Saturday, November 19, 2011

Cientos de funerales y pocos bautismos: agoniza el Portugal profundo


Descripción


Impresionante historia de una localidad que queda a medio camino entre las ciudades de Lisboa y Madrid.


18 de Noviembre de 201121:00


Pueblito de Danha-a-Nova, Portugal.

Por: Especial de DPA

Idanha-a-Nova es una localidad que queda a medio camino entre las pulsantes metrópolis de Madrid y Lisboa. Pero el visitante tiene la impresión de haber llegado a otro planeta.

Un planeta de la "tercera edad": En las calles de este municipio portugués, los transeúntes más jóvenes parecen tener no menos de 60 ó 65 años. Predominan las arrugas y los cabellos blancos, sonrisas que muestran pocos dientes, el paso lento y las viudas vestidas de negro.

"El abandono del interior es un gran problema en este país, no sólo aquí en la región de Beira Interior, sino en todo el Portugal profundo", admite a dpa el vicealcalde "idanhense" Armindo Jacinto.

En 50 años, el municipio de Idanha-a-Nova, situado en el homónimo distrito, ha perdido nada menos que dos tercios de sus habitantes.

Se presenta como un insólito "cóctel" de viejísimas casitas de piedra, muchas de ellas abandonadas, mezcladas con modernas bibliotecas, piscinas, centros deportivos y escuelas de gastronomía y turismo financiadas con dinero de la Unión Europea.

Pero este municipio tenía en 1960 más de 30.000 habitantes. Hoy en día se pierden en sus calles menos de 10.000 almas.

El éxodo lleva a los más jóvenes a la costa lusa, sobre todo a Lisboa y Oporto, cuyos suburbios "dormitorio" crecen año tras año, o a países europeos mucho más pujantes, como Alemania o Francia. "No se puede hacer nada, la gente se va porque no hay empleo, y muchos ya no quieren trabajar en el campo", lamenta Rosa.

Esta viuda de 80 años, cuyos hijos también emigraron a Lisboa "hace muchísimos años", aún trabaja todos los días en sus plantaciones de olivas. Cuenta que un vecino suyo aún trabaja el campo a los 95 años de edad. "Es normal, lo hacemos hasta morir", dice. Sentada frente a la puerta de su casa al lado de su hermana, Rosa afirma que sus hijos la visitan "cada vez menos" y piensa que "un día, esta ciudad morirá".

Sería una pena, ya que Idanha-a-Nova es uno de los muchos lugares carismáticos y emblemáticos del interior de Portugal. En el distrito de Idanha se ubica, por ejemplo, el municipio de Monsanto, elegido recientemente el lugar "más portugués de Portugal".

s una aldea histórica construida en piedra granítica, en la cuesta de una gran elevación escarpada, llamada Cabeço de Monsanto. Cerca de allí, a unos 12 kilómetros al norte de Idanha, está la bella ciudad de Proenca-a-Velha. Aquí, entre 1985 y 2010, hubo 42 bautismos, 27 bodas... Y 261 funerales.

Este municipio llegó a tener miles de habitantes. El censo de 2001 contó poco más de 200, y el de 2011 sólo registró unos cien.

"Esto es un drama, estamos llegando a un punto de no retorno", se queja el presidente de los Autarcas Social Demócratas (ASD), Manuel Frexes. Su municipio, Fundão, vecino de Idanha-a-Nova, perdió siete por ciento de sus habitantes entre los censos de 2001 y 2011.

La astrónoma portuguesa Isabel Pessôa-Lopes, que vive hace 20 años fuera de su país, recorrió Portugal recientemente durante 80 días a pie, y se asustó mucho: "El contacto con las zonas en las que no se puede hablar de poblaciones, sino de despoblados, es increíble. Hay zonas en las que me preguntaba si el Estado se había olvidado de esa gente que trabajó toda su vida y ahora está abandonada y a la merced del viento", dice.

Los ancianos, agrega, "no son recordados por nadie, ni siquiera son visitados por sus propias familias". Isabel cuenta que pernoctó en ciudades en las que el habitante más joven tenía 75 años, que recorrió a pie centenares de kilómetros en los que no se veía una sola escuela o un niño jugando.

De vez en cuando, algún anciano, cansado de tanta soledad, se quita la vida. Las autoridades son conscientes del gran problema, pero aún no han hallado el camino a seguir.

En 2009 se creó el programa "Novos Povoadores" (Nuevos Pobladores), que tiene como objetivo promover la mudanza de familias jóvenes hacia los lugares más afectados por la desertificación humana. Pero hasta este verano (boreal), sólo 30 familias habían cambiado la ciudad por el campo en el marco de este programa. El problema es que, si no hay empleo en el interior, será difícil atraer a los jóvenes portugueses.

"Los que decidieron mudarse tienen trabajos que pueden hacer "online", a distancia, son por ejemplo contadores o traductores", explica un portavoz del programa, Frederico Lucas. Según Lucas, unos 600 interesados están inscritos en el proyecto, pero sólo 200 tienen alguna chance de ser trasladados, debido a la escasez de empleos.

Ahora, "Novos Povoadores", percibiendo que se había colocado el carro frente a los bueyes, quiere concentrarse primero en la promoción del desarrollo de las economías regionales. "El interior precisa de personas que vayan a la escuela, que vayan a los restaurantes, que tomen un café en el bar", dice Lucas.

Si esto no ocurre, el círculo vicioso fatal se acelera: Debido al éxodo, cada verano se cierran cientos de escuelas en todo el país, porque no tienen suficientes alumnos, las compañías de autobús cancelan trayectos, se cierran líneas ferroviarias, y todo esto hace que más gente se "escape" de las regiones que agonizan.

Algunas localidades afectadas por el abandono sobreviven, por ahora, gracias a las escuelas transformadas en asilos para ancianos, que son casi siempre los principales "empleadores" de estas zonas.

Idanha-a-Nova, mientras tanto, buscan soluciones ágiles y frescas. Organiza fiestas, congresos y es sede, desde 1997, de la bienal musical y artística "Boom Festival", en el que cada dos años se dan cita decenas de miles de fans de la música trance y la ecología.

Y si Portugal pierde habitantes para el extranjero, por qué no buscar la solución fuera de las fronteras, se preguntaron las autoridades de Idanha.

Por ello, invitaron a agricultores japoneses de la zona de Fukushima (afectada por el reciente terremoto y el desastre nuclear) a visitar las tierras idanhenses con el fin de radicarse en ellas. Una delegación nipona realizó una primera visita hace pocos días, y ahora Idanha también quiere ofrecerse para acoger a niños huérfanos de Japón.

Otros lugares del interior de Portugal, mientras tanto, intentan atraer a parejas jóvenes a través de beneficios impositivos, reducción de las tarifas de agua y electricidad o facilidades para la compra de casas o terrenos.

El tiempo aprieta, ya que la desertificación del interior contribuye, en opinión de muchos expertos, a la crisis económica que Portugal atraviesa desde hace ya más de diez años.

"La situación económica tiene mucho que ver con el abandono total del interior, porque tenemos un país en el que en dos tercios no se produce prácticamente nada", afirma Cristina Rodrigues.
"Se prevé que dentro de 20 años, dos tercios de Portugal estarán totalmente desiertos", dijo la arquitecta a la agencia de noticias Lusa.

Pero Rodrigues no quiere esperar de brazos cruzados la muerte de gran parte de su país. En la universidad de Manchester, en Inglaterra, está preparando un programa de combate a la desertificación humana, que afecta también, en menor o mayor medida, a otros países del sur europeo.

Este programa, que cuenta con la participación de artistas, gestores de turismo, ecologistas, diseñadores y antropólogos, buscará realizar, entre otras ideas, proyectos como la creación de polos de oficinas baratas para jóvenes emprendedores, la promoción del turismo rural y un recorrido "cicloturístico" asociado a objetos de arte.

Idanha-a-Nova, junto a las localidades lusas de Penela y Alcoutim será sede de diferentes proyectos piloto.

Sin embargo, Fernanda Cravidão, especialista em Geografía Humana da Universidade de Coimbra, es pesimista: Los portugueses, dice, tendrán que encontrar formas de "convivir" con la despoblación", ya que el regreso al interior para retomar el cultivo de las tierras "solo será encarado por algunas familias".


Fuente

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