Wednesday, December 26, 2012

Reflexiones sobre ¿el fin del mundo?


ERNESTO A. HOLDER
Ernestoholder@gmail.com



2012-12-24 — 12:00:00 AM — Cuando el despertador sonó a las 5:20 a.m. el viernes pasado, 21 de diciembre, eran las 12:20 pasada la media noche en Samoa. Es decir, 12:20 a.m. del sábado 22 de diciembre de 2012. Revisé rápidamente los titulares mundiales y no había noticia de que allá, en Samoa, el mundo se hubiera acabado (el Mundo de Samoa es el mismo de acá). A esa hora, 5:22 a.m. del viernes 21 de diciembre de 2012 en Panamá, quedaban unas 14 horas más o menos para que la profecía se cumpliera.

En las noticias vi un despacho de la agencia Reuters desde México que decía ‘Miles de místicos, hippies y vagabundos espirituales, descenderán sobre las ruinas de las ciudades Mayas este viernes para celebrar un nuevo ciclo en el calendario Maya, ignorando los temores en algunos sectores que en su lugar podría anunciar el fin de la mundo. Con brillantes vestidos, bailarines mexicanos indígenas invocaron a un dios serpiente cerca de las ruinas de Chichen Itza a últimas horas del jueves, mientras que meditabundos occidentales esperan el comienzo de una ‘edad de oro’ de la humanidad’.

Reuters informó que la policía china detuvo a unas mil personas esa semana por difundir rumores acerca del 21 de diciembre. En Argentina, las autoridades restringieron el acceso a una montaña popular entre los observadores de ovnis, después de rumores que comenzaron a extenderse sobre un posible evento de suicidio en masa en ese lugar.

Ya el año pasado escribí sobre Harold Camping, quien vaticinó que el mundo acabaría el sábado 21 de mayo de 2011, pero pasada esa fecha, ajustó su predicción para señalar el 21 del mismo año como el día final. Camping había dicho que mayo 21 fue ‘la llegada espiritual de Cristo’ y que octubre 21: ‘… el mundo será totalmente destruido, pero será muy rápido’. ‘¡Están advertidos!’, señaló en una nota en el Washington Post. Evidentemente tampoco ocurrió.

La humanidad ha vivido eternamente con adivinos, pitonisas y clarividentes, la mayoría fundamentados en textos y enunciados religiosos formulados siglos atrás, según estos, por un ser divino o supremo. Charles Wesley, fundador de la iglesia metodista predijo que el mundo acabaría en el año 1794. Su hermano John posteriormente hizo su propia predicción señalando que 1836 sería en año en que ‘la gran bestia vendría a la tierra, marcando el inicio del fin’.

Con base en las profecías del libro de Daniel en la Biblia, William Miller inicialmente predijo el regreso de Jesucristo entre los años 1831 y 1841. Reajustó sus vaticinios para entre las fechas de marzo 21 de 1843 y marzo 21 de 1844. Después al 18 de abril del mismo año; octubre 22 y así sucesivamente hasta que murió en 1849. Sus seguidores se convirtieron en lo que son hoy Los Adventistas del Séptimo Día y sostienen que las predicciones fueron correctas, pero que se referían a un evento que sucedería en el Cielo, no en la Tierra.

Joanna Southcott predijo que daría a luz al Mesías y este alumbramiento iniciaría el fin del mundo el 19 de octubre de 1814. Joanna murió dos meses después de la fecha señalada y, según se cuenta, sus seguidores entregaron su cuerpo a las autoridades después de que comenzó a descomponerse; tenían la esperanza de que resucitaría. Lo interesante de este caso es que Southcott dejó una caja sellada que, dicho por ella, contenía una seria de profecías. La caja no debería ser abierta hasta que 24 obispos anglicanos se reunieran para tal fin.

Se han hecho otras tantas predicciones alrededor de fenómenos naturales. Para el regreso de la cometa Halley, en 1910 y en 1986. El efecto Júpiter durante la alineación de los nueve planetas el 10 de mayo de 1982. La secta ‘Heaven’s Gate’ cometió un suicidio en masa en marzo de 1997 convencidos de que se acercaba el fin cuando se acercaba a la Tierra el cometa Hale-Bopp.

Family Radio es la cadena radial en donde Harold Camping lleva a cabo su ministerio. Recibió donaciones de 80 millones de dólares entre el 2005 y 2009. Muchos seguidores de Camping renunciaron a sus empleos, vendieron sus posesiones, le entregaron sus ahorros convencidos de las predicciones.

El mundo no desaparecerá por el advenimiento de algún ser supremo, porque esté escrito en algún texto milenario o porque lo diga algún embustero. A pesar de los avances científicos, el espacio, el tiempo y la materia son incomprensibles para las mentes más brillantes de esta tierra. Y hay los que usan la mente para hacer daño. Entre la fauna de protervos (brujos, esotéricos, facinerosos, políticos, curas, los del medallón maya o la baba de caracol), gente como Camping son los más infames.

La humanidad será destruida, si esto llegara a pasar, por algún accidente universal incontrolable de los astros o por nuestros propios actos; nuestra irreverencia hacia el planeta y su ambiente que nos dio vida; que permitió desarrollarnos como especie por siglos y siglos. Por nuestras indiferencias e insensateces con el prójimo. Por bárbaros, con nuestras destructivas guerras contra la humanidad; entre éstas, el irracional oxímoron de guerras santas. Podemos corregir esto para iniciar realmente una ‘edad de oro’ de la humanidad, pero no hay indicios de que queremos hacerlo. Es allí en donde falsarios y maleantes de todos los días aprovechan nuestra dejadez e ignorancia compartida.

EL AUTOR ES COMUNICADOR SOCIAL


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