Tuesday, June 26, 2012

Desde su exilio, los jesuitas gestaron la idea de México como una patria: expertos


Por : Paula Carrizosa

2012-06-25 04:00:00

Carmen Aguilar, Antonio Rubial, Brian Connaughton
y Manuel de Santiago

Antonio Rubial, académico de la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), y Brian Connaughton, investigador de la Universidad Autónoma Metropolitana (UAM) Iztapalapa, coincidieron en que el libro Testimonio de un jesuita poblano en el amargo camino del destierro. Antonio López de Priego (1730–1802) constituye una de las primeras evidencias de la idea del país como “patria”, ello porque los jesuitas exiliados comenzaron a defender la concepción de una nación llamada México que se consolidaría en 1821 con la Independencia.

El pasado viernes en la sala de lectura de la Biblioteca Histórica José María Lafragua, con la exhibición del manuscrito original que presumiblemente llegó a ese acervo en 1874; los expertos comentaron este texto publicado por Ediciones de Educación y Cultura, la Universidad Autónoma de Puebla (UAP) y la madrileña Trama Editorial.

Además de Rubial y Connaughton, especialistas en temas de religión y sociedad, y en la relación de la política y el sistema eclesiástico, respectivamente; participaron Manuel de Santiago, director de Lafragua, y la historiadora María del Carmen Aguilar, autora del texto introductorio y la paleografía.

Para Antonio Rubial la edición se convierte en “un completo y erudito texto” en dos líneas: la primera encausada a describir las vivencias sobre el periplo de los jesuitas hacia los Estados Pontificios, y el segundo que recupera la visión exaltada de un novohispano sobre América.

De la Compañía de Jesús, una “congregación renacentista” que llegó a México con misiones en la zona norte, relacionándose con los indígenas y haciendo los primeros tratados científicos, cartográficos y de educación; el experto de la UNAM señaló que la expatriación de 678 jesuitas en 1767 se dio entre “lágrimas y bendiciones” por parte del pueblo, y entre la escolta de los soldados que los llevaron al puerto de Veracruz.

“Antonio López de Priego y otros 29 jesuitas más, algunos sin ordenar aún, se embarcaron en Veracruz hacia Cádiz, cruzaron por Parma y Módena, hasta llegar a Bolonia en donde permanecieron hasta 1785”, dijo el profesor de la Facultad de Filosofía y Letras.

Si el viaje significó una ruptura amarga y triste para López de Priego, lleno de carencias materiales, enfermedades y peligros, la estadía en Bolonia significó la defensa y la comparación de México con este estado y con Roma. De la primera, el jesuita la describió como una ciudad que “nada envidia a México” pues este tiene una mayor flora y fauna, paisajes y suntuosos edificios en cada calle, colegios y pensadores; mientras que de Roma escribió que compartían sus templos, reliquias y palacios. “Roma es una reina, México una dama de palacio y Puebla una camarera”, escribió el jesuita.

Para López de Priego, expresó Antonio Rubial, la “Nueva España era un reino fértil en donde florecían las artes y las letras, una patria para todos, un concepto que iba más allá del lugar de nacimiento, un lugar al que se unían con el ideal de defender”.

Brian Connaughton, investigador de la Universidad Nacional Autónoma de México, opinó que el texto de Antonio López de Priego ayuda al lector a “ubicarse en un mundo que ha perdido sus valores, a través de una pluma con genio, nostalgia y picardía sobre el periplo”, y principalmente, porque “descubre a su patria en el debate con otros”.

El experto consideró que este volumen ayuda a conocer la forma de pensar del siglo XVIII, el cual ha sido “incomprendido” por la historiografía ya que para unos ha sido llamado el “siglo de la ilustración, relacionismo, orden o despotismo ilustrado” y para otros, concebido como “el siglo de la consolidación, de plata, de la cornucopia mexicana visible”.

Expresó que mientas su contemporáneo Francisco Javier Clavijero da una perspectiva histórica a la expatriación, López de Priego es un agudo observador de su contexto “que mira de frente y lo descubre” haciendo –como ya había advertido Antonio Rubial–, un comparativo de la Nueva España con Bolonia y con Roma.

“Comparó la acotada tierra italiana con la vastedad de la tierra mexicana, a la que se refiere como una patria, un México de indias. Dijo que si Italia era un bello jardín, el reino de México era un mundo entero”, refirió Connaughton.

Concluyó que López de Priego formó parte del “comienzo del virtual lanzamiento de mexicanos hacia Europa que continuaría con otros personajes como Fray Servando Teresa de Mier, quienes rompieron ese dique con el que México entraba y pensaba en el mundo, un ejercicio que no ha cesado desde entonces”.



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