La Sociedad de Jesús (Jesuitas) y la Gran Ramera
Muchos siglos más tarde de la desaparición de Constantino, los jesuitas de Ignacio de Loyola allá por el año 1550, comenzaron a infiltrarse en cada religión y denominación. Siguen haciéndolo, y hoy en día, en una forma mucho más sofisticada, sobre todo a partir del Concilio Vaticano II, gracias al movimiento ecuménico y carismático.
Hay que decir que muchos ministros del Evangelio, a partir de la falacia del Concilio Vaticano II y su nueva definición del evangélico o protestante, como “hermano separado”, en vez de “anatema” o “hereje”, han bajado inconmensurablemente la guardia, y se han prestado al engaño del ecumenismo y de la falsa “unidad entre los cristianos”. Toda esa estratagema fue vilmente planificada y llevada a cabo por los Jesuitas.
La razón principal de la existencia de la Sociedad de Jesús (Jesuitas) fue, y sigue siendo, por activa o por pasiva, la de detener el avance del protestantismo, iniciado por la Reforma. Nicolini de Roma escribió:
"Los Jesuitas, por su mismo llamado, por la misma esencia de su institución, están ligados a buscar, por cada medio, recto o malo, la destrucción del Protestantismo. Esta es la condición de su existencia, el deber que ellos deben cumplir, o cesar de ser Jesuitas". (2) [Las Huellas de los Jesuitas, R. W. Thompson, 1894]
Los jesuitas son más poderosos de lo que muchos imaginan. Hacia finales de los setenta, eran alrededor de 102.000 correligionarios (3)
“Símbolo Jesuita”
Presten atención al siguiente relato:
“La Sociedad de Jesús (Jesuitas) fue de allí en adelante reconocida como la principal fuerza opositora del Protestantismo. La Orden llegó a ser dominante en determinar los planes y la política de la Iglesia Romana. La hermandad creció y floreció. Plantó sus sucursales en Francia, Italia y España, y luego en todas las tierras civilizadas. El éxito de la Orden fue fenomenal. Llegó a ser un poder en el mundo. Envió sus representantes a cada parte del globo. Sus solitarios apóstoles fueron vistos eclipsando los tronos de Europa. Ellos buscaron, por cada medio conocido al ingenio humano, que se establezca y se confirme el tambaleante edificio de Roma, y que sea minado el edificio del Protestantismo en ascenso. Ellos penetraron en el [*río] Indo y el Ganges. Ellos atravesaron los desiertos del Tibet, y dijeron, "Aquí estoy yo", en las calles de Pekín. Ellos miraron hacia abajo adentro de las minas de plata de Perú, y se arrodillaron en rezo en las costas del Lago Superior. Para conocer todos los secretos, sondear todos los designios, penetrar en todas las intrigas, prevalecer en todo consejo, elevarse por sobre toda diplomacia, y dominar a la raza humana, -tal fue su propósito y ambición. Ellos herirían en lo vivo a cada sociedad humana en cada parte de la tierra habitable, el silencioso reptar de su siempre en aumento complot para retomar el mundo para la Iglesia, y dominar y conquistar y extinguir los últimos remanentes de oposición a su dominio de costa a costa, desde los ríos hasta los fines de la tierra" (4) [Historia Universal de Ridpath, John Clarke Ridpath, 1899]
“Ignacio de Loyola, fundador de la Sociedad de Jesús (jesuitas) y primer General Superior de la Orden, elevado a los altares, era un demostrado practicante del ocultismo”
La Gran Ramera: La Madre de las Rameras y de las abominaciones de la tierra
Cuando hablamos de los Jesuitas, o del Opus Dei que vino mucho más tarde, y de un gran número de otras sociedades romanistas, no podemos sino abrir nuestra Biblia y encontrar el gran común denominador de todo ello, muy bien definido y expuesto en el libro de Apocalipsis. Por la Escritura, no tenemos más remedio que admitir que ese gran común denominador es la Gran Ramera, es decir, la falsa iglesia de Cristo.
Yo les invito a leer detenidamente el pasaje de Apocalipsis 17: 1-6, 15, 18:
“Vino entonces uno de los siete ángeles que tenían las siete copas, y habló conmigo diciéndome: Ven acá, y te mostraré la sentencia contra la gran ramera, la que está sentada sobre muchas aguas; con la cual han fornicado los reyes de la tierra, y los moradores de la tierra se han embriagado con el vino de su fornicación. Y me llevó en el Espíritu al desierto; y vi a una mujer sentada sobre una bestia escarlata llena de nombres de blasfemia, que tenía siete cabezas y diez cuernos. Y la mujer estaba vestida de púrpura y escarlata, y adornada de oro, de piedras preciosas y de perlas, y tenía en la mano un cáliz de oro lleno de abominaciones y de la inmundicia de su fornicación; y en su frente un nombre escrito, un misterio: BABILONIA LA GRANDE, LA MADRE DE LAS RAMERAS Y DE LAS ABOMINACIONES DE LA TIERRA. Vi a la mujer ebria de la sangre de los santos, y de la sangre de los mártires de Jesús; y cuando la vi, quedé asombrado con gran asombro…Me dijo también: Las aguas que has visto donde la ramera se sienta, son pueblos, muchedumbres, naciones y lenguas…la mujer que has visto es la gran ciudad que reina sobre los reyes de la tierra>>
“Representación de la Gran Ramera”
La Gran Ramera:
I) Es la iglesia del Anticristo: <
II) Reside en Roma: <<la gran ciudad que reina sobre los reyes de la tierra>> (Ap. 17: 18) En tiempos de Juan, ese fue el papel y posición de Roma a través de su visible Imperio.
III) Mayoritariamente está detrás de todo este movimiento levantado para infiltrar y destruir las verdaderas congregaciones cristianas, entre otras muchas atrocidades históricas: <
Nótese que Juan se quedaba asombrado… ¿por qué? Porque esos santos, mártires de Jesús, padecían a manos de la mujer (la falsa iglesia) que decía ser cristiana…
“Juan se quedó asombrado, porque vio que en el nombre de Cristo, la institución católico-romana, mataba a los verdaderos creyentes. Muchos piensan que eso es cosa del pasado ya, pero se equivocan, una terrible persecución por parte de la Gran Ramera a escala mundial todavía puede ocurrir”
Permítanme aclarar que aquí no estamos hablando del católico promedio, el cual ni siquiera es lejanamente consciente de lo que ocurre en las profundidades vaticanas. Ese católico regular no es más que víctima confiada de ese sistema diabólico, tan bien disimulado y adornado de falso cristianismo (ver Ap. 17: 4)
Ante el más que probable comentario de los defensores de Roma, en el sentido de que lo expuesto arriba no es más que una mera hipótesis (presunto manido comentario proveniente de aquellos que menosprecian la Biblia en pro de la tradición romanista), yo les vuelvo a invitar a que presten mucha atención a lo que seguidamente les voy a mostrar. Por favor, no pierdan detalle:
El juramento extremo de la Sociedad de Jesús (Jesuitas)
El que sigue, es porción importante de la copia exacta del juramento extremo de los Jesuitas. Leyendo y examinando bien su contenido, podremos empezar a entender muchas cosas más, respecto a lo que estamos mostrando a lo largo de este artículo. Veremos el horror en el que puede llegar a caer un ser humano, si se deja dirigir por el Maligno. Ponemos a la luz de forma literal este juramento que los Jesuitas de rango menor hacen cuando van a pasar a una posición de mando. Éste es posterior al juramento de obediencia y lealtad a la Orden y al papa de Roma.
Este es un juramento especial para los jesuitas claves que son asignados a las labores especiales dentro de cualquiera de las ramas de gobierno, ejército, justicia, educación y ciencia; así como industria, sanidad, movimientos laborales y cualquier institución religiosa (5).
Este juramento que siempre fue secreto,fue revelado por el ex jesuita de alto rango, Dr. Alberto Rivera, tiempo después de convertirse a Cristo. El Dr. Alberto Rivera, murió hace unos pocos años de manera muy misteriosa. Transcribimos a continuación lo más destacado de dicho juramento; por favor, no pierdan detalle:
(Dado a un jesuita de rango menor cuando va a ser elevado a una posición de mando)
CEREMONIA DE INDUCCION Y JURAMENTO EXTREMO DE LA HERMANDAD DE LA SANTA FE DE LA SOCIEDAD DE JESÚS (JESUITAS)
Habla el Superior:
Entre los reformadores, ser un reformador; entre los Protestantes Franceses (Hugonotes), ser uno de ellos; entre los Calvinistas, ser un Calvinista; entre los Protestantes en general, ser un Protestante y obtener su confianza para buscar aún con sermones desde sus púlpitos, y denunciar con toda vehemencia en tu temperamento, nuestra Sagrada Religión y el Papa. Aún para descender tan bajo para convertirte en judío entre los judíos, para que puedas sacar junta toda la información para beneficio de tu Orden como ferviente soldado del Papa.
Has sido enseñado para insidiosamente plantar la semilla de los celos y el odio entre los Estados que estén en paz e incitarlos a hechos de sangre, envolviéndolos en guerra unos con otros, y para crear revoluciones y guerras civiles, en comunidades, provincias y países que fueren independientes y prósperos, que cultivaren las artes y las ciencias, disfrutando de las bendiciones de la paz.
Para identificarte con los combatientes y a actuar secretamente en concordancia con tus hermanos Jesuitas que puedan estar en el otro bando, pero abiertamente opuestos a aquello con lo que puedas estar conectado.
"[Enseñado a] que únicamente la Iglesia (romana) puede ser al final, en las condiciones alcanzadas en los tratados de paz la ganadora, y que el fin justifica los medios.
Se te han enseñado tus ocupaciones como espía, para acumular estadísticas, hechos e información a tu alcance, a congraciarte y ganar la confianza de los círculos familiares de Protestantes y herejes de toda clase y carácter, tanto la del comerciante, el banquero, el abogado; entre escuelas y universidades, en parlamentos y legislaturas, entre los judiciales y consejeros del Estado; y para ser todas las cosas para todos los hombres, por el bien del papa, cuyos sirvientes somos hasta la muerte.
Has recibido tu instrucción aquí, como novicio, un neófito, y has servido como ayudante, confesor y sacerdote, pero no has sido investido todavía con todo lo que es necesario para mandar en la armada de Loyola al servicio del Papa.
Debes servir el tiempo apropiado como instrumento y ejecutor tal y como ordenado por tus superiores, pues nadie puede mandar que no haya consagrado sus labores con LA SANGRE DE LOS HEREJES (énfasis nuestro); porque “sin derramamiento de sangre ningún hombre puede ser salvado”. Así pues, para prepararte para tu trabajo y asegurar tu propia salvación, además de tu anterior juramento de obediencia y lealtad a tu Orden y al Papa, tendrás que repetir después que yo:
Jura el jesuita de rango menor:
Y cuando ésto no pueda ser hecho abiertamente, secretamente usaré la copa envenenada, la cuerda para estrangular, el acero de la daga, o la bala dirigida, sin prejuicio de honor, rango, dignidad o autoridad de la persona o personas, cual fuera su condición en la vida, ya sea pública o privada, tal como puede ser ordenado para hacerlo, por cualquier agente del Papa o Superior de la Hermandad de la Santa Fe de la Sociedad de Jesús.
En la confirmación de todo ello, he aquí dedico mi vida, mi alma y todas mis facultades corporales; y con esta daga que yo ahora recibo, yo suscribiré mi nombre, escrito en mi propia sangre, como testimonio de esto; y si yo compruebo ser falso o débil en mi determinación, que mis hermanos y compañeros soldados de la Milicia del Papa corten mis manos y mis pies, y mi garganta desde oreja a oreja, que abran mi barriga y la quemen con azufre, con todo el castigo que puede infligirse sobre mí, y que mi alma sea torturada por demonios para siempre en un infierno eterno…
¡No cabe analizar punto por punto ese execrable juramento, porque nos llevaría demasiada tinta y papel, pero fíjense ustedes la capacidad de fanatismo asesino de esas personas, que se juramentan con maldición, y lo firman con su propia sangre!
“El muy valiente Dr. Alberto Rivera, ex jesuita de alto rango, convertido a Cristo”
Habiendo visto toda esa evidencia, ya no nos debe extrañar nada acerca del relato con el que abríamos este artículo.
Es un hecho la infiltración. Es un hecho que los enemigos de Cristo están desde que el Evangelio se extendió por Europa, por América y por toda la tierra a partir de la Reforma, tratando de destruirlo, usando entre otras armas la técnica de la penetración, tal y como hemos visto en ese horripilante juramento jesuita.
Fuente: http://www.centrorey.org/temas26.html
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