Sunday, March 25, 2012

El Papa lanza un alegato contra la «venganza y el odio» que divide México

Cientos de miles de mexicanos se vuelcan con Benedicto XVI en una misa multitudinaria en León

Día 26/03/2012

ENVIADO ESPECIAL A LEÓN (MÉXICO)

El cúmulo de problemas que sufre México llevó a Benedicto XVI a enmarcarlos en «la pasión, muerte y resurrección» de Jesucristo que se revivirá dentro de siete días en la Semana Santa. En un intento de limitar los daños y también las secuelas, el Papa invitó ayer a México a evitar «la inútil venganza» y a desterrar «el odio que divide».

Durante el vuelo hacia el Parque del Bicentenario de la Independencia, donde celebró la misa para 350.000 personas, el Santo Padre bendijo desde su helicóptero el grandioso monumento a Cristo Rey sobre una montaña de 2.700 metros. La gran escultura de bronce, de 22 metros de altura, tiene los brazos abiertos en un gesto de misericordia y está acompañada de dos ángeles que le ofrecen una corona real y otra de espinas, cuyo significado comento en la homilía.

La primera estatua instalada en esa cumbre fue destruida en un bombardeo ordenado por el presidente Plutarco Elías Calles en 1926 al comienzo de las Guerras Cristeras que costaron unos 80.000 muertos, en su mayoría campesinos e indios.

Antes de la misa, Benedicto XVI recorrió en «papamóvil» durante 15 minutos los pasillos entre sectores de público para que los 350.000 asistentes —muchos ellos jóvenes que habían pasado la noche al raso— pudieron verle de cerca al menos un momento. De vez en cuando bendecía niños o aceptaba regalos, como un enorme sombrero de charro mexicano que se puso inmediatamente y lució el resto del recorrido.

Un deseo de Juan Pablo II

En su homilía, el Santo Padre dijo que «aunque lo deseó ardientemente, Juan Pablo II no pudo visitar este lugar emblemático de la fe del pueblo mexicano», pero «se alegrará hoy desde el cielo». Benedicto XVI explicó que las dos coronas de la estatua de Cristo Rey, «una de soberano y otra de espinas, indican que su realeza no es como algunos la entendieron y la entienden». No es un reinado político sino «un poder más grande, que gana los corazones: el amor de Dios que Jesús trajo al mundo y la verdad de la que dio testimonio».

El Papa conoce muy bien los problemas de México, y al terminar la misa dirigió palabras de ánimo a las familias «divididas o forzadas a la inmigración, cuando muchas padecen a causa de la pobreza, la corrupción, la violencia doméstica, el narcotráfico, la crisis de valores o la criminalidad».

El día anterior, en un encuentro fuera de programa, el Papa se había reunido en Guanajuato con familiares de las víctimas de la violencia: siete mujeres y un hombre a quienes escuchó y para quienes tuvo palabras de consuelo.

En cambio no recibirá en este viaje a las víctimas de abusos sexuales de Marcial Maciel ya que según el portavoz del Vaticano, el padre Federico Lombardi, los encuentros anteriores de ese tipo, en los países donde los hubo, «habían sido solicitados por los obispos y se insertaban en un proceso de diálogo y ayuda precedidos por una preparación». En cambio, algunas víctimas de Marcial Maciel que pidieron muy tardíamente un encuentro en México lo hicieron «con agresividad» y «con cierta ambigüedad. Decían que querían verle, pero no querían escucharle en un diálogo profundo y espiritual».

Transparencia y verdad

De hecho el pasado sábado presentaron precisamente en la ciudad de León el enésimo libro que acusa a Juan Pablo II y al entonces cardenal Joseph Ratzinger de encubrir los delitos de abusos sexuales de Maciel. El padre Lombardi lo rechazó de plano y afirmó que «es injusto acusar a Benedicto XVI, y esto vale también para Juan Pablo II, que no conocía la doble vida de Marcial Maciel, como se declaró en el proceso de beatificación. Ambos Papas han estado siempre a favor de la verdad y la transparencia en este tema».

El Papa Benedicto XVI vuela este lunes por la mañana a Santiago de Cuba, donde será recibido por el presidente Raúl Castro en una visita de tres días a la isla que continuará el martes y miércoles en La Habana.


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