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Saturday, December 3, 2016

No puede haber armonía entre ellos


Todos los que toman la Palabra de Dios como regla de vida son puestos en estrecha relación unos con otros. La Biblia es su vínculo de unión. Pero su compañerismo no será buscado ni deseado por aquellos que se inclinan ante la sagrada Palabra como ante la guía infalible. Divergirán, tanto en fe como en práctica. No puede haber armonía entre ellos; son irreconciliables. Como adventistas del séptimo día, colocamos por encima de las costumbres y tradiciones el sencillo: “Así dice Jehová”; y por esta razón no estamos ni podemos estar en armonía con las multitudes que enseñan y siguen las doctrinas y los mandamientos de los hombres.


Testimonios para la Iglesia Tomo 5, p.366.


Saturday, October 22, 2016

Los Sufrimientos de Cristo


A fin de apreciar plenamente el valor de la salvación, es necesario comprender cuál ha sido su costo. Como consecuencia de las ideas limitadas referentes a los sufrimientos de Cristo, muchos estiman en poco la gran obra de la expiación. El glorioso plan proyectado para la salvación del hombre se puso por obra mediante el amor infinito de Dios Padre. En este plan divino se ve la manifestación más admirable del amor de Dios hacia la especie caída. Un amor como el que se manifiesta en el don del amado Hijo de Dios asombraba a los ángeles. “Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna”. Juan 3:16. Este Salvador era el esplendor de la gloria del Padre, y la imagen expresa de su persona. Divinamente majestuoso, perfecto y excelente, era igual a Dios. “Por cuanto agradó al Padre que en él habitase toda plenitud”. Colosenses 2:19. “El cual, siendo en forma de Dios, no tuvo por usurpación ser igual a Dios: sin embargo, se anonadó a sí mismo, tomando forma de siervo, hecho semejante a los hombres; y hallado en la condición como hombre, se humilló a sí mismo, hecho obediente hasta la muerte, y muerte de cruz”. Filipenses 2:6-8.

Cristo consintió en morir en lugar del pecador, a fin de que el hombre, mediante una vida de obediencia, pudiese escapar a la penalidad de la ley de Dios. Su muerte no anuló la ley; no la eliminó, ni disminuyó sus santos requerimientos, ni redujo su sagrada dignidad.  La muerte de Cristo proclamó la justicia de la ley de su Padre al castigar al transgresor, al consentir en someterse él mismo a la penalidad de la ley, a fin de salvar de su maldición al hombre caído. La muerte del amado Hijo de Dios en la cruz revela la inrnutabilidad de la ley de Dios. Su muerte la magnifica y la honra, y evidencia ante el hombre su carácter inmutable. De sus labios divinos se oyen las palabras: “No penséis que he venido para abrogar la ley o los profetas: no he venido para abrogar, sino a cumplir”. Mateo 5:17. La muerte de Cristo justificó las demandas de la ley.



Tuesday, October 18, 2016

Un engaño terrible


 
 ¡Cuán terriblemente engañados están los que piensan que el mundo está mejorando! Cristo declara: “Como fue en los días de Noé, así también será en los días del Hijo del Hombre”. “Porque como en los días antes del diluvio estaban comiendo y bebiendo, casándose y dando en casamiento, hasta el día en que Noé entró en el arca, y no entendieron hasta que vino el diluvio y se los llevó a todos, así será también la venida del Hijo del Hombre”. A una situación semejante llegará el mundo al rechazar la ley de Dios. 
 
Y el tercer ángel los siguió, diciendo a gran voz: Si alguno adora a la bestia y a su imagen, y recibe la marca en su frente o en su mano, él también beberá del vino de la ira de Dios, que ha sido vaciado puro en el cáliz de su ira; y será atormentado con fuego y azufre delante de los santos ángeles y del Cordero; y el humo de su tormento sube por los siglos de los siglos. Y no tienen reposo de día ni de noche los que adoran a la bestia y a su imagen, ni nadie que recibe la marca de su nombre”.  
 
Juan fue llamado a contemplar a un pueblo distinto de los que adoran a la bestia o a su imagen al guardar el primer día de la semana. La observancia de este día es la marca de la bestia. Juan declara: “Aquí está la paciencia de los santos, los que guardan los mandamientos de Dios y la fe de Jesús”.
 
Entonces el dragón se llenó de ira contra la mujer; y se fue a hacer guerra contra el resto de la descendencia de ella, los que guardan los mandamientos de Dios y tienen el testimonio de Jesucristo”. Se nos muestra claramente que existirán dos bandos en el momento en que aparezca nuestro Señor y Salvador Jesucristo. ¿En cuál bando deseamos ser hallados? “He aquí, yo vengo pronto—dice Cristo—, y mi galardón conmigo, para recompensar a cada uno según sea su obra. Yo soy el Alfa y la Omega, el principio y el fin, el primero y el último. Bienaventurados los que lavan sus ropas [guardan sus mandamientos], para tener derecho al árbol de la vida, y para entrar por las puertas en la ciudad”. Este es el destino de los que observan los mandamientos. ¿No debemos todos desear estar entre el número de personas que tendrán derecho al árbol de la vida, y que entrarán por las puertas en la ciudad?  
 
Adán y Eva y su posteridad perdieron el derecho al árbol de la vida a causa de su desobediencia. “Y dijo Jehová Dios: He aquí el hombre es como uno de nosotros, sabiendo el bien y el mal; ahora, pues, que no alargue su mano, y tome también del árbol de la vida, y coma, y viva para siempre. Y lo sacó Jehová del huerto del Edén, para que labrase la tierra de que fue tomado”. Adán y Eva transgredieron la ley de Dios. Esto hizo necesario que fueran alejados del Edén y separados del árbol de la vida, pues al comer de él después de su transgresión, hubieran perpetuado el pecado. “Echó, pues, fuera al hombre, y puso al oriente del huerto de Edén querubines, y una espada encendida que se revolvía por todos lados, para guardar el camino del árbol de la vida”. El hombre dependía del árbol de la vida para la inmortalidad, y el Señor tomó estas precauciones para que los hombres no comieran de ese árbol y vivieran para siempre, llegando a ser pecadores inmortales.  
 
La muerte entró en el mundo a causa de la transgresión. Pero Cristo dio su vida para que el hombre tuviera otra oportunidad. El no murió en la cruz para abolir la ley de Dios, sino para asegurarle al hombre un segundo tiempo de gracia. No murió para que el pecado llegara a ser un atributo inmortal; murió para asegurar el derecho a destruir a aquel que tenía el imperio de la muerte, esto es, al diablo. Sufrió plenamente la sanción que merecía el quebrantamiento de la ley por parte del mundo entero. Esto lo hizo, no para que los hombres continuaran en la transgresión, sino para que reanudaran su lealtad y guardaran los mandamientos de Dios y su ley como la niña de su ojo. 
 
Testimonios para los Ministros, p.132.
 
 

Sunday, June 26, 2016

La viña del Señor


Introducción—La viña del Señor


Cuando Dios llamó a Abrahán para que saliese de entre su parentela idólatra, y le invitó a que morase en la tierra de Canaán, lo hizo con el fin de otorgar los más ricos dones del Cielo a todos los pueblos de la tierra. “Haré de ti—le dijo—una nación grande, y bendecirte he, y engrandeceré tu nombre, y serás bendición.”. Génesis 12:2. Abrahán recibió la alta distinción de ser padre del pueblo que durante siglos habría de custodiar y conservar la verdad de Dios para el mundo, el pueblo por medio del cual todas las naciones iban a ser bendecidas en el advenimiento del Mesías prometido.

Casi habían perdido los hombres el conocimiento del Dios verdadero. Sus intelectos estaban entenebrecidos por la idolatría. En lugar de los estatutos divinos, cada uno de los cuales es “santo, y justo, y bueno” (Romanos 7:12), procuraban substituir leyes en armonía con los designios de sus propios corazones crueles y egoístas. Sin embargo, en su misericordia, Dios no los raía de la existencia. Se proponía darles la oportunidad de conocerle mediante su iglesia. Quería que los principios revelados por su pueblo fuesen el medio de restaurar la imagen moral de Dios en el hombre.

La ley de Dios debía ser exaltada, su autoridad mantenida; y esta obra grande y noble fué confiada a la casa de Israel. Dios la separó del mundo para poder entregarle un cometido sagrado. La hizo depositaria de su ley y quiso conservar por su medio el conocimiento de sí mismo entre los hombres. Así debía brillar la luz del cielo sobre un mundo envuelto en tinieblas y debía oírse una voz que suplicara a todos los pueblos que se apartasen de la idolatría para servir al Dios viviente.

“Con gran fortaleza, y con mano fuerte” (Éxodo 32:11), Dios sacó a su pueblo elegido de la tierra de Egipto. “Envió a su siervo Moisés, y a Aarón al cual escogió. Pusieron en ellos las palabras de sus señales, y sus prodigios en la tierra de Cham.” “Y reprendió al mar Bermejo, y secólo; e hízoles ir por el abismo.”.Salmos 105:26, 27; 106:9. El los rescató de su condición servil, para poder llevarlos a una buena tierra, una tierra que había preparado en su providencia para que les sirviese de refugio que los protegiese de sus enemigos. Quería atraerlos a sí, y rodearlos con sus brazos eternos; y en reconocimiento de su bondad y misericordia, debían ellos exaltar su nombre y hacerlo glorioso en la tierra.

(Lea el capitulo enter pulsando el nlace abajo 'Read more')

Saturday, May 14, 2016

DIA GRANDE DE JEHOVA - Pr Rafael Pérez






Published on May 2, 2016


Día Grande De Jehová - Pr Rafael Pérez. Campamento Hispano De Oklahoma, Octubre 2015. Ministerio El Evangelio Eterno.

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Saturday, June 20, 2015

Pronto habrá terminado la batalla y se habrá ganado la victoria.


En la tierra renovada, los redimidos participarán en las ocupaciones y los placeres que daban felicidad a Adán y Eva en el principio. Se vivirá la existencia del Edén, en huertos y campos. “Y edificarán casas, y morarán en ellas; plantarán viñas, y comerán el fruto de ellas. No edificarán, y otro morará; no plantarán, y otro comerá: porque según los días de los árboles serán los días de mi pueblo, y mis escogidos perpetuarán las obras de sus manos.” Isaías 65:21, 22.

Allí toda facultad será desarrollada, toda capacidad aumentada. Las mayores empresas podrán llevarse a cabo, satisfacerse las aspiraciones más sublimes, realizarse las más encumbradas ambiciones. Y sin embargo surgirán nuevas alturas que superar, nuevas maravillas que admirar, nuevas verdades que comprender, nuevos objetos de estudio que agucen las facultades del espíritu, del alma y del cuerpo.

Los profetas a quienes fueron reveladas estas grandiosas escenas anhelaron comprender todo su significado. “Han inquirido y diligentemente buscado, escudriñando cuándo y en qué punto de tiempo significaba el Espíritu de Cristo que estaba en ellos... A los cuales fué revelado, que no para sí mismos, sino para nosotros administraban las cosas que ahora os son anunciadas.” 1 Pedro 1:10-12.

A nosotros que estamos a punto de ver su cumplimiento, ¡de cuánto significado, de cuán vivo interés, son estos delineamientos de las cosas por venir, acontecimientos por los cuales, desde que nuestros primeros padres dieron la espalda al Edén, los hijos de Dios han estado velando y aguardando, anhelando y orando!

Compañeros de peregrinación, estamos todavía entre las sombras y la agitación de las actividades terrenales; pero pronto aparecerá nuestro Salvador para traer liberación y descanso. Contemplemos por la fe el bienaventurado más allá, tal como lo describió la mano de Dios. El que murió por los pecados del mundo está abriendo de par en par las puertas del Paraíso a todos los que creen en él. Pronto habrá terminado la batalla y se habrá ganado la victoria. Pronto veremos a Aquel en quien se cifran nuestras esperanzas de vida eterna. En su presencia las pruebas y los sufrimientos de esta vida resultarán insignificantes. De lo que existió antes “no habrá memoria, ni más vendrá al pensamiento.” “No perdáis pues vuestra confianza, que tiene grande remuneración de galardón: porque la paciencia os es necesaria; para que, habiendo hecho la voluntad de Dios, obtengáis la promesa. Porque aun un poquito, y el que ha de venir vendrá, y no tardará.” “Israel es salvo ... con salud eterna; no os avergonzaréis, ni os afrentaréis, por todos los siglos.” Isaías 65:17; Hebreos 10:35-37; Isaías 45:17.

Alcemos los ojos y dejemos que nuestra fe aumente de continuo. Dejemos que esta fe nos guíe a lo largo de la senda estrecha que ha de llevarnos por las puertas de la ciudad al gran más allá, al amplio e ilimitado futuro de gloria que espera a los redimidos. “Pues, hermanos, tened paciencia hasta la venida del Señor. Mirad cómo el labrador espera el precioso fruto de la tierra, aguardando con paciencia, hasta que reciba la lluvia temprana y tardía. Tened también vosotros paciencia: confirmad vuestros corazones: porque la venida del Señor se acerca.” Santiago 5:7, 8.

Las naciones de los salvos no conocerán otra ley que la del cielo. Todos constituirán una familia feliz y unida, ataviada con las vestiduras de alabanza y agradecimiento. Al presenciar la escena, las estrellas de la mañana cantarán juntas, y los hijos de los hombres aclamarán de gozo, mientras Dios y Cristo se unirán para proclamar: No habrá más pecado ni muerte.

“Y será que de mes en mes, y de sábado en sábado, vendrá toda carne a adorar delante de mí, dijo Jehová.” “Y manifestaráse la gloria de Jehová, y toda carne juntamente la verá.” “El Señor Jehová hará brotar justicia y alabanza delante de todas las gentes.” “En aquel día Jehová de los ejércitos será por corona de gloria y diadema de hermosura a las reliquias de su pueblo.”


Profetas y Reyes, p.540,541
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Friday, May 22, 2015

Señales en los cielos



 22 de mayo


El sol se convertirá en tinieblas, y la luna en sangre, antes que venga el día grande y espantoso de Jehová. Joel 2:31.


En su conversación con los discípulos en el Monte de los Olivos, después de describir el largo período de prueba por el que debía pasar la iglesia, es decir, los mil doscientos sesenta años de la persecución papal, acerca de los cuales había prometido que la tribulación sería acortada, el Salvador mencionó en las siguientes palabras ciertos acontecimientos que debían preceder su venida y fijó además el tiempo en que se realizaría el primero de éstos: “En aquellos días, después de aquella tribulación, el sol se oscurecerá, y la luna no dará su resplandor”. Marcos 13:24. Los 1260 días, o años, terminaron en 1798. La persecución había concluido casi por completo desde hacía casi un cuarto de siglo. Después de esta persecución, según las palabras de Cristo, el sol debía oscurecerse. Pues bien, el 19 de mayo de 1780 se cumplió esta profecía.

“Único o casi único en su especie, por lo misterioso del hasta ahora inexplicado fenómeno que en él se verificó... fue el día oscuro del 19 de mayo de 1780, inexplicable oscurecimiento de todo el cielo visible y la atmósfera de Nueva Inglaterra”...

La profunda oscuridad del día fue seguida, una o dos horas antes de la caída de la tarde, por un aclaramiento parcial del cielo, pues apareció el sol, aunque oscurecido por una neblina negra y densa. “Después de la puesta del sol, las nubes volvieron a apiñarse y oscureció muy pronto”. “La oscuridad de la noche no fue menos extraordinaria y terrorífica que la del día, pues no obstante ser casi tiempo de luna llena, ningún objeto se distinguía sin la ayuda de luz artificial... La descripción de este acontecimiento que han hecho los historiadores no es más que un eco de las palabras del Señor, expresadas por el profeta Joel, dos mil quinientos años antes de su cumplimiento: “El sol se convertirá en tinieblas, y la luna en sangre, antes que venga el día grande y espantoso de Jehová”.

Cristo había mandado a sus discípulos que se fijaran en las señales de su advenimiento, y que se alegrasen cuando viesen las pruebas de que se acercaba.—Seguridad y Paz en el Conflicto de los Siglos, 351-354.


Maranata, p.155
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Saturday, May 16, 2015

Vivimos en el gran día de la expiación



12 de noviembre


A los diez días de este mes séptimo será el día de expiación; tendréis santa convocación, y afligiréis vuestras almas, y ofreceréis ofrenda encendida a Jehová.
Levítico 23:27.

Estamos viviendo ahora en el gran día de la expiación. Cuando en el servicio simbólico el sumo sacerdote hacía la propiciación por Israel, todos debían afligir sus almas arrepintiéndose de sus pecados y humillándose ante el Señor, si no querían verse separados del pueblo. De la misma manera, todos los que desean que sus nombres sean conservados en el libro de la vida, deben ahora, en los pocos días que les quedan de este tiempo de gracia, afligir sus almas ante Dios con verdadero arrepentimiento y dolor por sus pecados. Hay que escudriñar honda y sinceramente el corazón. Hay que deponer el espíritu liviano y frívolo al que se entregan tantos cristianos de profesión. Empeñada lucha espera a todos aquellos que quieran subyugar las malas inclinaciones que tratan de dominarlos. La obra de preparación es obra individual. No somos salvados en grupos. La pureza y la devoción de uno no suplirá la falta de estas cualidades en otro. Si bien todas las naciones deben pasar en juicio ante Dios, sin embargo él examinará el caso de cada individuo de un modo tan rígido y minucioso como si no hubiese otro en la tierra. Cada cual tiene que ser probado y encontrado sin mancha, ni arruga, ni cosa semejante.

Solemnes son las escenas relacionadas con la obra final de la expiación. Incalculables son los intereses que ésta envuelve. El juicio se lleva ahora adelante en el santuario celestial. Esta obra se viene realizando desde hace muchos años. Pronto—nadie sabe cuándo—les tocará ser juzgados a los vivos. En la augusta presencia de Dios nuestras vidas deben ser pasadas en revista. En éste más que en cualquier otro tiempo conviene que toda alma preste atención a la amonestación del Señor: “Velad y orad: porque no sabéis cuándo será el tiempo”. “Y si no velares, vendré a ti como ladrón, y no sabrás en qué hora vendré a ti”. Marcos 13:33; Apocalipsis 3:3.

Cuando quede concluida la obra del juicio investigador, quedará también decidida la suerte de todos para vida o para muerte. El tiempo de gracia terminará poco antes de que el Señor aparezca en las nubes del cielo. Al mirar hacia ese tiempo, Cristo declara en Apocalipsis: “¡El que es injusto, sea injusto aún; y el que es sucio, sea sucio aún; y el que es justo, sea justo aún; y el que es santo, sea aún santo! He aquí, yo vengo presto, y mi galardón está conmigo, para dar la recompensa a cada uno según sea su obra”.Apocalipsis 22:11-12.—el Conflicto de los Siglos, 544-545.

En el servicio ritual típico el sumo sacerdote, hecha la propiciación por Israel, salía y bendecía a la congregación. Así también Cristo, una vez terminada su obra de mediador, aparecerá “sin pecado... para la salvación” (Hebreos 9:28), para bendecir con el don de la vida eterna a su pueblo que le espera.—Ibid. 539.


Exaltad a Jesús,
p. 324
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Saturday, April 11, 2015

Levantad barreras contra el enemigo


Muchos que ahora pretenden creer la verdad, pero que no tienen fundamento, se unirán al partido de Satanás. Los que no han estado del lado de Dios en este conflicto serán piedra de tropiezo para los que han obtenido una experiencia viva para sí mismos. Empéñese todo ministro, en lugar de criticar y levantar objeciones, en lugar de dudar y oponerse, en levantar barrera, si existe la menor posibilidad de hacerlo, contra los astutos enemigos. En lugar de pelear contra los que el Señor ha enviado para salvarlos, oren los hijos de Dios ferviente y continuamente por el poder de la gracia de Dios, rogando que sea el Príncipe del ejército de Jehová quien pelee. En vez de juzgar a los hombres que Dios ha aceptado a su servicio, oren de día y de noche para que el Señor envíe más obreros a su viña. Ministros, no deshonréis a vuestro Dios ni contristéis su Santo Espíritu criticando los métodos y los procedimientos de los hombres que él eligió. Dios conoce el carácter. El ve el temperamento de los hombres que ha escogido. Sabe que sólo hombres fervientes, firmes, decididos, de carácter enérgico, comprenderán la importancia vital de esta obra, y pondrán tal firmeza y decisión en sus testimonios que quebrantarán las barreras de Satanás.

Dios da a los hombres consejo y reprensión para su bien. El ha enviado su mensaje, diciéndoles lo que se necesitaba para el tiempo: ¿Aceptasteis el mensaje? ¿Prestasteis oídos a la exhortación? El os dio la oportunidad de que acudierais armados y equipados en auxilio de Jehová. Y habiendo hecho todo, os pidió que os presentarais. Pero ¿os preparasteis? ¿Dijisteis: “Heme aquí, envíame a mí”? Os sentasteis tranquilos y no hicisteis nada. Permitisteis que la Palabra del Señor cayera al suelo desatendida; y ahora el Señor ha tomado a hombres que eran muchachos cuando vosotros estabais al frente de la batalla y les ha dado el mensaje y la obra en que vosotros no os empeñasteis. ¿Seréis piedras de tropiezo para ellos? ¿Criticaréis? ¿Diréis: “Están desorbitados”? Sin embargo, vosotros no ocupasteis el lugar que ahora ellos son llamados a ocupar.

Oh, ¿por qué tienen que ser obstáculo los hombres cuando podrían ser una ayuda? ¿Por qué frenan las ruedas cuando podrían empujar con señalado éxito? ¿Por qué despojan su propia alma del bien y privan a otros de la bendición que podría haber venido por su intermedio? Estas personas que han rechazado la luz permanecerán en la aridez como desiertos donde no fluyen aguas refrescantes y sanadoras. y su ministerio carecerá de humedad como las colinas de Gilboa, donde no había rocío ni lluvia. No están revestidos de la unción divina y no son portadores de ninguna bendición para los demás. Ellos podrían humillar sus corazones, confesar sus errores y librarse de las garras de Satanás. Podrían romper las cadenas que han forjado la educación, el prejuicio o los hábitos. Si tan sólo buscaran a Dios con espíritu de arrepentimiento, lo encontrarían. No impondrían entonces su propia voluntad sino que irían adonde los conduzca el Espíritu del Señor, serían guiados por él.


Testimonios para los Ministros, pp. 412-414.
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Wednesday, April 1, 2015

Las muchedumbres cierran los oídos a la verdad y prefieren fábulas


Los acontecimientos relacionados con el fin del tiempo de gracia y la preparación para el tiempo de angustia han sido presentados con claridad. Pero hay miles de personas que comprenden estas importantes verdades de modo tan incompleto como si nunca hubiesen sido reveladas. Satanás procura arrebatar toda impresión que podría llevar a los hombres por el camino de la salvación, y el tiempo de angustia no los encontrará listos.

Cuando Dios manda a los hombres avisos tan importantes que las profecías los representan como proclamados por santos ángeles que vuelan por el cielo, es porque él exige que toda persona dotada de inteligencia les preste atención. Los terribles juicios que Dios pronunció contra los que adoran la bestia y su imagen (Apocalipsis 14:9-11) deberían inducir a todos a estudiar diligentemente las profecías para saber lo que es la marca de la bestia y cómo pueden evitarla. Pero las muchedumbres cierran los oídos a la verdad y prefieren fábulas. El apóstol Pablo, refiriéndose a los últimos días, dijo: “Porque vendrá tiempo cuando no sufrirán la sana doctrina”. 2 Timoteo 4:3. Ya hemos entrado de lleno en ese tiempo. Las multitudes se niegan a recibir las verdades bíblicas porque estas contrarían los deseos de los corazones pecaminosos y mundanos; y Satanás les proporciona los engaños en que se complacen. 

Pero Dios tendrá en la tierra un pueblo que sostendrá la Biblia y la Biblia sola, como piedra de toque de todas las doctrinas y base de todas las reformas. Ni las opiniones de los sabios, ni las deducciones de la ciencia, ni los credos o decisiones de concilios tan numerosos y discordantes como lo son las iglesias que representan, ni la voz de las mayorías, nada de esto, ni en conjunto ni en parte, debe ser considerado como evidencia en favor o en contra de cualquier punto de fe religiosa. Antes de aceptar cualquier doctrina o precepto debemos cerciorarnos de si los autoriza un categórico “Así dice Jehová”.


El Conflicto de los Siglos, p.580,581.
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Friday, February 20, 2015

La Oracion de Daniel de Arrepentimiento (por el Pueblo de Israel)



En el año primero de Darío hijo de Assuero, de la nación de los Medos, el cual fué puesto por rey sobre el reino de los Caldeos;

2 En el año primero de su reinado, yo Daniel miré atentamente en los libros el número de los años, del cual habló Jehová al profeta Jeremías, que había de concluir la asolación de Jerusalem en setenta años.

3 Y volví mi rostro al Señor Dios, buscándole en oración y ruego, en ayuno, y cilicio, y ceniza.

4 Y oré á Jehová mi Dios, y confesé, y dije: Ahora Señor, Dios grande, digno de ser temido, que guardas el pacto y la misericordia con los que te aman y guardan tus mandamientos;

5 Hemos pecado, hemos hecho iniquidad, hemos obrado impíamente, y hemos sido rebeldes, y nos hemos apartado de tus mandamientos y de tus juicios.

6 No hemos obedecido á tus siervos los profetas, que en tu nombre hablaron á nuestros reyes, y á nuestros príncipes, á nuestros padres, y á todo el pueblo de la tierra.

7 Tuya es, Señor, la justicia, y nuestra la confusión de rostro, como en el día de hoy á todo hombre de Judá, y á los moradores de Jerusalem, y á todo Israel, á los de cerca y á los de lejos, en todas las tierras á donde los has echado á causa de su rebelión con que contra ti se rebelaron.

8 Oh Jehová, nuestra es la confusión de rostro, de nuestros reyes, de nuestros príncipes, y de nuestros padres; porque contra ti pecamos.

9 De Jehová nuestro Dios es el tener misericordia, y el perdonar, aunque contra él nos hemos rebelado;

10 Y no obedecimos á la voz de Jehová nuestro Dios, para andar en sus leyes, las cuales puso él delante de nosotros por mano de sus siervos los profetas.

11 Y todo Israel traspasó tu ley apartándose para no oir tu voz: por lo cual ha fluído sobre nosotros la maldición, y el juramento que está escrito en la ley de Moisés, siervo de Dios; porque contra él pecamos.

12 Y él ha verificado su palabra que habló sobre nosotros, y sobre nuestros jueces que nos gobernaron, trayendo sobre nosotros tan grande mal; que nunca fué hecho debajo del cielo como el que fué hecho en Jerusalem.

13 Según está escrito en la ley de Moisés, todo aqueste mal vino sobre nosotros: y no hemos rogado á la faz de Jehová nuestro Dios, para convertirnos de nuestras maldades, y entender tu verdad.

14 Veló por tanto Jehová sobre el mal, y trájolo sobre nosotros; porque justo es Jehová nuestro Dios en todas sus obras que hizo, porque no obedecimos á su voz.

15 Ahora pues, Señor Dios nuestro, que sacaste tu pueblo de la tierra de Egipto con mano poderosa, y te hiciste nombre cual en este día; hemos pecado, impíamente hemos hecho.

16 Oh Señor, según todas tus justicias, apártese ahora tu ira y tu furor de sobre tu ciudad Jerusalem, tu santo monte: porque á causa de nuestros pecados, y por la maldad de nuestros padres, Jerusalem y tu pueblo dados son en oprobio á todos en derredor nuestro.

17 Ahora pues, Dios nuestro, oye la oración de tu siervo, y sus ruegos, y haz que tu rostro resplandezca sobre tu santuario asolado, por amor del Señor.

18 Inclina, oh Dios mío, tu oído, y oye; abre tus ojos, y mira nuestros asolamientos, y la ciudad sobre la cual es llamado tu nombre: porque no derramamos nuestros ruegos ante tu acatamiento confiados en nuestras justicias, sino en tus muchas miseraciones.

19 Oye, Señor; oh Señor, perdona; presta oído, Señor, y haz; no pongas dilación, por amor de ti mismo, Dios mío: porque tu nombre es llamado sobre tu ciudad y sobre tu pueblo
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Daniel 9:119 
Reina-Valera Antigua (RVA)

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Saturday, January 31, 2015

Deberes y obligaciones de los ministros


Se requería de los sacerdotes judíos que fueran personas simétricas y bien equilibradas para que pudieran reflejar una gran verdad. “Limpiense los que llevan los vasos de Jehová”. El Señor requería del ministerio judío en el sagrado oficio, no sólo una mente bien equilibrada y un cuerpo simétrico, sino también conciencias puras e incorruptibles. Hoy no requiere menos de nosotros que estamos en el ministerio evangélico en esta dispensación. Quienes han sido llamados y elegidos por él deben ser exponentes de la reputación de Aquel que los ha llamado de las tinieblas a su luz admirable. La misma Biblia que contiene los privilegios del pueblo de Dios y las promesas de Dios al pueblo, también contiene los deberes sagrados y las solemnes obligaciones que él requiere del pastor a cargo del rebaño de Dios, de manera que el pueblo pueda ver, al comparar el predicador viviente con el pastor divino, que posee las credenciales del cielo y la semejanza de Aquel que es el Príncipe de los pastores. Dios ha designado que el que enseña la Biblia debería ser, en carácter y vida familiar, un ejemplo de los principios de la verdad que enseña a sus semejantes.

Testimonios Acerca de Conducta Sexual, Adulterio y Divorcio
, p.94
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Thursday, January 1, 2015

Derramaré mi Espíritu sobre toda carne



27 Y conoceréis que en medio de Israel estoy yo, y que yo soy Jehová vuestro Dios, y no hay otro: y mi pueblo nunca jamás será avergonzado.

28 Y será que después de esto, derramaré mi Espíritu sobre toda carne, y profetizarán vuestros hijos y vuestras hijas; vuestros viejos soñarán sueños, y vuestros mancebos verán visiones.

29 Y aun también sobre los siervos y sobre las siervas derramaré mi Espíritu en aquellos días.

30 Y daré prodigios en el cielo y en la tierra, sangre, y fuego, y columnas de humo.

31 El sol se tornará en tinieblas, y la luna en sangre, antes que venga el día grande y espantoso de Jehová.

32 Y será que cualquiera que invocare el nombre de Jehová, será salvo: porque en el monte de Sión y en Jerusalem habrá salvación, como Jehová ha dicho, y en los que quedaren, á los cuales Jehová habrá llamado.


Joel 2:27-32
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Wednesday, October 15, 2014

La libertad religiosa


El principio que los discípulos sostuvieron valientemente cuando, en respuesta a la orden de no hablar más en el nombre de Jesús, declararon: “Juzgad si es justo delante de Dios obedecer antes a vosotros que a Dios,”1 es el mismo que los adherentes del Evangelio lucharon por mantener en los días de la Refoma. Cuando en 1529 los príncipes alemanes se reunieron en la Dieta de Espira, se presentó allí el decreto del emperador que restringía la libertad religiosa, y que prohibía toda diseminación ulterior de las doctrinas reformadas. Parecía que la esperanza del mundo estaba a punto de ser destrozada. ¿Iban a aceptar los príncipes el decreto? ¿Debía privarse de la luz del Evangelio a las multitudes que estaban todavía en las tinieblas? Importantes intereses para el mundo estaban en peligro. Los que habían aceptado la fe reformada se reunieron, y su unánime decisión fué: “Rechacemos este decreto. En asunto de conciencia la mayoría no tiene autoridad.”2


En nuestros días debemos sostener firmemente este principio. El estandarte de la verdad y de la libertad religiosa sostenido en alto por los fundadores de la iglesia evangélica y por los testigos de Dios durante los siglos que desde entonces han pasado, ha sido confiado a nuestras manos para este último conflicto. La responsabilidad de este gran don descansa sobre aquellos a quienes Dios ha bendecido con un conocimiento de su Palabra. Hemos de recibir esta Palabra como autoridad suprema. Hemos de reconocer los gobiernoshumanos como instituciones ordenadas por Dios mismo, y enseñar la obediencia a ellos como un deber sagrado, dentro de su legítima esfera. Pero cuando sus demandas estén en pugna con las de Dios, hemos de obedecer a Dios antes que a los hombres. La Palabra de Dios debe ser reconocida sobre toda otra legislación humana. Un “Así dice Jehová” no ha de ser puesto a un lado por un “Así dice la iglesia” o un “Así dice el estado.” La corona de Cristo ha de ser elevada por sobre las diademas de los potentados terrenales. 


No se nos pide que desafiemos a las autoridades. Nuestras palabras, sean habladas o escritas, deben ser consideradas cuidadosamente, no sea que por nuestras declaraciones parezcamos estar en contra de la ley y del orden y dejemos constancia de ello. No debemos decir ni hacer ninguna cosa que pudiera cerrarnos innecesariamente el camino. Debemos avanzar en el nombre de Cristo, defendiendo las verdades que se nos encomendaron. Si los hombres nos prohiben hacer esta obra, entonces podemos decir, como los apóstoles: “Juzgad si es justo delante de Dios obedecer antes a vosotros que a Dios; porque no podemos dejar de decir lo que hemos visto y oído.”3—Los Hechos de los Apóstoles, 56, 57.

Obreros Evangelicos, p. 404,405.
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Saturday, September 27, 2014

El mensaje de esperanza y misericordia debe ser proclamado hasta los últimos confines de la tierra


Dice la Escritura: “He aquí que tinieblas cubrirán la tierra, y oscuridad los pueblos: mas sobre ti nacerá Jehová, y sobre ti será vista su gloria.” Vers. 2. Cristo, manifestación de la gloria del Padre, vino al mundo para ser su luz. Vino para representar a Dios ante los hombres, y de él fué escrito que “le ungió Dios de Espíritu Santo y de potencia,” y “anduvo haciendo bienes.” Hechos 10:38. En la sinagoga de Nazaret dijo: “El Espíritu del Señor es sobre mí, por cuanto me ha ungido para dar buenas nuevas a los pobres: me ha enviado para sanar a los quebrantados de corazón; para pregonar a los cautivos libertad, y a los ciegos vista; para poner en libertad a los quebrantados: para predicar el año agradable del Señor.” Lucas 4:18, 19. Tal era la obra que encargó a sus discípulos que hiciesen. Les dijo: “Vosotros sois la luz del mundo... Así alumbre vuestra luz delante de los hombres, para que vean vuestras obras buenas, y glorifiquen a vuestro Padre que está en los cielos.” Mateo 5:14, 16.

Esta es la obra que el profeta Isaías describe cuando dice: “¿No es que partas tu pan con el hambriento, y a los pobres errantes metas en casa; que cuando vieres al desnudo, lo cubras, y no te escondas de tu carne? Entonces nacerá tu luz como el alba, y tu salud se dejará ver presto; e irá tu justicia delante de ti, y la gloria de Jehová será tu retaguardia.” Isaías 58:7, 8.

Así, en la noche de tinieblas espirituales, la gloria de Dios debe resplandecer mediante la obra que hace su iglesia al levantar al abatido y al consolar a los que lloran.

En todo nuestro derredor se oye el llanto de un mundo afligido. Por todos lados hay menesterosos y angustiados. Nos incumbe aliviar y suavizar las asperezas y miserias de la vida. Sólo el amor de Cristo puede satisfacer las necesidades del alma. Si Cristo mora en nosotros, nuestro corazón rebosará de simpatía divina. Se abrirán los manantiales sellados de un amor ferviente como el de Cristo.

Son muchos los que han quedado sin esperanza. Devolvámosles la alegría. Muchos se han desanimado. Dirijámosles palabras de aliento. Oremos por ellos. Hay quienes necesitan el pan de vida. Leámosles la Palabra de Dios. Muchos tienen el alma aquejada por una enfermedad que ningún bálsamo ni médico puede curar. Roguemos por estas almas. Llevémoslas a Jesús. Digámosles que en Galaad hay bálsamo y Médico.

La luz es una bendición universal que derrama sus tesoros sobre un mundo ingrato, profano y desmoralizado. Lo mismo hace la luz del Sol de Justicia. Toda la tierra, que está rodeada por las tinieblas del pecado, de la tristeza y del dolor, debe ser iluminada por el conocimiento del amor de Dios. Ninguna secta, categoría ni clase de personas debe ser excluída de la luz que resplandece del trono celestial.

El mensaje de esperanza y misericordia debe ser proclamado hasta los últimos confines de la tierra. Todo aquel que quiera puede extender la mano, asirse de la fortaleza de Dios, reconciliarse con él y obtener paz. Ya no deben quedar los paganos envueltos en obscuridad de medianoche. La lobreguez debe desaparecer ante los brillantes rayos del Sol de Justicia.

Cristo ha tomado toda medida necesaria para que su iglesia sea un cuerpo transformado, iluminado por la Luz del mundo, en posesión de la gloria de Emmanuel. El se propone que todo cristiano esté rodeado de una atmósfera espiritual de luz y de paz. Desea que revelemos su gozo en nuestra vida.

Profetas y Reyes, p.530,531.
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Saturday, September 20, 2014

Mas el séptimo día será reposo para Jehová tu Dios


8 Acordarte has del día del reposo, para santificarlo:

9 Seis días trabajarás, y harás toda tu obra;

10 Mas el séptimo día será reposo para Jehová tu Dios: no hagas en él obra alguna, tú, ni tu hijo, ni tu hija, ni tu siervo, ni tu criada, ni tu bestia, ni tu extranjero que está dentro de tus puertas:

11 Porque en seis días hizo Jehová los cielos y la tierra, la mar y todas las cosas que en ellos hay, y reposó en el séptimo día: por tanto Jehová bendijo el día del reposo y lo santificó.


Éxodo 20:8-11
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Friday, July 25, 2014

Feliz Sábado


12 Y edificarán los de ti los desiertos antiguos; los cimientos de generación y generación levantarás: y serás llamado reparador de portillos, restaurador de calzadas para habitar.

13 Si retrajeres del sábado tu pie, de hacer tu voluntad en mi día santo, y al sábado llamares delicias, santo, glorioso de Jehová; y lo venerares, no hacinedo tus caminos, ni buscando tu voluntad, ni hablando tus palabras:

14 Entonces te delelitarás en Jehová; y yo te haré subir sobre las alturas de la tierra, y te daré á comer la heredad de Jacob tu padre: porque la boca de Jehová lo ha hablado.

Isaías 58:12-14
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Saturday, July 12, 2014

¿Cuándo volverá a oírse en la iglesia la voz de las reprensiones fieles?


Es natural que el que obra mal tenga a los mensajeros de Dios por responsables de las calamidades que son el seguro resultado que produce el desviarse del camino de la justicia. Los que se colocan bajo el poder de Satanás no pueden ver las cosas como Dios las ve. Cuando se los confronta con el espejo de la verdad, se indignan al pensar que son reprendidos. Cegados por el pecado, se niegan a arrepentirse; consideran que los siervos de Dios se han vuelto contra ellos, y que merecen la censura más severa.

De pie, y consciente de su inocencia delante de Acab, Elías no intenta disculparse ni halagar al rey. Tampoco procura eludir la ira del rey dándole la buena noticia de que la sequía casi terminó. No tiene por qué disculparse. Lleno de indignación y del ardiente anhelo de ver honrar a Dios, devuelve a Acab su imputación, declarando intrépidamente al rey que son sus pecados y los de sus padres, lo que atrajo sobre

Israel esta terrible calamidad. “Yo no he alborotado a Israel—asevera audazmente Elías,—sino tú y la casa de tu padre, dejando los mandamientos de Jehová, y siguiendo a los Baales.”
Hoy también es necesario que se eleve una reprensión severa; porque graves pecados han separado al pueblo de su Dios. La incredulidad se está poniendo de moda aceleradamente. Millares declaran: “No queremos que éste reine sobre nosotros.” Lucas 19:14. Los suaves sermones que se predican con tanta frecuencia no hacen impresión duradera; la trompeta no deja oír un sonido certero. Los corazones de los hombres no son conmovidos por las claras y agudas verdades de la Palabra de Dios.

Son muchos los cristianos profesos que dirían, si expresasen sus sentimientos verdaderos: ¿Qué necesidad hay de hablar con tanta claridad? Podrían preguntar también: ¿Qué necesidad tenía Juan el Bautista de decir a los fariseos: “¡Oh generación de víboras, ¿quién os enseñó a huir de la ira que vendrá?” Lucas 3:7.

¿Había acaso alguna necesidad de que provocase la ira de Herodías diciendo a Herodes que era ilícito de su parte vivir con la esposa de su hermano? El precursor de Cristo perdió la vida por hablar con claridad. ¿Por qué no podría haber seguido él por su camino sin incurrir en el desagrado de los que vivían en el pecado?

Así han argüído hombres que debieran haberse destacado como fieles guardianes de la ley de Dios, hasta que la política de conveniencia reemplazó la fidelidad, y se dejó sin reprensión al pecado. ¿Cuándo volverá a oírse en la iglesia la voz de las reprensiones fieles?

“Tú eres aquel hombre.” 2 Samuel 12:7. Es muy raro que se oigan en los púlpitos modernos, o que se lean en la prensa pública, palabras tan inequívocas y claras como las dirigidas por Natán a David. Si no escasearan tanto, veríamos con más frecuencia manifestaciones del poder de Dios entre los hombres. Los mensajeros del Señor no deben quejarse de que sus esfuerzos permanecen sin fruto, si ellos mismos no se arrepienten de su amor por la aprobación, de su deseo de agradar a los hombres, que los induce a suprimir la verdad.

Los ministros que procuran agradar a los hombres, y claman: Paz, paz, cuando Dios no ha hablado de paz, debieran humillar su corazón delante del Señor, y pedirle perdón por su falta de sinceridad y de valor moral. No es el amor a su prójimo lo que los induce a suavizar el mensaje que se les ha confiado, sino el hecho de que procuran complacerse a sí mismos y aman su comodidad.

El verdadero amor se esfuerza en primer lugar por honrar a Dios y salvar las almas. Los que tengan este amor no eludirán la verdad para ahorrarse los resultados desagradables que pueda tener el hablar claro. Cuando las almas están en peligro, los ministros de Dios no se tendrán en cuenta a sí mismos, sino que pronunciarán las palabras que se les ordenó pronunciar, y se negarán a excusar el mal o hallarle paliativos.

¡Ojalá que cada ministro comprendiese cuán sagrado es su cargo y santa su obra, y revelase el mismo valor que manifestó Elías! Como mensajeros designados por Dios, los ministros ocupan puestos de tremenda responsabilidad. A cada uno de ellos le toca cumplir este consejo: “Reprende, exhorta con toda paciencia y doctrina.” 2 Timoteo 4:2. Deben trabajar en lugar de Cristo como dispensadores de los misterios del cielo, animando a los obedientes y amonestando a los desobedientes. Las políticas del mundo no deben tener peso para ellos. No deben desviarse de la senda por la cual Jesús les ha ordenado andar. Deben ir adelante con fe, recordando que los rodea una nube de testigos. No les toca pronunciar sus propias palabras, sino las que les ordenó decir Uno mayor que los potentados de la tierra. Su mensaje debe ser: “Así dijo Jehová.” Dios llama a hombres como Elías, Natán y Juan el Bautista, hombres que darán su mensaje con fidelidad, irrespectivamente de las consecuencias; hombres que dirán la verdad con valor, aun cuando ello exija el sacrificio de todo lo que tienen.

PROFETAS Y REYES, p.102-104.
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