Saturday, May 15, 2010

¿Nos dio la Iglesia Católica Romana nuestra Biblia?


Los Católicos Romanos con frecuencia dicen que la iglesia de ellos nos dio la Biblia. Algunas veces afirman esto cuando defienden la “tradición sagrada” para que así, puedan sostener las enseñanzas extra bíblicas tales como el purgatorio, la penitencia, las indulgencias, y la adoración/veneración de María. Con frecuencia sostienen que la única forma que la Iglesia Cristiana supo qué libros debían ser incluidos en el Canon de la Escritura se debió a que fue revelado boca a boca en la iglesia temprana; o sea, por la tradición de la Iglesia Católica.

Desafortunadamente este argumento implica que la tradición es superior a la Escritura. Claro está, que no estamos diciendo que la ICR enseña que la tradición está por encima de la Escritura. Pero cuando se afirma que la tradición sagrada es por la que la Escritura fue dada, entonces la tradición es inadvertidamente lo que le da bendición y aprobación a la Biblia. He 7:7 dice: “Y sin discusión alguna, el mayor es bendecido por el mayor.” El efecto sicológico desafortunado de decir que la tradición de la Iglesia Católica Romana es la que nos dio la Biblia, es que esta eleva la tradición de ellos a un nivel mucho más alto que el permitido en la Escritura. De hecho, la Escritura lo contradice:

“Pero esto, hermanos, lo he presentado como ejemplo en mí y en Apolos por amor de vosotros, para que en nosotros aprendáis a no pensar más de lo que está escrito, no sea que por causa de uno, os envanezcáis unos contra otros.” (1 Co 4:6).

La Biblia nos dice que obedezcamos la Palabra de Dios, no ir más allá de la palabra escrita, para que así no cometamos errores en lo que es verdadero. Desafortunadamente, el problema con un estatus elevado de la tradición de la ICR es que da como resultado la justificación tan variada de sus enseñanzas no bíblicas tales como rezarle a María, el purgatorio, las indulgencias, la penitencia, las obras de justicia, etc. Debido a que se ha desviado de la sola y verdadera Palabra de Dios, se ha aventurado en áreas no escriturales. Aún así, la pregunta es: ¿Nos dio la Iglesia Católica Romana la Biblia? No. No lo hizo.

Primero que todo, la ICR no estaba realmente funcionando como organización en los casi primeros cuatrocientos años de la Iglesia Cristiana tal y como la conocemos en la Biblia. La Iglesia, pero la Cristiana, no la Romana, se encontraba bajo persecución y las reuniones oficiales de la iglesia estaban poniendo en riesgo los negocios del Imperio Romano. El Catolicismo Romano como organización con una figura central ubicada en Roma no sucedió por mucho tiempo, aún cuando ellos reclaman su legado de papado desde Pedro.

Segundo, la Iglesia Cristiana aún cuando no la estableció, reconoció lo que era la Escritura. Este es un punto muy importante. La Iglesia Cristiana reconoce que Dios había inspirado la Escritura y pronunció ese reconocimiento. En otras palabras; declaró que ésta ya era auténtica. Jesús dijo: “Mis ovejas oyen mi voz, y yo las conozco, y me siguen,” (Jn 10:27). La iglesia escucha la voz de Cristo; esto es, reconoce lo que es inspirado y sigue Su Palabra. No le agrega a ésta como ha hecho la Iglesia Católica Romana; por lo tanto; simple y llanamente, no están siguiendo la voz de Cristo.

Tercero, la Iglesia Católica Romana no nos dio el Antiguo Testamento el cual es la Escritura a la cual Cristo y los apóstoles apelaron. Si la Iglesia Católica Romana quiere declarar que nos dieron la Biblia, ¿Cómo pueden ellos afirmar que nos han dado el Antiguo Testamento el cual es parte de la Biblia? Ellos no pueden afirmar esto. El hecho es que los seguidores de Dios, los verdaderos seguidores de Dios, reconocen lo que es y lo que no es inspirado. Los Judíos supieron lo que era inspirado de Dios y reconocieron lo que Dios había inspirado. Esto es lo que hacen los que son de Dios.

Cuarto, cuando los apóstoles escribieron los documentos del Nuevo Testamento ellos estaban inspirados por el poder del Espíritu Santo. No hubo ningún tema verdadero acerca de si estos eran o no auténticos. Sus escritos no necesitaron ser juzgados como válidos para ser incluidos en el Canon de la Escritura por un grupo de hombres posterior en la llamada Iglesia Católica Romana. Para hacer tal clase de afirmación es usurpar, en efecto el poder natural y autoridad de Dios Mismo.

Quinto, la Escritura dice: “entendiendo primero esto, que ninguna profecía de la Escritura es de interpretación privada, 21porque nunca la profecía fue traída por voluntad humana, sino que los santos hombres de Dios hablaron siendo inspirados por el Espíritu Santo.” (2 P 1:20-21). La Biblia nos dice que las Escrituras son inspiradas por el Espíritu Santo. Por lo tanto, la misma naturaleza de los documentos inspirados es que estos llevan poder y autenticidad en sí mismos. A estos no le dan poder ni la autenticidad ni la declaración eclesiástica de la Iglesia Católica Romana.

Conclusión

La Iglesia Cristiana simplemente reconoce la Palabra de Dios (Jn 10:27). La autenticidad de los documentos del Nuevo Testamento descansa en la inspiración de Dios a través de los apóstoles. Esta autenticidad no descansa en la declaración de la Iglesia Católica. Esto es muy importante; la Iglesia Cristiana reconoce que Dios ha ordenado a través de su inspiración soberana cuál es Su Palabra. Cuando la Iglesia Católica afirma que es la fuente de las Escrituras sagradas, está, de hecho, colocándose a sí misma por encima de Dios Mismo y esto necesita arrepentimiento.

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