Saturday, August 23, 2014

“Entenderán los entendidos”



A medida que nos acercamos al término de la historia de este mundo, las profecías registradas por Daniel exigen nuestra atención especial, puesto que se relacionan con el tiempo mismo en que estamos viviendo. Con ellas deben vincularse las enseñanzas del último libro del Nuevo Testamento. Satanás ha inducido a muchos a creer que las porciones proféticas de los escritos de Daniel y de Juan el revelador no pueden comprenderse. Pero se ha prometido claramente que una bendición especial acompañará el estudio de esas profecías. “Entenderán los entendidos” (Daniel 12:10), fué dicho acerca de las visiones de Daniel cuyo sello iba a ser quitado en los últimos días; y acerca de la revelación que Cristo dió a su siervo Juan para guiar al pueblo de Dios a través de los siglos, se prometió: “Bienaventurado el que lee, y los que oyen las palabras de esta profecía, y guardan las cosas en ella escritas.” Apocalipsis 1:3.

Del nacimiento y de la caída de las naciones, según resaltan en los libros de Daniel y Apocalipsis, necesitamos aprender cuán vana es la gloria y pompa mundanal. Babilonia, con todo su poder y magnificencia, cuyo parangón nuestro mundo no ha vuelto a contemplar—un poder y una magnificencia que la gente de aquel tiempo creía estables y duraderos,—se desvaneció y ¡cuán completamente! Pereció “como la flor de la hierba.”Santiago 1:10. Así perecieron el reino medo-persa, y los imperios de Grecia y de Roma. Y así perece todo lo que no está fundado en Dios. Sólo puede perdurar lo que se vincula con su propósito y expresa su carácter. Sus principios son lo único firme que conoce nuestro mundo.

Un estudio cuidadoso de cómo se cumple el propósito de Dios en la historia de las naciones y en la revelación de las cosas venideras, nos ayudará a estimar en su verdadero valor las cosas que se ven y las que no se ven, y a comprender cuál es el verdadero objeto de la vida. Considerando así las cosas de este tiempo a la luz de la eternidad, podremos, como Daniel y sus compañeros, vivir por lo que es verdadero, noble y perdurable. Y al aprender en esta vida a reconocer los principios del reino de nuestro Señor y Salvador, el reino bienaventurado que ha de durar para siempre, podemos ser preparados para entrar con él a poseerlo cuando venga.

Profetas y Reyes, p. 402.403.
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