Sunday, August 23, 2009

Unidad en la fe, pluralismo de culturas

NUEVA YORK. Entrevista al nuevo arzobispo
Unidad en la fe, pluralismo de culturas
Encuentro con Timothy Michael Dolan, nuevo
arzobispo metropolitano de Nueva York
Entrevista al arzobispo Timothy Michael Dolan por Giovanni Cubeddu




El arzobispo de Nueva York Timothy Dolan con los obreros que están construyendo la nueva línea del metro [© Associated Press/LaPresse]



El día que el presidente Obama llegó a la Casa Blanca cientos de miles de personas lo estaban esperando allí. Se trataba sobre todo de gente pobre, y parecían mirar al presidente con verdadera esperanza.

TIMOTHY MICHAEL DOLAN: Sí, así fue. Es verdad, en la elección de Obama y durante sus primeros meses como presidente hay un gran sentimiento de esperanza. Aun estando en desacuerdo con las políticas del presidente Obama –y yo soy uno de los que están en desacuerdo–, no puede negarse que habla elocuentemente de esperanza, y muchos de sus sueños y grandes perspectivas dan de verdad ánimos y son un auténtico estímulo para los Estados Unidos, y también son muy consoladores. De verdad parece muy sincero cuando quiere hacer de puente y unir a la gente: esto no podemos negárselo. Yo diría que es casi imposible para nosotros imaginar la alegría y el orgullo de los afroamericanos por la elección del primer presidente afroamericano. Es estupendo ver lo orgullosos que están, y lo están justamente, de ver a uno de ellos en la Casa Blanca. Es algo así como para los católicos en 1960, cuando uno de nosotros, un católico americano-irlandés, llegó a ser presidente, John Fitzgerald Kennedy. Yo era un chaval, tenía diez años, y aún recuerdo la satisfacción, el orgullo, la alegría. Hoy, si miro atrás, hay muchas decisiones políticas de Kennedy con las que no estoy a gusto, pero sigo estando orgulloso de él y muy agradecido por la esperanza, el impulso y la inspiración que nos dio. Y esto es algo que se ve también con el presidente Obama.
Obama le parece digno de crédito.

DOLAN: Cuando fui nombrado arzobispo de Nueva York me llamó por teléfono, y sentí que era de verdad sincero. No fue por estrategia política que me dijo: «Deseo sólo congratularme con usted, yo rezo por usted y le pido que haga lo mismo por mí», y añadió: «Sé lo estupenda que es la Iglesia católica en la archidiócesis de Nueva York, como realmente lo es en los Estados Unidos de América. Les necesito de verdad y rezo por su liderazgo». Sé que todo esto lo piensa de verdad. Y considero prometedores los pasos que ha dado hablando de las relaciones con el islam, algunas aperturas prácticas por la paz en Oriente Próximo, su deseo de conseguir una red de asistencia social justa y amplia, las tentativas de reajustar la economía. Se puede no estar de acuerdo con el qué de sus acciones, pero de todos modos se puede admirar cómo se está comportando, yo esto no puedo negárselo. Nos ha transmitido un sentimiento de esperanza.
¿Y en lo tocante a Nueva York?

DOLAN: Aquí hay muchos pobres, muchos afroamericanos y muchos emigrantes, y el presidente les ha transmitido entusiasmo y expectativas, porque esta gente se siente a menudo al margen, y tener a alguien que comparte con ellos su mismo background afroamericano y que ahora está en el despacho más importante, les da cierto sentido de inclusión, especialmente apreciado por los que viven en Nueva York. Además, Nueva York es tradicionalmente terreno del Partido demócrata, por tanto estarían contentos igualmente...

Dicho todo esto, ¿hay algunos peros…?

DOLAN: He de decir con honestidad que una de las cosas que deteriora y disminuye este sentimiento de esperanza es la postura del presidente sobre los temas de la vida, que para nosotros son de importancia primaria. Rezo con fuerza para que los maravillosos sueños del presidente, preocuparse de los pobres, defender a los más débiles y lograr el resultado de una sociedad justa y honesta, incluyan también la vida que en los Estados Unidos es la más frágil de todas, la del niño en el seno materno. Mientras esto nos suceda, muchos, muchos católicos, serán muy cautos a la hora de apoyar al presidente.

Como arzobispo le toca ahora una responsabilidad más dura. ¿Cómo es la Iglesia de Nueva York vista desde dentro?

DOLAN: Pregunta interesante, ya que como usted sabe he vivido en Roma durante muchos años… A mí Nueva York me parece muy semejante a Roma por su catolicidad y universalidad, por su capacidad de abrazarlo todo. Esta es la primera característica. La archidiócesis de Nueva York, que me honro de servir como pastor, es un maravilloso mosaico de la universalidad de la Iglesia. Yendo todos los días a la Catedral de San Patricio veo filipinos, chinos, africanos, latinoamericanos, haitianos, gente de origen alemán, irlandés, italiano. Me encuentro diariamente con los líderes judíos. Veo todos los días gente de todas las partes del globo y me acuerdo de la columnata de Bernini, que se abre para abrazar al mundo, como hace también la archidiócesis de Nueva York. Todos los domingos se celebran en la archidiócesis misas en 33 idiomas, ¡33 idiomas! ¿No es grandiosa la universalidad de la Iglesia?

¿La segunda característica?

DOLAN: Me llama la atención de Nueva York que cada uno se siente como en su casa. Se podría pensar que debido a la presencia de tantos emigrantes de países diferentes aquí se vive como en un lugar de paso..., en cambio, la gente está como en su propia casa y lo hace con orgullo. Se ve que la gente se siente ligada a sus vecinos y al propio párroco, te habla de las nuevas parroquias, de donde va a misa y a qué escuela iba. Están orgullosos de Nueva York, la han adoptado como su casa porque en América, como es sabido, somos todos outsiders menos los amerindios, pues todos hemos llegado aquí procedentes de distintas partes. Y a menudo Nueva York era la primera parada. En la homilía de la misa de mi toma de posesión dije que la Estatua de la Libertad –la mujer que saluda a la gente y hace que se sienta en casa– es desde un punto de vista terrenal lo que la Iglesia es sobrenaturalmente. Es la Iglesia católica la que daba la bienvenida a los que desembarcaban, les buscaba trabajo, educaba a sus hijos, les enseñaba a comprender el inglés y a echar raíces. La archidiócesis de Nueva York ha hecho todo esto durante doscientos años y nosotros queremos que la gente se siga sintiendo como en su casa, mientras se le prepara una habitación celestial, una morada eterna. Además, hay que señalar también el tercer aspecto: contamos con una infraestructura bien “lubrificada”.




Obama con su hija Sasha
[© Associated Press/LaPresse]



¿Es decir?
DOLAN: La archidiócesis se puede administrar sin trabas y eficientemente, y por ello quiero alabar al cardenal Egan, y también al cardenal O’Connor, porque la estatura moral de la Iglesia es elevada. Los políticos se fijan en ella para recibir estímulos, los vecinos la buscan para obtener su ayuda, los educadores por su sostén. Un antiguo alcalde de Nueva York, Edward Koch, que fue un gran alcalde, de éxito, solía decir que la Iglesia aquí es como la “cola”, que mantiene todo unido, gracias a nuestras obras católicas de caridad, a los comedores para los pobres, a las escuelas, a las parroquias. Es lo que da cohesión. Y es la estructura bien “lubrificada” de la archidiócesis la que hace todo esto y de un modo estupendo. Es una Iglesia de verdad viva, vibrante, que crece. Cuando el domingo por la mañana voy a misa a San Patricio, la encuentro siempre llena. En la misa dominical hay sólo puestos de pie… Bueno, en las parroquias nos hacen falta nuevos edificios, nuevas escuelas… No vive según los números, sino que vive en el espíritu. Tenemos por supuesto problemas, muchos como las demás diócesis, e incluso más; pero la archidiócesis de Nueva York representa aún un microcosmos de la vitalidad de la Iglesia estadounidense.

¿Piensa usted que el pluralismo de Nueva York vive también dentro de toda la Iglesia americana?

DOLAN: Oh, la Iglesia es de verdad pluralista. Pero la genialidad del catolicismo no expresa lo pluralistas que somos, sino lo unidos que estamos frente al pluralismo. Cuando digo la misa del domingo en San Patricio y echo un vistazo, veo visitantes de todo el mundo, está la gente de las parroquias pobres de la archidiócesis, los emigrantes recién llegados, la quinta y la sexta generación de policías irlandeses, gente de California, de Harlem, del Bronx. Y todos se sienten unidos. En la Iglesia estamos todos en nuestra casa, todos en la casa de Nuestra Madre. Por tanto, es correcto afirmar que en el pluralismo de la Iglesia estadounidense viven experiencias muy distintas pero, en lo esencial, estamos unidos. Y los lugares donde esto ocurre son dos…

¿Cuáles?

DOLAN: Primero, en la misa del domingo; segundo, en el Yankee Stadium para el partido de béisbol, cuando cantamos el himno nacional todos juntos, ¡si bien los Yankees juegan contra Boston!

Quizá también sus colegas obispos y cardenales americanos podrían sentirse unidos en el Yankee Stadium…

DOLAN: Difícil… no comment [sonríe, n. de la r.]. Hemos celebrado en junio la reunión de los obispos y, es sabido, las dificultades y los retos para la Iglesia católica estadounidense son numerosos. Pero un obispo tras otro se levantó diciendo que, gracias a Dios, estamos unidos en las cosas importantes. Podemos no estar de acuerdo sobre el enfoque de las cuestiones, el estilo, el método, pero cuando se llega al punto esencial somos uno. Lo repetía san Agustín: «Unidad en lo esencial, diversidad en lo no esencial, caridad en todo». Y esto se puede aplicar de verdad a los obispos de los Estados Unidos.

¿Qué opina de la nueva encíclica social, y cómo ha sido recibida en un país que ha provocado una gran crisis económica y financiera y ahora lucha por salir de ella?

DOLAN: Aquí la gente está aprendiendo bruscamente que nuestra economía no puede continuar así, que una reforma es necesaria, y que el modo en que tratamos el comercio, los negocios, la política, las inversiones y los intercambios comerciales, debe estar guiado por valores y virtudes bíblicas. La encíclica del papa Benedicto será bien recibida, como una luz.

Como historiador habrá examinado usted la perenne cuestión de la identidad de la Iglesia americana. ¿Ha llegado a alguna conclusión?

DOLAN: El tema identitario para la Iglesia católica en los Estados Unidos es realmente crucial. El difunto padre Richard John Neuhaus –lo conoce, espléndido teólogo y observador agudo de la religión en América– solía decir que la mayor cuestión que se nos plantea es si llamarnos “americanos católicos” o “católicos americanos”. A él le hubiera gustado que nos llamáramos “católicos americanos”. No somos americanos a los que en la vida les ha sucedido ser católicos, somos católicos que viven en los Estados Unidos. El bien normativo en nuestra vida debería ser nuestra fe católica: las decisiones que tomamos, los valores que tenemos en cuenta, las prioridades en la vida, el modo de pensar, de soñar, de proyectar debería estar forjado sumamente por nuestra fe católica. Ahora bien, esto es lo ideal, naturalmente, porque sabemos también que el mayor reto que nos atañe es que la cultura que nos rodea tiene un valor normativo mayor que nuestra fe. También ustedes en Europa deben confrontarse con esto, ¿no? Si tienes una cultura secular que no ayuda la fe, entonces nuestra alma puede estar en peligro. Naturalmente en Europa, en Italia, debería existir una cultura que, por lo menos tradicionalmente, se alíe mayormente a los valores de la fe. Por ejemplo, la fiesta de San Pedro y San Pablo es en Roma un día no laboral y no sólo una festividad católica. Y puesto que conservan ustedes un calendario católico esto les debería ayudar a preservar una cultura católica. En los Estados Unidos no podemos, y algunos dicen que ya no poseemos una cultura cristiana. No estoy de acuerdo, y creo que entre nuestra gente mantenemos aún esta cultura –aunque a veces no se así para los políticos, las universidades y la industria del entretenimiento. La gente posee aún valores cristianos muy elementales





Timothy Michael Dolan frente a la Catedral de San Patricio, el 15 de abril de 2009, día en que tomó posesión de la diócesis de Nueva York [© Associated Press/LaPresse]



Entonces, ¿cómo es uno “católico” y “americano”?

DOLAN: El nudo mayor en la historia de la Iglesia católica en los Estados Unidos es cómo ser un buen católico y un patriota americano. Los líderes católicos repiten siempre que no solamente es posible ser un buen católico y un buen americano, sino que también es natural, porque en su núcleo los valores americanos se basan en la ley natural, en la fe y en la moralidad judeo-cristiana. De modo que uno puede ser un ciudadano americano leal y un católico bueno y sincero: aquí debería existir una alianza. Y esto ha sido siempre la tradición y el reto, la esperanza y el sueño de los católicos en Estados Unidos. Pero también sabemos que tenemos que decidir sobre lo que es esencial para nuestra fe, para no comprometerlo, y sobre lo que no es esencial, que podemos, por tanto, acoger o transformar, adaptándonos a la cultura circunstante. Debemos adaptar, asimilar, cambiar algunas cosas, sin que ello acabe por trastocar la esencia de la fe. Debemos determinar lo que es esencial y lo que no lo es, y a veces esto es engañador, algo difícil.
Hay un diálogo continuo entre la Iglesia y el mundo. Acordémonos de la Ecclesiam Suam de Pablo VI.

DOLAN: Es justo, y naturalmente esa intuición de Pablo VI en la Ecclesiam Suam fue continuada por Juan Pablo II y por Benedicto XVI; este último afirma que nuestros valores católicos no nos apartan de las responsabilidades civiles, sino que las refuerzan, de modo que la Iglesia católica en su máxima expresión reafirma y refuerza todo lo más noble, honesto, virtuoso y liberatorio que existe en el proyecto humano. Juan Pablo II lo repetía continuamente. El Papa Benedicto dice que la Iglesia da lo mejor cuando dice “sí, sí” y no en cambio “no, no”… Así que nosotros decimos “sí” a todo lo bello que existe en la sociedad, decimos “sí” a todo lo que es precioso y liberador y conduce de nuevo las empresas humanas a la dignidad. Y esto sucede naturalmente cuando la Iglesia es luz del mundo, sal de la tierra, levadura de la masa. Es lo que estamos llamados a ser. La historia de los católicos americanos ha estado llena de tribulaciones porque todo esto no forma parte de la cultura de los Estados Unidos...

Donde se abraza la Iglesia por una decisión individual libre…

DOLAN: En los países de tradición católica a veces se considera la fe como algo adquirido, en los Estados Unidos no es así. Tienes que elegirla, porque todos los días estás dentro de un ambiente que desafía tu fe y la pone en entredicho. De modo que la tienes que elegir, abrazar, amar, aprender de nuevo. No digo que sea siempre así, porque una parte de nuestros problemas está en el hecho de que también en las familias tradicionalmente católicas a veces se da la fe por descontado y luego se olvida. Quizá conoce usted los resultados a los que ha llegado recientemente el Pew Center de Filadelfia, institución muy respetada en el ámbito de la investigación sobre temas religiosos. Afirman los analistas de dicho Centro que las llamadas “religiones heredadas” renquean. ¿Cuáles son las religiones heredadas? Judaísmo, catolicismo, ortodoxia e islam. Sobre este último no dicen mucho porque no poseen estadísticas, pero hoy las religiones heredadas ven como sus fieles se están yendo. Normalmente sucedía que si uno nacía católico no abandonaría nunca la Iglesia. Podía dejar de practicar, pero siempre se identificaría como católico. Y lo mismo pasaba con quienes nacían judíos. Todo esto ya no existe. Hoy oyes decir a nuestra gente: «Es verdad que me he criado como católico, pero ahora he dejado la Iglesia, ya no soy católico y he abrazado otra religión». Es un reto pastoral enorme para nosotros, porque la Iglesia es una madre que se consume en lágrimas cuando sus hijos se van de casa. Y quiere que vuelvan.

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Fuente: http://www.30giorni.it/sp/articolo.asp?id=21328

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