Sunday, June 29, 2014

La dimisión también está en la cabeza de Francisco




Un rayo impacta en la cúpula de San Pedro, en el Vaticano, el día de la renuncia de Benedicto XVI. / REUTERS

ARCA DE NOÉ

Benedicto XVI abrió una puerta que luego ha seguido el 'papa negro', el general de los Jesuitas, y que Bergoglio no descarta



PEDRO ONTOSO |

18 junio 201401:34


La revolucionaria, insólita y sorprendente decisión que tomó Benedicto XVI el 13 de de febrero de 2013, la renuncia al papado, fue un precedente que ya está marcando el futuro. Su sucesor, Francisco, también la tiene en la cabeza, como se ha puesto de manifiesto en varias ocasiones, las últimas con ocasión del viaje a Tierra Santa, y en la entrevista que concedió días atrás a 'La Vanguardia'. Siempre ha sido a preguntas de los periodistas. La Iglesia acepta con naturalidad la debilidad propia. También ha anunciado su renuncia Adolfo Nicolás, el general de los jesuitas, el 'papa negro'. Se va introduciendo una dinámica, un hábito, que deja de ser traumático. Y Bergoglio parece que da a entender que piensa hacer lo mismo. Ya no hay cargos vitalicios en la Iglesia.

Es un pensamiento que ha trabajado y madurado. Sus respuestas siempre giran sobre los mismos argumentos. El periodista Henrique Cymerman le pregunta en una entrevista exclusiva: '¿Qué opina de la renuncia de Benedicto XVI?' Y Francisco le contesta: "El Papa Benedicto ha hecho un gesto muy grande. Ha abierto una puerta, ha creado una institución, la de los eventuales Papas eméritos. Hace 70 años no había obispos eméritos. ¿Hoy cuántos hay? Bueno, como vivimos más tiempo, llegamos a una edad en la que no podemos seguir adelante con las cosas. Yo haré los mismo que él, pedirle al Señor que me ilumine cuando llegue el momento y que me diga que tengo que hacer, y me lo va a decir seguro".

El Papa es consciente del efecto demoledor del reloj biológico y de lo que supone ejercer un cargo sin las fuerzas requeridas. Se ha roto el tabú del 'Papa para siempre', se ha rasgado el velo de la sacralidad del cargo. Ese fue el planteamiento de los periodistas cuando le plantearon una hipotética renuncia en el viaje de regreso de Tierra Santa. Francisco no eludió el tema. "Haré lo que el Señor me diga que debo hacer: rezar y buscar la voluntad de Dios. Creo que Benedicto XVI no es un caso único. Vio que no tenía fuerzas y honestamente, un hombre de fe y tan humilde, tomó esa decisión. Hace 70 años no había obispos eméritos. Ahora hay muchos. ¿Qué pasará con los Papas eméritos? Creo que debemos mirar como una institución a este Papa que abrió una puerta: la de los Papas eméritos. ¿Habrá otros o no? Solo Dios lo sabe. Pero esa puerta está abierta. Creo que un obispo de Roma que siente que sus fuerzas decaen –porque ahora se vive mucho más– debe plantearse las mismas preguntas que se planteó el Papa Benedicto".

Juan Pablo II murió a los 84 años después de un epílogo agónico de su pontificado. Benedicto XVI, que vivió esa etapa en primera línea, abdicó a los 85. Francisco cumplirá 78 años en diciembre y ya acusa los efectos de su durísima agenda. Pablo VI fue quien estableció en 79 años la edad máxima de los cardenales para participar en un cónclave. Los obispos están obligados a presentar su dimisión en el momento de cumplir los 75 años para dejar paso a los más jóvenes.

A algunos se les acepta enseguida, a otros se les permite continuar al frente de sus diócesis, a veces más de dos años. En muchas ocasiones intervienen razones 'políticas' en estas decisiones. Por ejemplo, Martínez Sistach, arzobispo de Barcelona, ha rebasado los 77 años. El cardenal Rouco, arzobispo de Madrid, cumple 78 el próximo 20 de agosto. El Vaticano lleva mucho tiempo diseñando ambos relevos. Espera el momento adecuado en función de la situación sociopolítica de España, con una consulta soberanista en ciernes en Cataluña. En Euskadi, monseñor Luis María Larrea tuvo que estar al frente de la diócesis de Bilbao cuando ya estaba muy enfermo, sin que Roma le aceptara la renuncia.

El caso de la Compañía de Jesús merece un punto y aparte. El padre Arrupe, general intrépido y carismático, luchó hasta el final por mantener firme el rumbo de la poderosa orden, pese a los esfuerzos de Juan Pablo II por mantenerle a raya. Una trombosis le apartó de su misión en agosto de 1981. Le sucedió Peter-Hans Kolvenbach hasta que le flaquearon las fuerzas, después de casi 25 años de gobierno. Tanto a Karol Woijtyla como a Ratzinger les costó aceptar la renuncia del padre superior de los jesuitas, un año más joven que el pontífice bávaro. Juan Pablo II se lo negó y Benedicto XVI terminó autorizándola en 2008. Pero ahí se abrió otra puerta.

Adolfo Nicolás Pachón, último líder de los jesuitas, ya ha anunciado que renunciará a su cargo en 2016, justo cuando cumplirá 80 años. Es de la generación del Papa y del cardenal Rouco. El cargo es vitalicio pero las constituciones de la orden contemplan la posibilidad de la renuncia al mismo El general de los jesuitas lo había consultado con el Papa Francisco y en esta ocasión, como era obvio, no ha habido pegas a la renuncia. El español Adolfo Nicolás Pachón ha estado pocos años al frente de la Compañía, por eso ha sorprendido su decisión. ¿Han cuajado las reformas que se había propuesto, sobre todo en lo que se refiere al apostolado social? Las provincias tienen mucha tradición de ser gobernadas de forma piramidal e introducir corrientes horizontales es complicado. En cualquier caso ha sido un general que ha gobernado sin carisma, con un liderazgo de tono bajo. Kolvenbach también fue una figura moderada y discreta.

Juan Pablo II, ya santo, sostenía que un Papa tenía que morir sin bajarse de la Cruz, como el apóstol Pedro en el año 65 de nuestra era, según relata la tradición cristiana. Pero tampoco el cardenal de Viena, Franz König, creía que se pudiera dar el caso de dos Papas vivos: "Un Papa jubilado, otro en el Vaticano; la gente se preguntaría quién de los dos manda", decía. El mismo pontífice polaco afirmó que en la Iglesia "no hay sitio para un Papa emérito". El historiador Juan María Laboa lo recuerda en el libro 'El valor de una decisión' (PPC), que escribió al alimón con Vicente Vide y Reyes Mate. "Desde nuestros días –escribe el catedrático emérito–, no tan lejanos de aquellos en los que se pronunciaron esas afirmaciones, podemos considerar con cuanta facilidad se pronuncian aseveraciones dogmatizantes que el tiempo implacablemente pone en su sitio".
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