OPINIONES
17 agosto 2020
Cómo ejerce el poder el primer Papa de la historia que patea el tablero puertas adentro, en la corte vaticana, y al mismo tiempo en el escenario mundial. Su pelea contra el Dios dinero. Su método de gobernanza, su gran sueño y el continuador.
Perú 21
Por Lucas Schaerer
El papa Francisco viene desenredando los nudos de la curia vaticana desde que fue elegido máxima autoridad de la Iglesia católica siete años atrás. "El esquema de Corte es lo que debe desaparecer", prometió Jorge Bergoglio al asumir su pontificado. Y para ese objetivo trabaja día a día, noche a noche.
"Son hábitos, costumbres antiguas, que se pueden reformar", le dijo a la periodista mexicana Valentina Alazraki, durante una entrevista repleta de definiciones. "El Estado de Ciudad del Vaticano, como forma de gobierno, la curia, es la última Corte europea de una monarquía absoluta, la última, la demás ya son monarquías constitucionales, la corte se diluye, todavía acá hay estructura de corte, que es lo que tiene que caer", agregó.
Alazraki escucha atentamente y repregunta sobre "su" reforma. Él se ríe y balancea en su silla con los ojos brillosos, muy achinados. "No es mi reforma es de todos", desliza, y vuelve a repetir que el desenredo se lo pidieron los cardenales. Esa nueva "mayoría" del cónclave celebra el 13 de marzo de 2013.
Para reformar el núcleo de poder de la "orga" más antigua y numérica de occidente (la Iglesia posee 1.300 millones de creyentes en el mundo, unos 410.000 sacerdotes y más de 700.000 mujeres consagradas), el papa Francisco armó un concejo de nueve cardenales. Lo que se le dice una “mesa chica”. Hoy cuenta con seis integrantes, coordinados por el hondureño Óscar Rodríguez Madariaga, un cardenal de un país periférico. Toda una señal. No fue casual que Rodríguez Madariaga haya sido víctima del poder económico y mediático, que lo atacó con una poderosa Fake News, que Francisco despreció con sutileza.
En la "mesa chica" del papa Francisco se sientan los cardenales Óscar Rodríguez Maradiaga, Reinhard Marx, Seán Patrick O'Malley, Giuseppe Bertello y Osvald Gracias.
Vaticannews
Bergoglio hace explícitas las costumbres principescas de la curia romana. De allí su poder popular. Lo retrata al detalle con el palacete de verano para los Pontífices. "Al palacio Castel Gandolfo, que viene de los emperadores y luego retomado por el renacimiento, se trasladan los Papas con toda la corte. Hoy no es más palacio pontificio es todo museo". O sea, un lugar abierto al pueblo.
Lo que no cuenta el Papa argentino es que su ejercicio del poder no se toma vacaciones. Siendo cardenal y arzobispo en la Ciudad de Buenos Aires tampoco vacacionaba. En el verano romano (agosto), Bergoglio relaja la agenda, aprovecha para escribir y leer en su cuarto de 70 metros cuadrados, en el segundo piso de la residencia comunitaria Santa Marta.
Se habla mucho de sus gestos de humildad (no vivir en el Palacio Apostólico, rechazar la cruz de oro, los zapatos rojos, participar de fiestas, comer sólo, y en sus viajes usa los autos más modestos, etc.) pero casi nada de su método de poder.
Este artículo intenta visibilizar cómo la figura más aceptada por la humanidad es un jefe de Estado atípico, en detalles tan cotidianos como no usar celular (por ende ni whatsApp o telegram), no postea en sus redes sociales, ni siquiera correo electrónico personal, y mucho menos postea en sus redes sociales o se pone un sábado a la noche a ver televisión; y sin embargo es el mayor intérprete de nuestros tiempos y uno de los mejores comunicadores. Tampoco conquista anexando territorios, provocando guerras o con especulaciones financieras megamillonarias. No avasalla. Su poder es ponerse al servicio.
ESTRATEGIA MILITAR SIN BALAS
Bergoglio como discípulo de San Ignacio de Loyola, rescata y pone en valor la estrategia militar como herramienta del poder. Un libro que lo marcó en esa temática y nunca olvida es “La estrategia de la aproximación indirecta", del británico Basil Liddell Hart. En Santa Marta aplica el precepto que sostiene que muchas de las nuevas ideas fueron aceptadas cuando se presentan como prácticas olvidadas, y no como ideas radicalmente nuevas.
El Papa jesuita no hace más que volver, de manera renovada, a las raíces, y las resignifica con su propia historia. Cuando era cardenal fue cuestionado por sus hermanos cadenales por visitar las villas porteñas en colectivo o moverse en subte y tren, sin custodias, secretarios, p auto particular. Eso no era lo importante. Fiel al evangelio, Bergoglio actualizó a Jesús, que llegó en lomo de burro a Jerusalén. Retomó esa práctica “callejeando” como un trabajador más en transporte público, un método muy aristotélico de perderse entre el pueblo, poder escucharlo, sentir sus fibras más íntimas, allí en las periferias: cárceles, hospitales, comedores comunitarios, villas. Más que hablando, en el mano a mano, siempre escuchando. Campeón de la cultura de la oreja y el diálogo. Durante décadas aplicando esta decisión de vida lo acercó a diversas figuras de la más amplios ambientes y gama ideológica de la política, el sindicalismo y otros credos.
Jorge Mario es el primer pontífice en aplicar una estética de la austeridad combinada con la cercanía, y sobre todo con sus más cercanos colaboradores. Por eso, cada miércoles en la residencia Santa Marta se lo reserva para almorzar con los trabajadores (cocineros, mozos, seguridad). Dialoga y se preocupa por sus familias. Considera que la prédica empieza por casa, pero también sabe que de este modo esquiva los té recargado, que han alcanzado a otros pontífices.
LAS CASUALIDADES NO EXISTEN
No fue azarosa la llegada de Bergoglio al poder de la mayor multinacional de occidente. Francisco recurrió nuevamente al escrito del militar Liddell Hart: la estrategia es el plan de guerra. Allí combina las acciones, movimientos, el control y la táctica, sumado el efecto. Siempre el gran estratega coordina y dirige todos los recursos. El Papa tomó esas riendas, que se sintetizan en dos características, casi siempre contrapuestas: El Profeta y El Líder.
Un profeta vuelca la verdad y arrincona con la denuncia. El Santo Padre lo hace. Tiempo atrás, en una misa íntima en Santa Marta recordó que los primeros cristianos definieron al dinero como el estiércol del diablo. Sus palabras ponen los pelos de punta del poder económico mundial. Pero así se consolidó en líder mundial: logrando que esas verdades tengan aceptación y gran difusión.
No es difícil reconocer su liderazgo global. No hay necesidad de contabilizar sus millones de seguidores en las redes sociales. También es reconocido cada año por la encuesta mundial de Gallup International realizada en 57 países, a un total de 46.952 personas. De allí surge que el 51% (la mitad más uno) de los encuestados lo considera el líder que mayor confianza le genera en el planeta Tierra.
Bergoglio no desconocía la maquinaria vaticana. En el cónclave de 2005, donde fue elegido Joseph Ratzinger, el ex cardenal porteño logró una destacada adhesión, pero ante la imposibilidad de lograr una fumata blanca cedió sus votos al alemán. Expertos en política vaticana dicen que la opción de suceder a un Papa popular era una tarea muy compleja para ese momento y lo comparan con el fútbol: era como ponerse la 10 de la Selección Argentina tras el paso de Diego Maradona. Son presiones que pocos conocen, y si no habría que preguntarle a Lionel Messi. Pero tampoco había tocado fondo la barca de Pedro.
Mientras Ratzinger subía, Bergoglio aprovechaba el tiempo. Pasó desapercibido en aquel entonces -año 2007-, la llegada a la Ciudad Eterna de Fabián Pedacchio Leániz, un cura nacido en el barrio porteño de Villa Luro, que seis años más tarde fue secretario personal de Francisco, hasta fines del 2019.
No fue azarosa la llegada de Jorge Bergoglio al poder de la mayor institución de occidente. Francisco conoce a la perfección lo que escribió el militar Liddell Hart: la estrategia es el plan de guerra. Allí combina las acciones, movimientos, el control y la táctica, sumado el efecto. Siempre el gran estratega coordina y dirige todos los recursos. El Papa tomó esas riendas, que se sintetizan en dos características, casi siempre contrapuestas: El Profeta y El Líder.
Mientras Bergoglio se consolidaba en la región, con el encuentro de obispos de América Latina, en la localidad de Aparecida, en Brasil, con la concepción de la Teología del Pueblo, que llevó al cardenal porteño ampliar su agenda, desde lo local a las temáticas mundiales, al incorporar la esclavitud, la trata de personas, como a los excluidos, en sus legendarias misas al aire libre, en plena Plaza Constitución, junto a organizaciones sociales y eclesiales. Allí nació su definición de "la cultura del volquete" que luego desde Roma empezó a llamar "cultura del descarte", para la comprensión mundial.
El plan del Papa Francisco
Tiene varias aristas teóricas-prácticas. Evangelii Gaudium fue su primera exhortación apostólica. Se dio a conocer a fines de noviembre de 2013. Allí, se dirige sobre todo al interior de la Iglesia, con el eje en las parroquias “en salida” y la necesidad del “hospital de campaña”, para formar pastores con olor a oveja, donde se privilegie construir procesos más que ocupar espacios de poder. Bergoglio asegura que la unidad es “superior” al conflicto y abogó por dialogar y encontrar la síntesis en medio de la disputa. Aunque ese año no quedó sólo un documento, el método Bergoglio aplicó para aislar al entonces presidente demócrata de Estado Unidos, Barack Obama, a la hora de bombardear la República de Siria sin apoyo de la OTAN. A fines de 2013, a pocos meses de haber asumido, el Santo Padre ya había conseguido un salvoconducto a la “mesa chica” de la gobernanza mundial.
La consolidación global del Papa argentino recién llegó en el 2015. Primero con un documento, y luego con el paso a la acción. La encíclica “Laudato Sí” se encamina a convertirse en su mayor legado, al punto que fuera citado en las revistas científicas más prestigiosas del mundo occidental, y el que más rápido brindó sus frutos. Se trata de una encíclica bien política, con sustento en la mirada social y protectora de los más pobres y la Casa Común. Luego, continuó en el plan de la acción con la construcción de la Red Eclesial PanAmazonica (REPAM). Al frente esta Red designó al cardenal brasileño Claudio Hummes. Para el Papa es vital el trabajo en el corazón de América latina, el pulmón del planeta.
Sudamérica es la parte del continente que más fieles aporta a la Iglesia Católica mundial. Se estima que un 62% de los creyentes son latinoamericanos.
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Sudamérica es la parte del continente que más fieles aporta a la Iglesia Católica mundial. Se estima que un 62% de los creyentes son latinoamericanos. La REPAM, una novedosa red en paralelo a la estructura de obispos de América Latina CELAM, trabajó durante dos años la elaboración de un histórico documento conjunto. Ese decálogo fue debatido por casi 90.000 personas de nueve países distintos, con la dificultad de las enormes distancias que impone la Amazonía. La REPAM puso en acción la Laudato Sí Como ningún otro andamiaje católico en el mundo. La Red tejida por Francisco y Hummes fue protagonista en el Sínodo que amazonizó Roma.
Fue la Santa Sede que albergó durante casi un mes y donde se analizó la preocupación por la protección y la evengalización en el Gran Pulmón Verde -que también posee la mayor reserva de agua dulce del planeta-, lo que alteró los nervios de los no convertidos de la vieja guardia vaticana, de los fondos de inversión norteamericanos, como del presidente Donald Trump y Jair Bolsonaro, los negacionistas del cambio climático y sanitario por el coronavirus. Ambos mandatarios anticuarentena son los aliados de la teología de la prosperidad y poseen estrechos vínculos con los intereses económicos del extractivismo, que ven en Brasil poseedor del 58% de la gran selva amazónica.
En el Sínodo Amazónico se mezclaron obispos con laicas y monjas, indígenas con expertos ambientales. No sólo se definió que la Iglesia no bendice el neoextractivismo ,como sí se había hecho hace 500 años atrás con los conquistadores europeos, ahora se habla de un octavo pecado, el ecocidio. Tan avanzado es la alianza iglesia católica y mundo indígena que hace un mes atrás se anunció oficialmente un hecho inédito para el catolicismo: que los indígenas de la Amazonía poseen el mismo nivel eclesiástico que los obispos, curas, diáconos y laicos en la novedosa Conferencia Eclesial Amazónica (CEAMA). Trump, Bolsonaro y las multinacionales repudian la institucionalización de los pueblos originarios. Francisco los abraza.
No está exento de palos en las rueda. Por eso volvió a la teoría del británico Liddell Hart y su famosa "aproximación indirecta". Esto quedó en evidencia en la polémica por los curas casados en Amazonía. Uno de sus voceros recordó ante una consulta del autor de esta columna como fue que Benedicto XVI aceptó a los curas casados anglicanos al catolicismo. También lo atacaron por hacer una procesión desde la basílica de San Pedro al aula Paulo VI con los indígenas amazónicos. Los críticos dijeron que había montado una "comparsa o carnaval" en la Santa Sede. ¿Su réplica? Sacar del archivo las fotos del papa polaco Karol Wojtyła con indígenas.
Una de las pocas imágenes del interior del banco vaticano, una entidad con un capital de poco más de 600 millones de euroes y unos 15.000 clientes.
ABC
Otro hito de gobernanza es el método sinodal. Una Iglesia sinodal se ordena de manera democrática, con asambleas participativas y no representativas, que lleva los dones de la periferia al centro. Es un método que antes era indeseable y ahora se volvió protagonista, central de la construcción de poder de Francisco. Hoy, ya es aceptado por la mayoría de las corrientes internas (congregaciones se define en términos eclesiásticos) como parte de un nuevo proceso de conducción y parece no detenerse. Es un verdadero hospital de campaña de lo espiritual y lo terrenal.
LA RUTA DEL DINERO
Al plan de gobernanza franciscano aún le falta la publicación en formato de "nueva constitución apostólica", que incluya la oficialización de más laicos y mujeres en los dicasterios (ministerios) como primeros, segundos o terceros de los cardenales y monseñores. También se espera una constitución de férreos controles en las finanzas, que incorpore la prohibición definitiva de apertura de cuentas bancarias a los cardenales, denuncias penales y cárcel a los corruptos financieros, y el fin de las de las licitaciones con proveedores radicados en paraísos fiscales o con explotación infantil, esclavitud laboral o trabajadores no registrados bajo convenio.
En el 2015 Bergoglio habló a una multitud desde el balcón de la Casa Blanca. Su visita fue inspiradora. Pero dos años después el panorama político giró 180 grados, con la llegada de Donald Trump. El republicano derribó varias políticas alentadas o creadas por el propio Francisco.
Y hasta planteó más transparencia en las cuentas bancarias de los arzobispados, las conferencias episcopales y los institutos educativos: ya no pueden invertir su capital en las compañías petroleras, madereras o mineras.
En la hoja de ruta franciscano figura asimismo un intenso reacomodamiento al elitista cuerpo diplomático vaticano. El Papa quiere llevar a los más acomodados a misionar durante dos años en los países periféricos.
Una iglesia pobre para los pobres no fue sólo una declaración de principios.
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