Sunday, February 28, 2016

Seguro refugio


28 de febrero

Porque he aquí que Jehová sale de su lugar para castigar al morador de la tierra por su maldad contra él; y la tierra descubrirá la sangre derramada sobre ella, y no encubrirá ya más a sus muertos.  Isaías 26:21.

Con rapidez y seguridad se está acumulando una culpabilidad casi universal sobre los habitantes de las ciudades, por causa del constante aumento de la resuelta impiedad. La corrupción que prevalece supera la capacidad descriptiva de la pluma humana. Cada día nos comunica nuevas revelaciones de las contiendas, los cohechos y los fraudes; cada día nos trae aflictivas noticias de violencias e iniquidades, de la indiferencia hacia el sufrimiento humano, de una destrucción de vidas realmente brutal e infernal...

Nuestro Dios es un Dios de misericordia. Trata a los transgresores de su ley con longanimidad y tierna compasión... El Señor soporta durante mucho tiempo a los hombres y las ciudades, enviando misericordiosamente amonestaciones para salvarlos de la ira divina; pero llegará el momento en que ya no se oirán las súplicas en demanda de misericordia...

Las condiciones que prevalecen en la sociedad, y especialmente en las grandes ciudades de las naciones, proclaman con voz de trueno que la hora del juicio de Dios ha llegado, y que se acerca el fin de todas las cosas terrenales. Nos hallamos en el mismo umbral de la crisis de los siglos. En rápida sucesión se seguirán unos a otros los castigos de Dios: incendios e inundaciones, terremotos, guerras y derramamiento de sangre...

Se está preparando la tempestad de la ira de Dios; y solo subsistirán los que respondan a las invitaciones de la misericordia... y sean santificados por la obediencia a las leyes del Gobernante divino. Solo los justos serán escondidos con Cristo en Dios hasta que pase la desolación. Sea éste el lenguaje del alma:

“Otro asilo aquí no hay, indefenso acudo a ti;
Mi necesidad me trae, porque mi peligro vi.
Solamente en ti, Señor, hallo paz, consuelo y luz;
Vengo lleno de temor a los pies de mi Jesús.
“Cristo, encuentro en ti poder, y no necesito más;
Me levantas, al caer; débil, ánimo me das.
Al enfermo das salud, vista das al que no ve.
Con amor y gratitud tu bondad ensalzaré”


La Historia de Profetas y Reyes, 205-208.

Maranata, p.68


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