que este mensaje terminaría con fuerza y vigor muy superiores al clamor de media noche.

Los siervos de Dios, dotados con el poder del cielo, con sus semblantes iluminados y refulgentes de santa consagración, salieron a proclamar el mensaje celestial. Muchas almas diseminadas entre las congregaciones religiosas respondieron al llamamiento y salieron presurosas de las sentenciadas iglesias, como Lot salió presuroso de Sodoma antes de la destrucción de esa ciudad. Fortalecióse el pueblo de Dios con la excelsa gloria que sobre él reposaba en copiosa abundancia, ayudándole a soportar la hora de la tentación. Oí multitud de voces que por todas partes exclamaban: "Aquí está la paciencia de los santos, los que guardan los mandamientos de Dios y la fe de Jesús."

Primeros Escritos, p. 277-279.

Saturday, July 24, 2010

Salid de ella, pueblo mío, porque (para que) no seáis participantes de sus pecados, y que no recibáis de sus plagas...

Apocalipsis 18


1Y DESPUÉS de estas cosas vi otro ángel descender del cielo teniendo grande potencia; y la tierra fué alumbrada de su gloria.
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2Y clamó con fortaleza en alta voz, diciendo: Caída es, caída es la grande Babilonia, y es hecha habitación de demonios, y guarida de todo espíritu inmundo, y albergue de todas aves sucias y aborrecibles.

3Porque todas las gentes han bebido del vino del furor de su fornicación; y los reyes de la tierra han fornicado con ella, y los mercaderes de la tierra se han enriquecido de la potencia de sus deleites.

4Y oí otra voz del cielo, que decía: Salid de ella, pueblo mío, porque no seáis participantes de sus pecados, y que no recibáis de sus plagas;

5Porque sus pecados han llegado hasta el cielo, y Dios se ha acordado de sus maldades.

6Tornadle á dar como ella os ha dado, y pagadle al doble según sus obras; en el cáliz que ella os dió á beber, dadle á beber doblado.

7Cuanto ella se ha glorificado, y ha estado en deleites, tanto dadle de tormento y llanto; porque dice en su corazón: Yo estoy sentada reina, y no soy viuda, y no veré llanto.

8Por lo cual en un día vendrán sus plagas, muerte, llanto y hambre, y será quemada con fuego; porque el Señor Dios es fuerte, que la juzgará.

9Y llorarán y se lamentarán sobre ella los reyes de la tierra, los cuales han fornicado con ella y han vivido en deleites, cuando ellos vieren el humo de su incendio,

10Estando lejos por el temor de su tormento, diciendo: ¡Ay, ay, de aquella gran ciudad de Babilonia, aquella fuerte ciudad; porque en una hora vino tu juicio!

11Y los mercaderes de la tierra lloran y se lamentan sobre ella, porque ninguno compra más sus mercaderías:

12Mercadería de oro, y de plata, y de piedras preciosas, y de margaritas, y de lino fino, y de escarlata, y de seda, y de grana, y de toda madera olorosa, y de todo vaso de marfil, y de todo vaso de madera preciosa, y de cobre, y de hierro, y de mármol;

13Y canela, y olores, y ungüentos, y de incienso, y de vino, y de aceite; y flor de harina y trigo, y de bestias, y de ovejas; y de caballos, y de carros, y de siervos, y de almas de hombres.

14Y los frutos del deseo de tu alma se apartaron de ti; y todas las cosas gruesas y excelentes te han faltado, y nunca más las hallarás.

15Los mercaderes de estas cosas, que se han enriquecido, se pondrán lejos de ella por el temor de su tormento, llorando y lamentando,

16Y diciendo: ¡Ay, ay, aquella gran ciudad, que estaba vestida de lino fino, y de escarlata, y de grana, y estaba dorada con oro, y adornada de piedras preciosas y de perlas!

17Porque en una hora han sido desoladas tantas riquezas. Y todo patrón, y todos los que viajan en naves, y marineros, y todos los que trabajan en el mar, se estuvieron lejos;

18Y viendo el humo de su incendio, dieron voces, diciendo: ¿Qué ciudad era semejante á esta gran ciudad?

19Y echaron polvo sobre sus cabezas; y dieron voces, llorando y lamentando, diciendo: ¡Ay, ay, de aquella gran ciudad, en la cual todos los que tenían navíos en la mar se habían enriquecido de sus riquezas; que en una hora ha sido desolada!

20Alégrate sobre ella, cielo, y vosotros, santos, apóstoles, y profetas; porque Dios ha vengado vuestra causa en ella.

21Y un ángel fuerte tomó una piedra como una grande piedra de molino, y la echó en la mar, diciendo: Con tanto ímpetu será derribada Babilonia, aquella grande ciudad, y nunca jamás será hallada.

22Y voz de tañedores de arpas, y de músicos, y de tañedores de flautas y de trompetas, no será más oída en ti; y todo artífice de cualquier oficio, no será más hallado en ti; y el sonido de muela no será más en ti oído:

23Y luz de antorcha no alumbrará más en ti; y voz de esposo ni de esposa no será más en ti oída; porque tus mercaderes eran los magnates de la tierra; porque en tus hechicerías todas las gentes han errado.

24Y en ella fué hallada la sangre de los profetas y de los santos, y de todos los que han sido muertos en la tierra.


Reina-Valera Antigua (RVA)
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Saturday, April 10, 2010

Walter Veith - EL fuerte pregon La ultima advertencia Parte I (1-5)

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El Fuerte Clamor



58.


VI ÁNGELES que apresuradamente iban y venían de uno a otro lado del cielo, descendían a la tierra y volvían a subir al cielo, como si se prepararan para el cumplimiento de algún notable acontecimiento. Después vi a otro ángel poderoso, al que se ordenó que descendiera a la tierra y uniese su voz con la del tercer ángel para dar fuerza y vigor a su mensaje. Ese ángel recibió gran poder y gloria, y al descender iluminó toda la tierra con su resplandor. La luz que lo acompañaba penetraba por doquier mientras clamaba con fuerte voz: "Ha caído, ha caído la gran Babilonia, y se ha hecho habitación de demonios, y guarida de todo espíritu inmundo, y albergue de toda ave inmunda y aborrecible" (Apoc. 18: 2).

Aquí se repite el mensaje de la caída de Babilonia, tal como lo dio el segundo ángel, con la mención adicional de las corrupciones que se han introducido en las iglesias desde 1844. La obra de ese ángel comienza a tiempo para unirse a la última magna tarea del mensaje del tercer ángel, cuando éste se intensifica hasta convertirse en un fuerte pregón. Así se prepara el pueblo de Dios para afrontar la hora de la prueba que muy pronto ha de sobrevenir. Vi que sobre ellos reposaba una luz vivísima, y que se unían para proclamar sin temor el mensaje del tercer ángel. 420

Otros ángeles fueron enviados para ayudar al poderoso ángel del cielo, y oí voces que parecía resonaban por doquier y que decían: "Salid de ella, pueblo mío, para que no seáis partícipes de sus pecados, y ni recibáis parte en sus plagas; porque sus pecados han llegado hasta el cielo, y Dios se ha acordado de sus maldades" (Apoc. 18: 4, 5). Este mensaje parecía un complemento del tercer mensaje, que se le unía así como el clamor de medianoche se unió en 1844 al mensaje del segundo ángel. La gloria de Dios reposaba sobre los santos pacientes y expectantes, que valerosamente daban la postrera y solemne amonestación, para proclamar la caída de Babilonia y exhortar al pueblo de Dios a que saliera de ella a fin de huir de su terrible condenación.

La luz derramada sobre los fieles penetraba por doquier, y los que estaban en las iglesias, si tenían alguna luz todavía , y no habían oído ni rechazado los tres mensajes, obedecieron la exhortación y abandonaron las iglesias caídas. Muchos conservaron por años en reserva su responsabilidad frente a estos mensajes, desde que se proclamaron, hasta que la luz brilló sobre ellos dándoles el privilegio de escoger entre la vida y la muerte. Algunos escogieron la vida y se unieron con los que esperaban a su Señor y guardaban todos sus mandamientos. El tercer mensaje tenía que efectuar su obra. Todos iban a ser probados por él, y las almas preciosas iban a recibir la invitación a salir de las congregaciones religiosas.

Una fuerza impelente movía a los sinceros, mientras la manifestación del poder de Dios infundía temor y respeto a los incrédulos parientes y amigos para que no se atrevieran a estorbar a quienes sentían en sí mismos la obra del Espíritu de Dios, ni pudieran hacerlo. El postrer llamamiento llegó hasta 421 los infelices esclavos, y los más piadosos de ellos prorrumpieron en cánticos de inefable gozo ante la perspectiva de su feliz liberación.* Sus amos no los pudieron dominar, porque el asombro y el temor los mantenían en silencio. Se realizaron grandes milagros. Sanaban los enfermos, y señales y prodigios acompañaban a los creyentes. Dios colaboraba con la obra, y todos los santos, sin temor de las consecuencias, obedecieron la convicción de su conciencia, y se unieron con los que guardaban todos los mandamientos de Dios, y proclamaron con poder y por doquiera el tercer mensaje. Vi que este mensaje terminaría con una fuerza y un vigor muy superiores al clamor de medianoche.

Los siervos de Dios, dotados del poder del cielo, con sus semblantes iluminados y resplandecientes de santa consagración, salieron a proclamar el mensaje celestial. Muchas almas diseminadas entre todas las congregaciones religiosas aceptaron la invitación, y las almas preciosas salieron apresuradamente de las iglesias condenadas, como Lot cuando salió presuroso de Sodoma antes que fuera destruida. El pueblo de Dios se fortaleció con la gloria excelsa que reposaba sobre él en gran abundancia, ayudándolo a soportar la hora de la tentación. Oí por todas partes multitud de voces que exclamaban: "Aquí está la paciencia de los santos, los que guardan los mandamientos de Dios y la fe de Jesús" (Apoc. 14: 12). 422





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Thursday, July 30, 2009

El Angel de Apocalipsis 18


Vi a otro ángel descender del cielo con gran poder; y la tierra fue alumbrada con su gloria. (Apoc. 18: 1).


Pronto se cumplirán las profecías del capítulo decimoctavo del Apocalipsis durante la proclamación del mensaje del tercer ángel "otro ángel" descenderá "del cielo con gran poder; y la tierra" será "alumbrada con su gloria". El Espíritu del Señor bendecirá tan abundantemente a los instrumentos humanos consagrados, que hombres, mujeres y niños abrirán sus labios en alabanza y acción de gracias, llenando la tierra con el conocimiento de Dios y con su insuperable gloria como las aguas cubren el mar.

Los que hayan permanecido firmes en la fe desde el comienzo hasta el fin, seguirán siendo vigilantes durante el tiempo en que el mensaje del tercer ángel se proclame con gran poder. Durante el fuerte clamor, ayudada por la intervención providencial de su exaltado Señor, la iglesia difundirá el conocimiento de la salvación en una forma tan extensa que la luz será transmitida a cada ciudad y pueblo. La tierra será inundada con el conocimiento de la salvación. El Espíritu de Dios, en su acción renovadora, coronará con un éxito tan rotundo la intensa actividad de sus agentes, que el resplandor de la luz de la verdad presente será visto en todas partes.


Habrá una serie de acontecimientos que tendrán por objeto mostrar que Dios domina la situación. La verdad será proclamada en un lenguaje claro e inequívoco. A nosotros, como pueblo, nos incumbe preparar el camino del Señor bajo la dirección de su Espíritu Santo. El Evangelio debe ser dado en su pureza. El raudal de aguas vivas debe profundizar y ensanchar su curso. En todos los campos, cercanos y lejanos, habrá hombres que serán llamados a dejar el arado y los negocios que ocupan de costumbre el pensamiento, para prepararse junto a hombres de experiencia. A medida que aprendan a trabajar con éxito, anunciarán la verdad con poder. Merced a las maravillosas operaciones de la Providencia divina, montañas de dificultades serán removidas y arrojadas al mar. El mensaje, que tanto significa para todos los habitantes de la tierra, será oído y comprendido. Los hombres verán dónde está la verdad. La obra progresará más y más hasta que la tierra entera sea amonestada; y entonces vendrá el final.

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Maranata, E.G.W., p. 216
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