Wednesday, June 29, 2016

Dos clases de cristianos



29 de junio

Vi una de sus cabezas como herida de muerte, pero su herida mortal fue sanada; y se maravilló toda la tierra en pos de la bestia. Apocalipsis 13:3.


En el homenaje al papado, Estados Unidos no estará solo. La influencia de Roma en los países que una vez reconocieron su dominio está lejos de estar destruida.—The Signs of the Times, 15 de febrero de 1910.

En el último conflicto el sábado será el punto especialmente controvertido en toda la cristiandad. Los gobernantes seculares y dirigentes religiosos se unirán para imponer la observancia del domingo, y al fracasar medidas más benignas, se promulgarán leyes sumamente opresivas. Se insistirá en que no se debe tolerar a los pocos que se oponen a una institución de la iglesia y a la ley del país... El romanismo en el Viejo Mundo y el protestantismo apóstata en el Nuevo seguirán una conducta similar hacia los que honran los preceptos divinos.—The Spirit of Prophecy 4:444, 445.

El profeso mundo cristiano será el teatro de acciones grandes y decisivas. Hombres investidos de autoridad promulgarán leyes para dominar las conciencias, a ejemplo del papado. Babilonia hará beber a todas las naciones del vino del furor de su fornicación. Toda nación estará implicada.—Manuscrito 24, 1891.

Al final de la lucha, toda la cristiandad quedará dividida en dos grandes categorías: la de los que guardan los mandamientos de Dios y la fe de Jesús, y la de los que adoran a la bestia y a su imagen, y reciben su marca. Si bien la iglesia y el estado se unirán para obligar a “todos, pequeños y grandes, así ricos como pobres, así libres como esclavos”, a que tengan “la marca de la bestia” (Apocalipsis 13:16 (VM)), el pueblo de Dios no la tendrá. El profeta de Patmos vio que “los que habían salido victoriosos de la prueba de la bestia, y de su imagen, y del número de su nombre, estaban sobre aquel mar de vidrio, teniendo arpas de Dios”, y cantaban el cántico de Moisés y del Cordero Apocalipsis 15:2, 3 (VM)Seguridad y Paz en el Conflicto de los Siglos, 503.


Maranata, p.186 (194)



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