Señales del Comienzo del Tiempo del Fin y del Retorno de Cristo
El Antiguo Testamento menciona una serie de fenómenos que preceden al día del Señor (Isa.13:10). Jesús los destacó especialmente cuando emitió el conocido "sermón profético" (Mt.24 y 25), y los señaló como una de las señales por las cuales sus seguidores podrían saber que su venida estaba cerca, "A LAS PUERTAS" (Mt.24:33).
"Después de la tribulación de aquellos días, el sol se oscurecerá, y la luna no dará su resplandor, y las estrellas caerán del cielo, y las potencias de los cielos serán conmovidas... Así también vosotros, cuando veáis todas estas cosas, conoced que está cerca, a las puertas" (Mt.24:29).
En relación a esos mismos acontecimientos, en el Apocalipsis, San Juan tiene una visión complementaria de la que aparece en S. Mateo. El capítulo 6 de Apocalipsis señala la historia de la humanidad dividida en siete sellos, de los cuales trata seis, puesto que el séptimo sello (que corresponde a la segunda Venida de Cristo), aparece en el capítulo 8.
El sexto sello comienza así: "Miré cuando abrió el sexto sello, y he aquí que hubo un gran terremoto; el sol se puso negro como tela de cilicio, y la luna se volvió toda como sangre; y las estrellas del cielo cayeron sobre la tierra, como la higuera deja caer sus higos cuando es sacudida por un fuerte viento" (Apoc.6:12,13).
Según Apoc.6:12,13, tales sucesos acontecerían con la apertura del sexto sello, el cual culmina con la Segunda Venida de Cristo. Por eso acertadamente podemos denominar este período como el "tiempo del fin".
EL GRAN TERREMOTO ha sido identificado con el gran terremoto de Lisboa, ocurrido el 1º de noviembre de 1755. La historia lo registra como el terremoto más terrible, sobretodo por su extensión: a pesar de que su epicentro fue Lisboa, abarcó la mayor parte de Europa y el norte del Africa, cubriendo una extensión de por lo menos seis millones y medio de kilómetros cuadrados. "En un pueblo cercano a Marruecos y muy distante del epicentro todos los diez mil habitantes perdieron la vida; una ola descomunal barrió las costas de España y Africa" (Wade; 106).
A pesar de que ha habido otros terremotos terribles en la tierra, y tal vez más catastróficos, el terremoto de Lisboa es considerado como la señal predicha en las profecías, fundamentalmente porque su extensión no tiene parangón en la historia. La "Enciclopedia Británica" (1945) señala que los efectos del temblor fueron sentidos desde Escocia hasta el Asia Menor y que el rasgo distinitivo del terremoto de Lisboa fue la agitación de lagos y ríos de tierra adentro más allá del área afectada: Italia, Suiza, Gran Bretaña, Suecia y Noruega.
LA CAÍDA DE ESTRELLAS aconteció el 13 de noviembre de 1833, y tuvo lugar sobre América del norte, México y Jamaica. En palabras de científicos es "probablemente la más notable de todas las lluvias de meteoritos que jamás ocurriera, fue la de las Leónidas, el 12 de noviembre (12-13) de 1833" (Carlos A. Young; "Manual of Astronomy"; Ed.1902).
Dicho suceso comenzó entre las dos y las cuatro de la mañana, continuando hasta el amanecer. Tal acontecimiento no ha tenido precedente alguno en la historia. "En verdad, ninguna lengua podría describir el esplendor de tan hermoso espectáculo; ... nadie que no lo haya presenciado puede formarse exacta idea de su esplendor. Parecía que todas las estrellas del cielo se hubiesen reunido en un punto cerca del cenit, y que fuesen lanzadas de allí, con la velocidad del rayo, en todas las direcciones del horizonte; y sin embargo no se agotaban: con toda rapidez seguíanse por miles unas tras otras, como si hubiesen sido creadas para el caso" (F. Reed; "Christian Advocate and Journal; 13 dic. 1833).
EL OSCURECIMIENTO DEL SOL ocurrió el 19 de mayo de 1780 y se extendió por toda Nueva Inglaterra y en la costa atlántica desde el sur hasta las regiones desconocidas del norte. Fue causa de gran alarma y perplejidad para muchos que creyeron que había venido el fin del mundo.
El evento sobrenatural comenzó entre las diez y las once de la mañana del vienes de la fecha ya mencionada, y continuó hasta medianoche de la noche siguiente. Toda actividad quedó paralizada. Las escuelas se clausuraron a las once del día y a mediodía la gente estaba encendiendo velas. "A las ocho de la noche, la oscuridad fue tan impenetrablemente densa que hizo enteramente imposible el viajar; y aunque la luna se levantó casi llena como a las nueve, no dio suficiente luz para hacer capaz de distinguir entre los cielos y la tierra" ("Great Events of the Greatest Century", pág.44).
Esa misma noche, LA LUNA parecía como bañada en sangre. Milo Bostwick escribe: "Mi padre y mi madre, que eran devotos, creyeron que el día del Juicio ya acercaba. Velaban toda la noche y dijeron que en la última parte de la noche la obscuridad desapareció y que el cielo tomó su aspecto de costumbre; mas la luna, que fue llena, tenía la apariencia de sangre".
Este día oscuro jamás fue explicado. Aunque se han ofrecido diversas teorías, ninguna de ellas resiste la prueba de la ciencia. Algunos piensan que se trataba de un simple eclipse de sol. Para tal efecto, el sol, la luna y la tierra deben ser una línea directa, siendo la luna entre los dos. Un estudio calculó la posición de los planetas en aquel día y el resultado fue: ECLIPSE IMPOSIBLE. Un verdadero eclipse dura un pequeño período, sin embargo esta oscuridad duró la mitad del día y la mitad de la noche también.
Algo importantísimo de considerar al respecto, es el tiempo en que el fenómeno aconteció: "Después de la tribulación de aquellos días" (Mt.24:29; ver Mr.13:24). San Mateo se está refiriendo a la tribulación mencionada en Mt.24:21,22: "porque habrá entonces gran tribulación, cual no la ha habido desde el principio del mundo hasta ahora, ni la habrá. Y si aquellos días no fuesen acortados, nadie sería salvo; más por causa de los escogidos, aquellos días serán acortados".
Los estudiosos han identificado esta "tribulación" con los 1260 años de la persecución papal, que acabaría en 1798. Y en cumplimiento de la profecía de que los días serían acortados, la historia señala que la persecución cesó prácticamente en 1773, con lo cual "aquellos días" fueron acortados por espacio de 25 años.
LA VALIDEZ DE ESTAS SEÑALES:
Realmente son muchos los datos que las profecías nos señalan para determinar que tales acontecimientos son verdaderamente las señales a las que los apóstoles se referían para marcar el inicio del "tiempo del fin":
1º Su magnitud. La historia no registra acontecimientos similares en naturaleza y magnitud, que se hayan producido antes ni después. Cada uno de estos acontecimientos fue notable por sí mismo.
El oscurecimiento del sol y el enrojecimiento de la luna, son sucesos claramente sobrenaturales que no se pueden clasificar junto con los fenómenos que naturalmente se producen en el planeta. Hasta la fecha no tienen una explicación científica. Para los incrédulos, son misterios que caen en el terreno de lo inexplicable, pero para nosotros, son las señales que Dios había predicho cientos de años atrás, registradas en las Sagradas Escrituras.
El terremoto de Lisboa y la caída de las estrellas, aunque tienen una explicación científica, son de tal magnitud, que no permiten agruparlas con el resto de acontecimientos de su especie.
2º Su ubicación. Estos acontecimientos ocurrieron en Europa y Estados Unidos principalmente, donde había gente que estaba estudiando las Escrituras y estaba analizando las profecías. Ocurrieron donde había gente preparada para darse cuenta de su importancia y donde las comunicaciones correspondientes podían ocurrir. Un día oscuro en el Sahara o en Nueva Guinea le habría dicho muy poco acerca de la segunda venida de Cristo a los caníbales cazadores de cabezas o a los nómades musulmanes.
3º El momento en que se produjeron. Al respecto, hay tres bases que podemos mencionar:
Mt.24:29 habla de que tales acontecimientos tendrían lugar "después de la tribulación de aquellos días", lo que pareciera referirse a la persecución de la Edad Media y que culminó en 1798, años que serían acortados hasta 1773, coincidiendo así, con el texto profético.
¿SE REPETIRAN ESTAS SEÑALES?:
Algunos sugieren que estos acontecimientos volverán a suceder antes del regreso de Cristo, lo cual es posible si consideramos que en esta época los estudiosos de las profecías se encuentran repartidos alrededor del mundo, de modo que si bien los fenómenos tales como el oscurecimiento del sol o el enrojecimiento de la luna fueron parciales en cuanto a su extensión, bien podrían volver a suceder, pero ahora universalmente.
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