Sunday, January 30, 2011

Centros Interprovinciales de Formación


CENTROS DE FORMACIÓN INTERPROVINCIAL
Documento Aprobado por la 16ª. Asamblea General de la CPAL


INTRODUCCION


El documento de la CPAL titulado: “Principio y Horizonte de nuestra misión en América Latina” afirma que: “Los desafíos que enfrentamos hoy en América Latina y el mundo tienen su característica peculiar. Ellos no sólo afectan a todos nuestros pueblos de manera similar sino que, para ser enfrentados, requieren una comprensión global y una acción conjunta.” (n. 2).

La Iglesia es interpelada por el mundo y experimenta al mismo tiempo fuertes tensiones internas que se viven con gran intensidad en América Latina. Más allá de estas tensiones, los últimos Papas reiteradamente confían a la Compañía la misión de estar presentes “aun en los campos más difíciles y de vanguardia, en las encrucijadas de las ideologías, en las trincheras sociales, allí donde ha estado y esté el choque entre las exigencias más candentes del hombre y el perenne mensaje del evangelio”. [1]

La misión de la Compañía en América Latina necesita de jesuitas que, bien enraizados e inculturados en sus respectivas provincias o lugares de trabajo, asuman la dimensión universal de su vocación, a la luz de los grandes desafíos de América Latina en el contexto de una globalización cada vez más potente e incisiva. Los jesuitas habrán de prepararse para responder a las necesidades de la Compañía en todo el mundo y para trabajar en equipos interconectados por redes apostólicas.

El Principio y Horizonte, después de repasar algunos de los desafíos más importantes de América Latina para la Compañía de Jesús, continúa diciendo que todos ellos exigen de nosotros “un nuevo modo de asumir la universalidad de nuestra misión y de replantearnos las estructuras provinciales que le han servido de apoyo. Se impone romper con los estrechos límites particularistas en que estamos encerrados y caminar hacia nuevas maneras de relacionarnos y entendernos, de trabajar y de situarnos, de sentir y de vivir la realidad.” (n. 9).

En esta perspectiva, los Provinciales de América Latina juzgamos necesario tener Centros Interprovinciales de Formación. Entendemos por estos Centros el conjunto de Centro Académico y Casas de formación para los estudios Teológicos y Filosóficos de nuestros compañeros, establecidos por la CPAL y en los que ésta ejerce su autoridad o su influjo, según los casos particulares.

Los Centros Interprovinciales de Formación de la Compañía de Jesús en América Latina habrán de organizarse y estructurarse, con la ayuda divina y la buena disposición de nuestros formandos, formadores y profesores, de tal modo que se vayan desarrollando jesuitas con un profundo y evidente sentido de cuerpo apostólico al servicio universal de la Iglesia y del mundo cada vez más globalizado e interdependiente. Jesuitas que contextualizados por amplios horizontes y movidos por grandes deseos, sean capaces de responder, desde la perspectiva de los empobrecidos, a los urgentes y verdaderos desafíos de América Latina.

La conformación interprovincial de dichos centros ayudará a fomentar el sentido de cuerpo de la Compañía de Jesús para América Latina. Los proyectos comunitarios habrán de contemplar instancias explícitas para conocer, experimentar y discernir los desafíos emergentes en América Latina. El conocimiento mutuo de jesuitas procedentes de distintos países y regiones junto a la experiencia de vivir, estudiar y desarrollar la actividad apostólica en otra Provincia que la de origen, favorecerá el sentido de cuerpo y la estima de personas y realidades diferentes a las propias. Por otra parte, esas mismas experiencias y circunstancias enriquecerán el corazón y la mirada de nuestros formandos para la misión en sus provincias de origen. El conocimiento de Provincias y culturas, ya sea que ocurra por el contacto directo o por personas afectivamente significativas, fomenta la estima y el compromiso necesarios para el servicio apostólico.

No se trata sólo de disminuir centros o de reunir escolares y formadores en menos lugares; aspiramos al “magis”, es decir, a una mayor calidad religiosa, humana y académica y que fomente la dimensión universal de nuestra vocación.

Consideraciones previas

Los Centros Interprovinciales de Formación serán parte del plan apostólico común de la CPAL. Los provinciales asumirán como propios los acuerdos que la CPAL tome sobre este tema con una mayoría cualificada luego de pedir la aprobación del P. General.


La eventual creación de nuevos centros de formación en las Provincias que componen la CPAL deberá ser aprobada previamente en el seno de la Conferencia por una mayoría cualificada.
La selección de centros interprovinciales implica el compromiso de enviar a ellos estudiantes, profesores y formadores jesuitas, de acuerdo a un plan consensuado y elaborado con suficiente antelación.


Salvo excepciones, los jesuitas en formación deberán pasar, al menos, una de las etapas básicas de filosofía o de teología en alguno de los centros interprovinciales y fuera de sus provincias de origen.


Los provinciales tendrán libertad para destinar a los jesuitas en formación a cualquiera de los centros seleccionados como interprovinciales, teniendo en cuenta las condiciones reales de cada uno de los centros.


Los centros no considerados interprovinciales pueden continuar brindando un servicio apostólico a la Iglesia local, de acuerdo a las nuevas circunstancias, respetando los acuerdos comunes de ayuda interprovincial.


Los Centros Interprovinciales de formación deberán guiarse por un “Plan de Formación” específico que habrá de elaborarse por una Comisión ad hoc aprobada por los Provinciales en base a:


· Las orientaciones generales de la Iglesia y de la Compañía universal

· La síntesis y asimilación de las grandes orientaciones de los Planes de Formación y Apostólicos de las Provincias.

· Los objetivos propios de los Centros Interprovinciales, asegurando la coherencia y continuidad entre las diferentes etapas de formación a nivel provincial e interprovincial, con evaluaciones específicas para cada etapa

· Las grandes prioridades apostólicas de la CPAL

· Las orientaciones y las normas de los Centros Universitarios a los que se integren nuestros formandos.

La CPAL elaborará un documento que, aprovechando la rica experiencia de la Compañía universal, atienda los aspectos jurídicos, financieros y reglamentarios de los Centros Interprovinciales de Formación.


Objetivos

1) Buscar el magis en la formación religiosa, humana y académica de nuestros escolares y hermanos para responder a los desafíos de la evangelización de América Latina plural y cambiante en el mundo globalizado.

2) Promover desde América Latina la dimensión universal de nuestra vocación en los formandos, formadores y profesores.

3) Posibilitar en nuestros jóvenes experiencias y el desarrollo de actitudes, según nuestro modo de proceder, que preparen y favorezcan la integración en las Provincias Latinoamericanas de la Compañía.

4) Racionalizar y optimizar los recursos y esfuerzos de las provincias en la formación para dar una respuesta más eficaz a los retos del mundo de hoy.

A. Criterios de Selección de los Centros Académicos

Se dará preferencia a aquellos Centros Académicos que:

1. Pertenezcan a la Compañía y sobre los cuales ella tenga mayor capacidad de decisión.

2. Tengan una impronta jesuítica de acuerdo a nuestras Constituciones y a la misión formulada por las últimas CC.GG.: fe-justicia; fe-cultura; fe-diálogo interreligioso.

3. Realicen excelencia académica, con reconocimiento universitario y en un medio universitario.

4. Tengan interconexión con otros centros que permita la convalidación de asignaturas, ciclos y títulos. Se dará especial importancia a la validación nacional e internacional de los títulos otorgados por los Centros.

5. Busquen implementar los grandes principios pedagógicos ignacianos. Valoración de la tutoría y otros modos de acompañamiento personalizado y al trabajo en equipo.

6. Tengan participación efectiva en el quehacer de la Iglesia local y universal, incluyendo un positivo interés por las manifestaciones culturales y religiosas populares.

7. Demuestren calidad de la infraestructura para el estudio y la investigación (Biblioteca, Internet, espacios específicos para los estudiantes, etc).

8. Ofrezcan posibilidad de participación de los estudiantes en las instancias académicas (consejos y organizaciones estudiantiles).

9. Tengan experiencia en la acogida para estudiantes extranjeros, su inducción y su adecuada adaptación.

10. Ofrezcan facilidades para el aprendizaje de otras lenguas, como portugués, español e inglés.

11. Presenten posibilidad de proponer una filosofía y teología pensante, propositiva y crítica que recoja la perspectiva latinoamericana, con un hondo sentido eclesial.

12. Promuevan la investigación filosófica y teológica y no se conformen sólo con la enseñanza.

B. Características de las comunidades de formación

Equipo de formación (mínimo tres jesuitas) con formación específica para el acompañamiento de los nuestros.


Los jesuitas destinados para ser formadores deben tener esa como su misión fundamental, lo que no excluye el que, según casos concretos, puedan ocuparse en otros ministerios.


Formar comunidades con un número de miembros que permita la experiencia de la diversidad de culturas, personalidades y carismas y que asegure un acompañamiento personalizado y relaciones comunitarias fraternas.


Las estructuras de las comunidades de formación tendrán en cuenta los niveles de maduración humana y religiosa de nuestros formandos.


Prestar especial atención al acompañamiento espiritual y a la formación religiosa jesuítica, ahondando en nuestras constituciones y modo de proceder.


Tener un cuidado especial para la integración afectivo sexual y los aspectos de madurez humana, garantizando que en el sitio escogido exista la posibilidad de realizar la evaluación y el acompañamiento psicológico que sea necesario.


Formación para la vida apostólica con una buena selección de apostolados, acompañamiento adecuado, reflexión en instancias apropiadas y evaluación permanente. Debe existir un formador responsable que cuide de la integración entre esta y las otras dimensiones de la formación y que de cuenta de este eje. Que en la medida de lo posible la selección de apostolados de los estudiantes esté integrada al proyecto apostólico de la Provincia anfitriona, incluida la promoción vocacional.


La preparación al sacerdocio, en el caso de los escolares, debe ser parte integrante y constitutiva de la formación sobre todo en la etapa teológica y no limitada al “mes Arrupe”.


Sto. Domingo, 25 de octubre de 2007

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[1] Pablo VI 1974, Juan Pablo II 1995, Benedicto XVI 2006
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