Saturday, June 27, 2009

¿Tienen lugar los Deportes en las Escuelas Adventistas?


¿Tienen lugar los Deportes en las Escuelas Adventistas?


Por J. David Newman

El asunto de deportes en las escuelas adventistas ha recibido considerable atención recientemente. Por el hecho de que muchas de nuestras academias y colegios se ven enfrascados en competencias deportivas interescolares, la Asociación General ha nombrado un comité para que investigue el papel que juegan los deportes en la educación Adventista. Quizá ha llegado el tiempo de que se revise el fundamento histórico de los principios que la iglesia sostiene respecto al deporte y cómo aplicar estos principios a las prácticas de nuestros días.


Un incidente ocurrido en Batle Creek

En las postrimerías de la década de los 60's (1860), varios años después que seis estados habían formado la Asociación General de los Adventistas del Séptimo Día en Battle Creek, Michigan, los miembros sintieron la necesidad de destacar la postura de la iglesia respecto a la educación. En 1868, Goodloe Harper Bell quien había sido alumno del Colegio Oberlin, abrió una pequeña escuela en Battle Creek con 12 estudiantes.

En 1872, Elena White escribió su primer tratado sobre la educación, cuyo título fue "La Educación Apropiada", en la cual demandaba por una educación rural para las escuelas adventistas. La práctica de la agricultura y las industrias deberían combinarse con una educación de calidad que estuviera basada en las Escrituras. Ella razonaba que tal preparación capacitaría a los estudiantes para aprender una segunda vocación al mismo tiempo que contribuiría a mantenerlos en buena forma física. Sus palabras son las siguientes: "A fin de preservar el equilibrio de la mente en nuestras escuelas deberá combinarse el trabajo con el estudio. Este punto de vista o perspectiva de la educación fue posterior en años al hecho de que muchos educadores americanos habían abandonado el programa trabajo-estudio. Como una respuesta a las reformas educacionales propuestas por

Locke, Rousseau, Pestalozzi y Von Fellengerg en Europa entre 1700 y 1830, los educadores americanos durante los albores de la década del siglo XIX, se sintieron atraídos por la idea de proveer trabajo útil a los estudiantes durante su educación secundaria y colegial. El trabajo manual despertó gran entusiasmo a partir de 1820 y llegó a su clímax en la década siguiente, declinando en forma vertiginosa de ahí en adelante. Los proponentes de tal sistema argüían que el trabajo manual proveería ejercicio natural a los estudiantes, promovería el desarrollo del carácter, disminuiría los gastos de educación, y reduciría las distinciones de clase.

El abandono del trabajo manual en las escuelas durante la década de los cuarentas fue el resultado de una variedad de factores complejos, incluyendo problemas económicos y de administración; consideraciones especiales de tiempo y la irrupción de la revolución industrial que hacían al trabajo manual inatractivo; y además, el incremento de los impuestos que se canalizaban a la educación, lo que hizo innecesario que los estudiantes vieran como una necesidad trabajar para pagar sus estudios. Caso típico de veintenas de colegios que fueron fundados bajo el sistema de trabajo y estudio fue el colegio de Oberlin, fundado en 1833 como el primer colegio coeducacional en los Estados Unidos, y el primero en admitir estudiantes de color. Fue también de línea progresista en los derechos de la mujer, asuntos raciales, reforma pro salud y educación práctica. Su lema o slogan fue. "Trabajo y aprendizaje". A los estudiantes se les requería trabajar cuatro horas diarias. Por dos décadas toda clase de ajustes y experimentos fallidos se hicieron para llevar a cabo tan ambicioso programa escolar.

Al aumentar el número de estudiantes, la posibilidad de ofrecer trabajo manual llegó a ser una tarea abrumadora para los administradores y el programa finalmente cesó en 1852. Por el año de 1860 se construyó el primer gimnasio, el cual facilitó el ofrecer clases de gimnasia a los estudiantes, según la tradición europea. A fines del siglo, Oberlin juntamente con la mayoría de otras escuelas en los estados Unidos se orientó hacia un bien regulado programa de deportes para los estudiantes. Esta orientación hacia los deportes coincidió con el tiempo durante el cual la mayoría de los deportes fueron formalmente organizados en los Estados Unidos.

Así, cuando Elena de White en 1872 -varias décadas después del apogeo del trabajo manual y la educación en los Estados Unidos- dio a conocer su opinión sobre la materia, experimentó una resistencia poco usual. Ignorando sus apelaciones por una ubicación rural para el Colegio, la Asociación General pagó 16,000 dólares por 12 acres en Battle Creek, (entonces un pueblito de 700 habitantes), justamente frente al Instituto de Salud que pronto
llegó a estar dirigido por el doctor J. H. Kellog. En la distante y lejana California Elena White lloró al enterarse de la noticia acerca de la compra de la propiedad.

El colegio de Battle Creek fue dedicado en 1875 bajo el liderazgo de Sidney Brownsberger el cual adoptó el currículo típico de la tradición europea, basado en el estudio de Griego y del Latín. Las clases de Biblia llegaron a ser electivas. En respuesta a los repetidos testimonios de Elena White, intentos a medias se hicieron a fin de ofrecer entrenamiento manual a los estudiantes en el mismo plantel. Finalmente en 1889 los estudiantes de Battle Creek desataron un debate en el cual calificaron el trabajo manual como de ningún valor y como consecuencia el programa se canceló.

Entre 1890 y 1893, los estudiantes de Battle Creek formaron equipos de beisbol, rugby y box. Los equipos rivales eran los del Sanatorio, Review and Herald y otras escuelas y colegios. A los jugadores se los uniformó. Se concedían trofeos a los campeones, generando esto mucha excitación. Elena de White quien estaba en ese tiempo en Australia haciendo la obra de pionera, recibió cartas de algunos estudiantes que asistían al colegio de Battle Creek provenientes de Australia y Nueva Zelandia. PoMare un alumno maorí de Nueva Zelandia se quejaba diciendo que él había renunciado al futbol y otros deportes, pues no podía hallar la paz de Dios mientras los practicaba. En su carta le preguntaba a Elena White ¿Qué ventaja ofrecía Battle Creek sobre las escuelas que él había dejado allá en Australia?

El 5 de septiembre de 1893, al día siguiente de haber recibido la carta de PoMare, Elena White escribió una carta "picante" al presidente del colegio el Pastor, W. W. Prescot: "Los deportes, las sesiones de box y la entrega de trofeos, han estado educando y entrenando a nuestros jóvenes según la voluntad de Satanás... El tiempo además está pletórico de señales del conflicto venidero para estar educando a la juventud en diversiones y juegos".

Mientras Elena de White contestaba la carta de PoMare, los estudiantes en Battle Creek formaban dos equipos, los "Americanos" y los "Británicos" quienes juegan en intramuros juegos donde la pasión se desbordaba. Un reportero escribió acerca de esto en un periódico local el siguiente encabezado: "El Gran partido Internacional de Futbol". Uno de los británicos participantes envió una copia del artículo a sus padres en Australia quienes compartieron la información con Elena White, quien a su vez escribió otra carta al presidente Prescott. "Quiero decirle que he visto a Satanás triunfar al verlos caer en sus trampas mediante los juegos. Planes que él usará a fin de embaucar a las almas en su ruina eterna. Hay maneras en que el tiempo de los estudiantes puede ser empleado de tal modo que su celo y ardor juvenil puedan ser usados para glorificar a Dios".

El mismo día le escribió una carta a Edgar Caro, hijo de un dentista australiano. "Hay muchas cosas útiles y necesarias para hacer en nuestro mundo que harían que los ejercicios que se hacen por pura diversión y placer sean casi innecesarios... El mismo poder... podría inventar medios y maneras para lograr un ejercicio de alta calidad al hacer obra misionera".

El presidente Prescott presentó la carta de Elena White a la facultad y a los estudiantes y luego le contestó: "Hemos decidido no tener más encuentros deportivos de ninguna clase en el plantel. Nuestra recreación será planeada de tal modo como para darle a los jóvenes el ejercicio físico suficiente, benéfico y deseado, sin alentar un espíritu de competencia, y sin estar basado en deporte o el atletismo. Ya habíamos visto suficientemente los males de estas cosas como para decidir no tener más tales juegos para los alumnos de la escuela secundaria. Sin embargo, habíamos planeado permitir a los del Sanatorio y la Review practicar estos deportes; pero desde que recibimos su carta hemos decidido retractarnos de tal decisión".

Elena White envió un testimonio especial a todos los maestros y alumnos del colegio de Battle Creek. En él enfatizaba la necesidad de ejercicio y que Dios había designado que tal ejercicio fuese útil, práctico y productivo, pero que ellos se habían apartado del plan de Dios y habían seguido invenciones humanas. "Por amor a Cristo pongan un hasta aquí a tales cosas en Battle Creek, consideren los resultados posteriores sobre el corazón, el carácter y los principios operados por estas diversiones que son una copia de lo que se practica en otras escuelas... Estudio diligente es esencial así como trabajo duro y diligente. El juego no es esencial... No puedo hallar en la vida de Cristo un solo instante el cual Él lo haya dedicado al placer y a la diversión.

En respuesta a la carta de Prescott, Elena White se lamentaba que el deporte hubiese eclipsado el reciente reavivamiento espiritual habido en el plantel. "Entre la juventud, la pasión por el futbol y otras clases de gratificaciones egoístas han tenido una influencia engañosa. Vigilante oración y consagración diaria a Dios no se han mantenido... Actúan como si la escuela fuera un lugar donde ellos tuvieran que perfeccionar y dominar el deporte, como si este fuera una rama tan importante en su educación, y se preparan y se entrenan para la práctica del mismo. Esto es erróneo de principio a fin. El entrenamiento y la disciplina a que se someten a fin de estar en forma y salir victoriosos no los capacita para llegar a ser fieles soldados de Jesucristo.

El dinero gastado en uniformes y equipo a fin de prestar un espectáculo agradable en estas competencias es tonto, y muy bien podría ser usado para hacer avanzar la causa de Dios en nuevos lugares... Ahora necesitamos comenzar de nuevo. Sería esencial y necesario establecer los fundamentos de nuestras escuelas de acuerdo al modelo de las escuelas de los profetas. Es demasiado fácil acoplarnos a los planes, métodos y costumbres del mundo".

Desafortunadamente, ninguna reforma hecha en el Colegio de Battle Creek que eliminara el programa deportivo, duró mucho. En 1896, sólo tres años después de que Elena White escribió su testimonio, el periódico local Battle Creek-Daily Journal-, informaba acerca de los eventos deportivos y sus resultados en el Colegio de Battle Creek. El 12 de junio de 1896, por ejemplo, el periódico informaba: "El grupo B del noveno grado de secundaria derrotó al noveno grado del colegio, por pizarra de 14 a 9".


EL INCIDENTE DE AVONDALE

El 5 de octubre de 1896, aproximadamente cinco años después que Elena White había partido para Australia, colocó la primera piedra de lo que sería el edificio principal del Colegio de Avondale. Durante estos años había luchado por establecer un programa escolar que se convirtiera en modelo para otras instituciones en el futuro. Se estableció en una casa cerca de la institución a casi una milla del plantel a fin de dirigir la organización del Colegio personalmente.

Durante los primeros años del Colegio de Avondale, el programa consistía de cuatro fases:

Reuniones religiosas: una o dos horas diarias

Clases: cuatro horas

Período de estudio: dos horas

Trabajo: dos o tres horas

Los estudiantes construían los edificios, cortaban los árboles, plantaban árboles frutales, cultivaban la tierra, y creaban industrias. Se daban clases de cómo imprimir, encuadernación, carpintería, mantenimiento a las casas, jardinería y hortalizas. El estudio de la Biblia hallaba una posición prominente en el programa académico, el cual incluía instrucción sobre la salud, comercio, enfermería, educación y obra misionera.

Durante esos años formativos, Elena White escribió varios artículos pidiendo siempre una norma más alta para Avondale. Estaba determinada a que la experiencia de Battle Creek no se repitiera en Avondale. El 20 de diciembre de 1896, escribió desde su hogar en Avondale: "He sido advertida acerca de que los maestros en nuestras escuelas más jóvenes no deberían caminar en la senda que muchos de nuestros maestros en Battle Creek han transitado. Diversiones populares para los estudiantes fueron introducidas a Battle Creek bajo un mando engañoso... Si la educación dada allí no es diferente en carácter que la ofrecida en Battle Creek, no necesitamos gastar en la compra de terreno y en la construcción de edificios. Es Satanás quien haría creer a los estudiantes que han venido a prepararse como evangelistas, ministros y misioneros, que las diversiones son esenciales para mantenerlos físicamente saludables, cuando el Señor ha presentado a ellos que el mejor método es ocuparse en el trabajo manual mientras se educan.

Más tarde decía enfáticamente "revela cobardía el moverse tan lentamente y sin la dirección debida en lo que concierne al trabajo manual, mismo que nos dará la orientación debida para obtener la mejor calidad de educación. Cultivar la tierra es uno de los mejores trabajos, pues exige el poner los músculos en acción y darle tregua a la mente. El estudio de la agricultura debiera ser el A, B, C, de la educación de nuestras escuelas.

En enero de 1897 W. W. Prescott quien a la sazón era el Secretario de la Asociación General, regresó de Australia, donde había conversado con Elena White respecto a los planes para Avondale. En abril de ese mismo año, la sesión de la Asociación General se celebró en Lincoln, Nebraska, allí se hizo un llamado decidido en favor de una reforma en la educación. Edward A. Sutherlad quien desde 1892 había luchado por seguir los consejos de Elena White en Walla Walla, llegó a ser presidente del Colegio de Battle Creek.

De 1897 a 1901, el presidente Sutherland apoyado vigorosamente por John H. Kellog, Alonso T. Jones y Percy T. Magan. Luchó por reformar el Colegio de Battle Creek, reestructurando completamente el currículo. Un grupo de amigos ayudó a comprar 80 acres, a una milla al norte del colegio, a fin de poder contar con una finca donde se sembraron árboles frutales, arbustos y viñedos.

A fin de hacer patente la ruptura con el sistema antiguo, Sutherland consiguió un arado, y junto con Magan y Justus G. Lamson araron el campo deportivo y lo hicieron una hortaliza. Tales reformas fueron insoportables para algunos, y la matrícula el siguiente año decreció. Sutherland decidió cambiar el colegio de un ambiente urbano a uno rural en el cual había profesores "de banqueta" con mentalidad citadina. La señora White aconsejó que se postergara por el momento dicho cambio.

Mientras tanto, el 28 de abril de 1897 las clases comenzaron en Avondale. Al finalizar el año escolar la nueva escuela tenía 81 alumnos. C. B. Hughes graduado de Battle Creek en 1892 fungía como presidente. Para abril de 1899 se construyó el edificio central y 153 alumnos se matricularon.

Durante el mes de febrero de 1900 la administración de la escuela decidió permitir a los estudiantes jugar criquet los domingos por la tarde, a fin de que no anduvieran rondando por los matorrales. Cuando se acercaba la fecha del primer aniversario de la construcción del edificio central, el presidente Hughes y el personal docente decidieron celebrar la fecha como un día festivo. Le pidieron a la señora White que tuviera la meditación temprano en la mañana; ellos habían planeado pasar el resto del día jugando.

Elena White habló con fervor esa mañana y luego se fue a su casa, no sabiendo lo que sucedería. Los alumnos pasaron el resto del día jugando tenis, (se habían comprado trajes deportivos para las damas), criquet, carreras de relevo de costales y otros juegos. Esa noche Elena White no pudo conciliar el sueño hasta después de la una de la mañana por la pesada carga que sentía por lo acontecido. Fue tomada en visión y luego escribió: "Fui testigo de lo que sucedió en el plantel... Una escena de las cosas que sucedieron pasó ante mí, los estudiantes jugaban tenis y criquet. Luego se me dio instrucción respecto al carácter de estas diversiones. Me fueron presentadas como una especie de idolatría, como los ídolos de las naciones".

A la mañana siguiente muy temprano, Elena White fue llevada en su carruaje a la casa del presidente del colegio, el profesor Hughes. Le manifestó que quería hablar a la facultad antes de hablar con los estudiantes acerca de la manera cómo habían pasado el día anterior. El profesor Hughes y el personal docente se indignaron al saber que la señora White deseaba hablar a los estudiantes y se enfrascaron con ella en un acalorado debate. Los maestros pensaron que sería mejor esperar un día, antes de hablar a los estudiantes, así que ella regresó a casa triste y apesadumbrada por la respuesta de los maestros.

Esa misma tarde se le dio otra visión y en ella se le mostró "que estas cosas eran repetición de la maldición de Aarón, cuando al pie del monte Sinaí permitió desde el mismo principio que un espíritu de rebeldía y vulgaridad se introdujera en el campamento de Israel.

El viernes en la mañana Elena White habló a los estudiantes reunidos y "nunca dio un testimonio tan directo como esa vez". Leyó gran parte de los testimonios dirigidos a Battle Creek. Su hijo Guillermo, comentaba más tarde: "Todos quedamos sorprendidos de la claridad y firmeza de lo que mi madre escribió y sobre todo, el fervor con el cual hacía sus apelaciones, protestando en contra de los deportes". Después de sus observaciones los estudiantes se sentaron tranquilamente sin responder.

El presidente Hughes se sintió sumamente abatido y comenzó a albergar dudas respecto a Elena White. Más tarde confesaba; "Fue principio de una de las experiencias más oscuras de mi vida. Sentí que la señora White era extremadamente irrazonable en el asunto. Los estudiantes también se sintieron perturbados y enfadados y el domingo siguiente en la tarde volvieron a jugar criquet como de costumbre".

El lunes el pastor Guillermo White habló a los estudiantes acerca de cómo debiéramos recibir el consejo de parte de los ministros de Dios, especialmente cuando ellos nos presentan ideas y pensamientos nuevos que quizá no armonizan con nuestros deseos y sentimientos. La señora White se sintió muy apesadumbrada por este incidente que registró en su diario lo siguiente: "Ha sido entendido por todos, en los distintos niveles de la obra, que estos juegos no son parte de la clase de educación que ha de darse en nuestras escuelas. El colegio de Avondale ha de ser modelo para las otra escuelas que han de establecerse para beneficio de nuestro pueblo. Los juegos y las diversiones son la maldición de las colonias y no deben permitirse en nuestra escuela aquí".

Para el jueves, el Espíritu de Dios había obrado en C. B. Hughes, la facultad y los estudiantes. Después de otra intervención de la señora White, la mayoría expresó su deseo de seguir el camino que el Señor les indicaba. El pastor Guillermo White informaba más tarde que al terminar esta reunión, "sentimos que una gran victoria se había ganado, que la facultad y los estudiantes vieron las cosas en una persperctiva diferente y con mayor luz como resultado de nuestro estudio y oración durante la semana".

El equipo de tenis (red y raquetas) fue vendido y el dinero obtenido se dedicó a las misiones. Los partidos de criquet cesaron. Un gran número de alumnos en grupos comenzó a estudiar la Biblia por las tardes y a dar a conocer el amor de Dios a la comunidad de alrededor.


EL COLEGIO MISIONERO DE EMMANUEL

Más tarde, ese mismo año, Elena White regresó a los Estados Unidos. Con su decidido apoyo, la Asociación General votó el 12 de abril de 1901 reubicar el Colegio de Battle Creek en el campo. En el mes de mayo 16 furgones de ferrocarril se usaron para trasladar el equipo y la institución se trasladó 90 millas a su nuevo sitio en Berrien Springs, donde se estableció con un nuevo nombre: Colegio Misionero Emmanuel. Percy T. Magan escribió a Elena White diciéndole que "este nuevo colegio debiera ser el Avondale de América".

Con una matrícula reducida durante el primer año, los estudiantes y maestros unieron sus esfuerzos en el cultivo de la finca y la construcción de los edificios, mientras asistían a clases. Se trabajaba la mayor parte del día y en la tarde se tenían las clases por tres horas. Se ofrecían seis cursos a nivel de Colegio: Ministerio, Educación, Premédica, Contaduría, Música y entrenamiento manual. Por el mes de mayo de 1904 las tensiones se hicieron más fuertes entre el Dr. Juan Harvey Kellog y los líderes de la iglesia. Mangan y Sutherland fueron acusados de estar influenciados con las ideas del doctor Kellog las cuales eran: Independencia de la denominación, institucionalismo y panteísmo. El conflicto arreció, y Magan y Sutherland renunciaron y se fueron a Nashville, Tennessee, donde comenzaron el Instituto Normal Agrícola, en una finca de 400 acres. Así comenzó una red de escuelas de sostén propio que hasta hoy enfatiza la educación basada en el trabajo manual y el estudio, sin la práctica de deporte. Aunque Elena White siempre pensó que la renuncia del profesor Sutherland no fue en el mejor momento. Apoyó su deseo de levantar una nueva escuela y formó parte de la junta de esa institución.

En septiembre de 1910, seis años después que Sutherland había dejado el Colegio Emmanuel, los estudiantes pidieron permiso a la facultad para participar en juegos de pelota organizados. Cuando la facultad les contestó desaprobando tales competencias de beisbol en el plantel, los estudiantes jugaron este deporte fuera del plantel.


LA APLICACION PARA HOY

Elena White murió en 1915. Hasta el mismo fin de sus días sostuvo con firmeza que el mejor programa educativo es aquel en que el trabajo y el estudio van juntos y en el cual se evita la práctica del deporte. Unos pocos años antes de morir reiteró: "El sentimiento popular es que el trabajo es degradante; sin embargo, los jóvenes pueden elegir a su antojo la práctica del criquet, el béisbol, o aún el box, sin que tales prácticas se les considere degradantes. Mientras que la juventud llega a ser experta en juegos que no tienen ningún valor real para ellos o para otros, Satanás juega el juego de la vida por sus almas... El lucha por embotar y absorber la mente tan completamente que Dios no hallará lugar en sus pensamientos.

Después de la muerte de Elena White, nuestras escuelas experimentaron varias décadas de incertidumbre al implementar estos conceptos. La acelerada Revolución Industrial, el aumento de la mecanización y la urbanización, el tremendo crecimiento de los deportes en la sociedad y en las escuelas públicas, creó un ambiente en el cual tales decisiones llegaron a ser más dolorosas. Al principio de 1920 en el Colegio Emmanuel, por ejemplo, se permitió el juego de pelota en ocasiones festivas con cuidadosa regulación. Durante las décadas de los 30's y los 40's vimos cuántos juegos no muy populares tales como el patinaje sobre el hielo, el ping pong, el voleibol y las patinetas, se permitieron. Un cambio definitivo se operó el 11 de marzo de 1949 cuando una ceremonia de colocación de la primera piedra se celebró para dar inicio a la construcción del edificio de educación física, comenzando así la era de juegos y deportes intramuros. La experiencia del Colegio Emmanuel comprobó ser típica de los demás colegios adventistas, a pesar de las repetidas protestas de influyentes líderes adventistas. Hoy la práctica del deporte permea nuestras instituciones, ya sea el deporte individual, el de doble o por equipos. Se ofrecen clases de educación física que incluye la práctica del deporte no solo a nivel de colegios sino de secundaria. Así se da alas a la práctica de deportes competitivos intramuros. Más aún, muchas escuelas han "brincado la cerca" y ahora sostienen competencias con otras escuelas lo cual fue antes terreno prohibido.

Los incidentes de Avondale y Battle Creek claramente indicaban que Elena White fue dirigida por Dios al abogar por un programa educacional basado en el trabajo manual sin participación de deportes organizados. Este ideal, muy difícil de alcanzar por cierto por nuestros líderes de ese tiempo, parece aun más difícil de lograr hoy. ¿Abogaría Elena White por un programa tal hoy? En 1904 escribió: "Dios desea que todos usemos el sentido común y que razonemos con sentido común. Las circunstancias alteran las condiciones, las circunstancias cambian la relación de las cosas". Por otra parte ella también escribió: "Los grandes principios de la educación no cambian. Ellos están afirmados por siglos de siglos (Salmo 111:8) pues ellos son los principios del carácter de Dios".

El principio de que los alumnos debieran trabajar durante sus años como estudiantes es quizá el concepto más claro y fuerte que Elena de White alguna vez expresó respecto a nuestras escuelas. Hoy, muchas de nuestras instituciones educativas tienen un programa de trabajo voluntario mediante el cual los estudiantes pueden ganar parte de su colegiatura. Sin embargo, la tecnología moderna ha hecho que muchos de los trabajos en los cuales se ocupan los estudiantes no provean suficiente y adecuado ejercicio físico. Yo mismo he observado, que aún en instituciones de sostén propio, la mayoría de los estudiantes no obtienen suficiente ejercicio mientras trabajan, debido a los inventos modernos que se usan para realizar las tareas. La mayoría de nuestras escuelas preparan a los estudiantes para hallar un lugar en el torbellino tecnológico de nuestra era, que yo creo es muy legítimo e importante. No debemos alinearnos con una mentalidad masoquista en una era de tecnología sorprendente, pues eso sería perder el paso con el resto del mundo.

Nuestro dilema hoy consiste en proveer a nuestros alumnos algún tipo de ejercicio adecuado. Lo que debemos hacer parece con claridad en la experiencia de Avondale y de Battle Creek. Elena de White nunca apoyó la idea de que los estudiantes debieran enfrascarse en deportes organizados a fin de hacer ejercicio. Ella escribió una vez: "No condeno el simple ejercicio de alguien que juega con una pelota, pero aún esto en su simplicidad puede llevarse al extremo". Condenó vigorosamente, sin embargo, cualquier actividad deportiva patrocinada por escuela alguna de cualquier nivel. Esta postura, de por sí preocupante para nuestros dirigentes de aquel tiempo, causa mayor consternación para los líderes de hoy.

Nuestras escuelas se han involucrado con demasiada prisa en la práctica de deportes organizados. Sin embargo, hemos intentado regular cuidadosamente los deportes dentro de nuestras escuelas, enfatizando el desarrollo del carácter, las relaciones humanas, el respeto a las autoridades, el cumplimiento de las normas, la vida saludable, la aptitud física y la cooperación. La pregunta que debemos hacernos es: ¿Este desarrollo representa legítimamente progreso en nuestro ambiente educacional? o ¿son intento sólo para paliar movimientos inciertos y confusos para lograr rebajar las normas? Muchos educadores de hoy sienten que aún la práctica "cuidadosamente regulada" del deporte no es más que un compromiso sutil entre las presiones que ejerce una sociedad centrada en los deportes y los consejos claros y definidos del Espíritu de Profecía. Algunos piensan que la práctica regulada del deporte es como "hacer de la carne el kosher", o sea que lo que se logra es por lejos, menos que el ideal.

Nadie puede negar lo que se oye a través de los medios de comunicación respecto al daño potencial que existe en el énfasis que las escuelas hacen del deporte. Constantemente oímos noticias respecto a traumas, heridas y aún muertes por el excesivo entrenamiento o la entrega total del atleta en una competencia deportiva. También escuchamos del uso de drogas, del reclutamiento ilegal y otros abusos. Oímos de las elevadas sumas que se dedican a la promoción del deporte lo cual ha dado como resultado que algunas escuelas hayan clausurado sus programas de competencias interescolares, por razones académicas y financieras.

Mi opinión personal es que si las oportunidades para la labor manual son limitadas, debido a nuestra sociedad urbana y mecanizada, un buen sustituto para lograr ejercicio físico serán la práctica de la caminata, el canotaje, la natación, el ciclismo y la calistenia. En una era cuando las enfermedades circulatorias han alcanzado proporciones epidémicas, la práctica de algún tipo de ejercicio físico es vital.

Elena White misma promovió el ejercicio con fines de lograr aptitud física adecuada. Ella misma se sometió a un programa de caminata y respiración profunda al aire libre. Al mismo tiempo que enfatizaba el cultivo de la tierra como el mejor ejercicio, superior al obtenido en el gimnasio; sin embargo, se sometió a un programa de caminata rápida y vigorosa. Ella escribió: "Los maestros, las maestras, los alumnos y otros obreros cuya labor es mental y sedentaria, a menudo sufren dolor debido al esfuerzo mental al que se someten. Lo que estas personas necesitan es una vida más activa... Aquellos cuyos hábitos son sedentarios, cuando el clima lo permite, debieran practicar ejercicio al aire libre diariamente ya sea verano o invierno. La caminata vigorosa es preferible, pues pone en acción mayor cantidad de músculos. Los pulmones son sometidos a una acción saludable, pues, es imposible caminar vigorosamente sin hacer trabajar los pulmones".

Cualquier reforma en esta área necesita ser considerada cuidadosamente. Cualquier discusión acerca del deporte en nuestras escuelas, debe ser dentro del contexto de donde estamos ubicados como iglesia.

Me preocupa que nuestras escuelas están pareciéndose más y más a las escuelas públicas. Las estrategias modernas de mercado enfatizan que los grupos deben ubicarse allí mismo donde están los clientes, ofreciendo un servicio único y especial al grupo o cliente en mira. Nuestra distinción espiritual única, es probable que no sea discernida por nuestros jóvenes, lo que quizá ayuda a explicar por qué más de la mitad escoge obtener su educación en otro lado. Nuestra tarea real es asegurarnos que estamos siguiendo el camino de Dios y no el nuestro.

Elena White abrigaba sus más caras esperanzas respecto a las escuelas adventistas. En 1894, mientras estaba en Australia escribió: "Pudiera ser que nuestras instituciones de saber llegasen a estar en conformidad con el mundo, y que paso a paso llegasen a identificarse con él; pero son prisioneras de esperanza y el Señor las corregirá, las iluminará y las traerá de nuevo a su posición correcta y distinta del mundo. Yo observo con intenso interés esperando ver a nuestras escuelas plenamente imbuidas con el espíritu de una religión verdadera y pura. Cuando los estudiantes estén imbuidos de este espíritu, verán que hay una gran obra que debe ser hecha y el tiempo dedicado a las diversiones se ocupará en hacer con fervor la obra misionera".



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