Sunday, September 13, 2009

EL "PROYECTO WHITECOAT"


EL "PROYECTO WHITECOAT"*
O
LA CONTRIBUCIÓN ADVENTISTA A
LA GUERRA BIOLÓGICA
--------------------------------------------------------------------------------

Un proyecto del ejército de los Estados Unidos, que concluyó hace más de 25 años, es nuevamente objeto de escrutinio. El "Proyecto Whitecoat" era el nombre en código del ejército para una serie de estudios sobre guerra biológica llevados a cabo con aproximadamente 2.300 militares Adventistas del Séptimo Día desde 1954 hasta 1973. Ahora el ejército está investigando los efectos a largo plazo que el proyecto pueda haber causado en los participantes. Los veteranos de Whitecoat se congregaron recientemente para una reunión en Frederick, Maryland. Según reportajes recientes de Associated Press [1] y National Public Radio [2], la mayoría están orgullosos del papel que desempeñaron en la defensa de la nación, e informan haber experimentado poco o ningún impacto adverso sobre su salud. Aunque puede haber algunos que apoyen el uso de conejillos de indias humanos en la investigación sobre guerra biológica, hay puntos en disputa mayores del "Proyecto Whitecoat" que están surgiendo nuevamente. Estos puntos en disputa se centran en el papel que la Iglesia Adventista del Séptimo Día ha jugado en el desarrollo, por parte del ejército de los Estados Unidos, de armas químicas y biológicas (CBW, por sus siglas en inglés) para la destrucción en masa.

Durante la Segunda Guerra Mundial, y bajo estricto secreto, el Ejército de los Estados Unidos estableció Camp Detrick en las afueras de Frederick, Maryland, con el único propósito de desarrollar armas bacteriológicas. El programa estaba controlado por el Servicio de Guerra Química del Ejército, una rama que había trabajado con armas gaseosas usadas por los Estados Unidos en la Primera Guerra Mundial. El ejército comenzó a estudiar los efectos tanto ofensivos como defensivos de la guerra biológica.

En 1952, el Cuerpo Médico dcl Ejército destacó una unidad médica en Fort Detrick, y en 1954 esta unidad comenzó a utilizar soldados Adventistas del Séptimo Día en su investigación, prsumiblemente en los aspectos defensivos de la guerra bacteriológica. En 1956, la unidad médica fue reorganizada en una unidad permanente e independiente llamada Unidad Médica del Ejército de los Estados Unidos, Fort Detrick. en 1969, el nombre fue cambiado nuevamente, esta vez a Instituto de Investigación Médica del Ejército de los Estados Unidos Para Enfermedades Infecciosas (USAMRIID, por sus siglas en inglés). Fort Detrick fue la base para lo que se conoció como el "Proyecto Whitecoat", el nombre en código para el grupo de soldados Adventistas del Séptimo Día que eran usados como conejillos de indias humanos en la investigación sobre guerra biológica.

Conejillos de indias humanos
proporcionados por la Iglesia Adventista

En las fuerzas armadas, el "Proyecto Whitecoat" era único por cuanto utilizaba como sujetos de prueba exclusivamente a soldados que eran Adventistas del Séptimo Día. Estos jóvenes adventistas habían sido reclutados por el ejército y registrados como "objetores de conciencia", los que rehusaban desempeñar actividades de combatientes por razones religiosas. A estos objetores se los clasificó como 1-A-O, y fueron enviados al Centro de Adiestramiento Médico del Ejército de los Estados Unidos en Fort Sam Houston, Texas. Allí fueron adiestrados para ser enfermeros de primeros auxilios. Fue de este cuerpo médico no combatiente de donde el Ejército eligió sus sujetos de prueba para el "Proyecto Whitecoat".

Si sólo la mitad de los no combatientes que se estaban adiestrando en Fort Sam Houston eran Adventistas del Séptimo Día, ¿por qué fueron adventistas los únicos seleccionados de esa reserva de soldados? La razón de esto era un "acuerdo de caballeros" que había entre los dirigentes adventistas y el ejército. La revista Spectrum informó:

En octubre de 1954, el entonces Cirujano General, George Armstrong, envió una carta a Theodore R. Flaiz, secretario del Departamento Médico de la Conferencia General, diciéndole que el Teniente Coronel W. D. Tiggertt, oficial comandante de la unidad médica de Fort Detrick, había sido invitado 'a presentar a los representantes de la Conferencia General de los Adventistas del Séptimo Día una solicitud de ayuda en un estudio de la mayor importancia para la salud de nuestra nación. Sólo con la ayuda de voluntarios puede obtenerse la necesaria información'. [3] (El énfasis es nuestro).
La cálida respuesta del Dr. Flaiz estaba fechada el día siguiente. En esa carta, acusaba respuesta de la carta del Gen. Armstrong y decía que había oído la presentación del Col. Tiggertt. Flaiz escribió:
Creemos que, si alguien debiera reconocer una deuda de lealtad y servicio por las muchas cortesías y consideraciones recibidas del Departamento de Defensa, nosotros, como Adventistas, tenemos una deuda de gratitud por estas amables consideraciones. El tipo de servicio voluntario que se está ofreciendo a nuestros muchachos en este problema de investigación ofrece una excelente oportunidad para que estos jóvenes presten un servicio que será de valor, no sólo para la medicina militar, sino para la salud pública en general. Creo que expreso, no sólo la opinión de nuestro grupo administrativo en esta oficina, sino también de nuestros jóvenes adventistas en los servicios militares, observando que debería considerarse un privilegio ser identificado con el significativo paso adelante en la investigación clínica. [4] (El énfasis ha sido añadido).
Es claro que la correspondencia del ejército con la iglesia presentaba esta empresa conjunta como un importante proyecto de salud pública que resultaría en "un significativo paso adelante en la investigación clínica". Para una denominación que se enorgullece de su énfasis sobre la salud, la oportunidad de hacer resaltar su celo "humanitario" puede haber sido demasiado buena para pasarla por alto. La Adventist Review explicó más tarde por qué buscó el ejército la ayuda de los Adventistas en su programa de guerra bacteriológica. El artículo de 1969 dice:
Se sabía que los militares médicos adventistas estaban altamente motivados para el servicio humanitario. Así, pues, el acercamiento a la Iglesia Adventista del Séptimo Día tenía el propósito de establecer si esto sería considerado algo para lo cual un soldado adventista se ofrecería como voluntario. Después de un estudio exhaustivo, el Departamento Médico de la Conferencia General y el Comité de la Conferencia General concordaron en que este servicio humanitario era de la más alta categoría, y que cualquier soldado adventista podía sentirse libre para ofrecerse como voluntario para él. [5]
El coronel Dan Crozier, en aquel entonces comandante de USAMRIID, había dicho que "a causa de sus altos principios y su vida temperante, los soldados adventistas son más uniformes en aptitud física y actitud mental. Encontramos que los soldados [adventistas] son cooperadores y están dispuestos a servir". [6]

La buena salud y el humanitarismo de los adventistas no les hacía inmunes a las lisonjas del ejército, según Neil C. Livingston, un Adventista del Séptimo Día que vive en Spokane, Washington, y que ha investigado y escrito acerca del "Proyecto Whitecoat". "Fueron adulados por el ejército para que entraran en este proyecto", dijo. "Fue un intenso trabajo de persuasión".

Después de que los oficiales de la iglesia estuvieron de acuerdo en que los reclutas adventistas podían participar en la investigación de Fort Detrick, el Gen. Armstrong alabó el hecho de que ellos creyeran en "el beneficio de toda la humanidad". Livingston sostiene que "la verdadera opinión del ejército es que los adventistas son los únicos lo bastante estúpidos para ofrecer a sus jóvenes como voluntarios para un proyecto tan peligroso".

El camino a la guerra biológica,
pavimentado de buenas intenciones

"completamente ... defensivo ... y, por lo tanto, humanitario".

Los peligros potenciales del "Proyecto Whitecoat", así como su relación con la guerra biológica ofensiva, son puntos en debate suscitados por varios grupos durante la década de 1960. En 1962, la revista canadiense Macleans informó:

El usar voluntarios humanos para probar nuevos agentes químicos y biológicos no carece de riesgos. Los experimentos ingleses han resultado por lo menos en una muerte, que fue discutida en la Cámara de los Comunes. Se ha informado que en el programa norteamericano ha habido por los menos tres decesos durante los pasados diez años, y unos 715 casos de enfermedad y lesiones de "intensidad variable". Los voluntarios norteamericanos son reclutados en las penitenciarías y las fuerzas armadas. Muchos de los conejillos de indias humanos en este último grupo han sido jóvenes Adventistas del Séptimo Día. Pacifistas por convicción, prefieren participar en actividades no militantes mientras están en el ejército". [7]
Los oficiales de la Iglesia Adventista y del ejército insisten en que los voluntarios del "Proyecto Whitecoat" fueron utilizados solamente en la investigación de la guerra biológica defensiva, o en la investigación de "enfermedades infecciosas", como dicen ellos, y que USAMRIID estaba completamente separado de la investigación biológica ofensiva de Fort Detrick. Los oficiales del ejército afirman que los voluntarios de Whitecoat contribuyeron al desarrollo de vacunas para la fiebre amarilla, la hepatitis A, el ántrax, y la peste negra, así como vacunas, todavía experimentales, para la tularemia, la fiebre Q, y la encefalitis equina venezolana. [8]

Clark Smith, director de (Adventist) National Service Organization (NSO) [Organización del Servicio Militar Nacional (Adventista)], un departamento de capellanía de la Conferencia General, informó que, desde 1956 hasta 1969, USAMRIID había publicado 160 documentos en los diarios profesionales de muchos países. La investigación de la unidad no está clasificada y está libremente disponible en cualquier biblioteca médica adecuada, convirtiendo supuestamente al "Proyecto Whitecoat" en un significativo colaborador en la lucha contra las enfermedades infecciosas alrededor del mundo. [10]

Sin embargo, el estimado de 160 trabajos de investigación conduce a error, pues esta cifra pertenece a toda la investigación llevada a cabo en USAMRIID entre 1956 y 1969. El "Proyecto Whitecoat", parte de USAMRIID y el único programa de Fort Detrick en usar conejillos de indias humanos, produjo sólo cinco trabajos de investigación publicados durante los primeros doce años del proyecto, y un total de 23 para cuando el proyecto concluyó en 1973. [10] Los oficiales del ejército y de la iglesia intentaron crear una fachada de "investigación sobre la salud pública" y "medicina militar", pero no pudieron sostenerla. Hasta Smith se apartó de la tontería de hablar de "salud pública" cuando reconoció:

[El Proyecto Whitecoat] se remonta al período de 1953-1954, con el concepto original de que el estudio estableciera la vulnerabilidad del hombre al ataque con armas biológicas y sometiera a prueba la eficacia de las vacunas contra la fiebre Q y la tularemia ... [un concepto llevado adelante hasta 1973].

Debe señalarse que, puesto que la obra de USAMRIID publicada está disponible libremente, los que trabajan en el campo de la ofensiva pueden utilizar esta información como lo podría hacer cualquier otra persona interesada. [Una manera subrepticia de reconocer que la investigación benefició al campo de la ofensiva].

Sin embargo, en opinión de este comité de estudio, la obra de los voluntarios adventistas en USAMRIID pertenece enteramente al área defensiva de la guerra biológica, y es, por tanto, de naturaleza humanitaria. El comité piensa que los esfuerzos y los sacrificios de estos voluntarios son perfectamente correctos para el cristiano que desee entrar en este campo. [Reconoce que los adventistas estuvieron involucrados en la investigación sobre la guerra biológica]. [11]

En este punto, la mente que razona puede tener dificultades para reconciliar el término "humanitario" con el de "guerra biológica". Ahora, como en la década de 1960, surge la pregunta: ¿En qué área de la guerra biológica debería involucrarse la iglesia?
Reclutando a los corderos

"... el antiguo y probado arte de vender, estilo adventista".

La Enciclopedia Adventista del Séptimo Día dice: "Otro ejemplo de heroísmo no combatiente mientras se está en el servicio militar es la 'Operación Whitecoat', un proyecto de experimentación médica, cuyo personal está compuesto enteramente de voluntarios ASD...." [12] (el subrayado es nuestro). Aunque esa proporción puede deberse en parte a la parcialidad de USAMRIID hacia especímenes adventistas, las afirmaciones de los oficiales de la iglesia y de los voluntarios indican que la iglesia estaba involucrada activamente en el reclutamiento de muchachos adventistas para el proyecto.

Además de las afirmaciones que anteceden, el director de NSO, Clark Smith, dijo que "los voluntarios de Whitecoat son reclutados de entre el personal militar durante el Adiestramiento Individual Avanzado en el Centro de Adiestramiento Médico del Ejército de los Estados Unidos, Fort Sam Houston, Texas". [13] (el subrayado es nuestro).

Un artículo en Youth´s Instructor de 1963 decía que "durante este período de adiestramiento, a los reclutas adventistas se les proporciona información concerniente a la Operación Whitecoat. Dos o tres veces cada año, el director del proyecto, el coronel Dan Crozier, de Frederick, Maryland, y el pastor J. R. Nelson, secretario de la Organización para el Servicio Militar Nacional de la Conferencia General de los Adventistas del Séptimo Día, viajan a Texas para entrevistar a posibles candidatos para el proyecto". [14] (el subrayado es nuestro).

"Un amigo mío asistió a la Academia [Adventista] de Mount Ellis, en Bozeman, Montana", Neil Livingston le dijo a The Winds. "Cuando se graduó en 1957, fue reclutado por los representantes de NSO..." para el Proyecto Whitecoat. [15]

Un veterano del "Proyecto Whitecoat", César Vega escribió: "Yo sí tuve algo de experiencia como estudiante en la Escuela Superior [Adventista] de La Sierra. Durante ese tiempo, se me habló del experimento por primera vez (no lo llamaban el Proyecto Whitecoat todavía, y yo fui uno de los primeros en participar en el experimento)... Por qué lo hice, todavía no lo sé. Estoy seguro de que fue sobre todo por la presión de mis iguales y el antiguo y probado arte de vender adventista". [16] (El subrayado es nuestro).

Un veterano de Whitecoat, G. R. Bietz, dijo: "No recuerdo cómo nos reclutaron ... Recuerdo un hombre de la conferencia, todavía puedo ver su rostro, pero no recuerdo su nombre". [17] (El subrayado es nuestro).

Un artículo en una publicación adventista declara: "Un coronel y un representante de la Organización de Servicio Militar Nacional de la Conferencia General aparecieron durante una reunión especial [de reclutas], hablaron de un desusado proyecto de investigación médica, y pidieron voluntarios". [18]

Un hombre de la Conferencia General, junto con un oficial de alto rango del ejército, fueron a Fort Sam Houston para buscar voluntarios para un programa gubernamental secreto llamado "Proyecto Whitecoat". Sonaba como una buena manera de servir a mi país y, después de todo, el programa era patrocinado por la Iglesia Adventista del Séptimo Día. [19]
A juzgar por los testimonios de los oficiales de la iglesia y de los reclutas por igual, parece que el papel que la Conferencia General de los Adventistas del Séptimo Día jugó en la Operación Whitecoat no fue una mera sanción pasiva de la participación de los miembros de la iglesia. Parece, más bien, que reclutaban personal activamente para el USAMRIID, actuando como adjuntos.
¿Eran realmente voluntarios?

"La verdad es que estaban matando a nuestra gente allá en Vietnam ...".

La palabra "voluntario" aparece en todos los artículos y documentos que rodean al Proyecto Whitecoat, y sí, los que participaban se ofrecían como "voluntarios" para el proyecto. Después de firmar, qudaban libres para retirarse del proyecto en cualquier momento. Según el Código de Nuremberg de 1947, los voluntarios de Whitecoat eran plenamente informados por médicos competentes de los posibles efectos que cada experimento podía tener sobre sus cuerpos. Después de ser infectados, a los voluntarios se les proporcionaban excelentes cuidados médicos y, sin embargo, a pesar de las aparentes garantías de calidad, es claro que era la coerción lo que mantenía unido al proyecto.

"La iglesia se había puesto de acuerdo con el gobierno para convencer a estos jóvenes de que debían hacer esto para que no tuvieran que ir a Vietnam", dijo Livingston a la Associated Press en octubre. [20] Fue el temor de enfrentarse al servicio activo como enfermeros de campo en Vietnam o en Korea lo que mantuvo al Proyecto Whitecoat rebosante de voluntarios adventistas.

"Se nos dijo que, si no nos ofrecíamos como voluntarios, nos asignarían al servicio militar activo en ultramar", le dijo uno de los voluntarios a Livingston durante una entrevista por teléfono. "Yo me ofrecí para este experimento para no ser enviado a ultramar", escribió Wilson Wynn, otro voluntario. [21] "La verdad es que estaban matando a nuestra gente allá en Vietnam... No hay muchos de nosotros [Adventistas], creo yo, que no habríamos ido a Vietnam si no nos hubiésemos ofrecido como voluntarios [para Whitecoat]", explicó un veterano de Whitecoat, Lester Bartholomew, en una entrevista con The WINDS.

[22]

"La mayoría de los que participaron eran reclutas que escogieron Whitecoat antes que ir a Korea o Vietnam", escribió John E. Keplinger, capellán (COR.) AUS, Ret. [23]

Evidentemente, fue el temor, más bien que los "ideales humanitarios", lo que retuvo a los reclutas adventistas en el Proyecto Whitecoat, pues, tan pronto concluyó el reclutamiento, el proyecto fracasó, aparentemente por falta de "voluntarios". "El Proyecto Whitecoat se dio por finalizado en enero de 1973 con la finalización del reclutamiento", escribió el Cor. Dan Crozier, antiguo oficial comandante de USAMRIID. [24] (El subrayado es nuestro).

Simulacro de fiebre Q en el campo
de batalla en Dugway

"No se nos dijo que éste era un proyecto de 'guerra bacteriológica' ...".

Tom Kopco era un adventista reclutado por el ejército en 1954. Se ofreció como voluntario para el Proyecto Whitecoat, y estaba en el primer grupo de soldados adventistas "que sirvieron en un proyecto experimental de guerra bacteriológica altamente clasificado que se llevó a cabo en Fort Dugway, Utah", según una declaración firmada por él en 1989. [25] "Sonaba como una buena manera de servir a mi país y, después de todo, el programa estaba patrocinado por la Iglesia Adventista del Séptimo Día", escribió. El proyecto era un experimento de fiebre Q ejecutado en sujetos de prueba humanos en el Campo de Pruebas de Dugway, donde el Ejército lleva a cabo pruebas de guerra química y biológica. Fue aquí adonde fueron enviados muchos de los primeros voluntarios del Proyecto Whitecoat.

Kopco y sus compañeros voluntarios fueron separados en ocho grupos de como diez soldados cada uno y transportados a sitios de pruebas situadas como a 25 millas en la salina de Utah. Se los hizo sentar en sillas situadas a diferentes niveles sobre una alta plataforma de madera. Alrededor de ellos había jaulas con ratones, monos, y conejillos de indias. Justo después de medianoche, cuando las condiciones del viento eran favorables, los oficiales se ponían máscaras antigás, y la prueba comenzaba. Un fresco rocío cargado del infeccioso virus de la fiebre Q era esparcido por grandes abanicos o dejado caer desde aviones sobre los voluntarios, según se decía. Después de quedar contagiados, los soldados eran llevados de vuelta a Fort Detrick en avión para ser sometidos a pruebas y observaciones. Algunos soldados no fueron a Dugway para ser expuestos al contagio sino que, en vez de eso, inhalaban el virus de la fiebre Q de una máscara facial en Fort Detrick.

Kopco informó haberse sentido un poco enfermo, mientras otros se sintieron "mortalmente enfermos". "Teníamos que pasar por sus habitaciones muy calladamente, porque el más ligero ruido los volvía locos", escribió. Uno de ellos era César Vega, un voluntario del Proyecto Whitecoat, de Riverside, California. Dijo que estuvo bien durante una semana después de ser contaminado en Dugway, pero que luego cayó enfermo con una fiebre terrible y perdió el conocimiento. Despertó dos días más tarde para encontrarse con que el personal médico le había cubierto de hielo en un intento por bajarle la fiebre. Estuvo enfermo durante las siguientes tres semanas. Los experimentos con la fiebre Q en Dugway se llevaron a cabo al comienzo del Proyecto Whitecoat, mientras las pruebas subsiguientes se efectuaron en el cuartel general de USAMRIID en Fort Detrick, Maryland.

"No se nos dijo que éste era un proyecto de 'guerra bacteriológica', como yo entiendo que realmente lo era", escribió Harry V. Wiant, Jr., un veterano de Whitecoat que participó en los experimentos con la fiebre Q en Dugway. [26]

Experimentos con tularemia

Después de los experimentos iniciales con la fiebre Q, el Proyecto Whitecoat avanzó hacia otras enfermedades exóticas como la fiebre amarilla, el ántrax, y la tularemia, todas potencialmente fatales. Lester Bartholomew era un joven adventista de 20 años cuando fue reclutado a mediados de la década de 1960. Le contó a The WINDS que se ofreció como voluntario para el Proyecto Whitecoat mientras estaba en adiestramiento básico en Fort Sam Houston. Después de ser transferido a la unidad de Whitecoat en Fort Detrick, participó en tres proyectos en los cuales fue contagiado con tularemia, peste negra, y fiebre de conejos [sic]. Durante el primer proyecto, se contagió respirando de una máscara facial. Las siguientes dos infecciones le fueron administradas en inyecciones.

Bartholomew dijo que enfermó gravemente, con fiebre de 106 grados en cierto punto. El personal médico le cubría de hielo y le tomaba muestras de sangre con frecuencia. Bartholomew fue hospitalizado y se recuperó, pero experimentaba fiebre recurrente y fatiga después de haber sido dado de alta.

Thomas Ford es otro veterano de Whitecoat que fue infectado con tularemia. Él también se recuperó después de ser hospitalizado, pero después de ser dado de alta, experimentó una recaída de "fiebre alta, escalofríos, y malestar", así como "latidos rápidos crónicos". [27]

Aproximadamente 2.300 adventistas estuvieron involucrados en el Proyecto Whitecoat entre 1954 y 1973. Se dice que la Administración de Veteranos no ha reconocido ninguna afirmación relacionada con el programa.

La gran mentira

"Mi primera objeción al proyecto de la fiebre Q era que nos fue representada falsamente como una empresa humanitaria, no de guerra bacteriológica". Harry V. Wiant, Jr.

Tanto USAMRIID como la Iglesia Adventista del Séptimo Día han asegurado que la investigación llevada a cabo con voluntarios adventistas era puramente defensiva, y que resultó en importantes vacunas e información. Han subrayado la separación entre los aspectos ofensivo y defensivo de la guerra biológica, llamando al Proyecto Whitecoat "el estudio de las enfermedades infecciosas", una frase que conlleva una connotación puramente médica. Pero, ¿es la investigación "defensiva" de la guerra química y bacteriológica (CBW) tan separada de la "ofensiva" como lo blanco y lo negro? ¿No es "guerra bacteriológica" otra manera de decir "guerra de enfermedades infecciosas"?

El advenimiento del Proyecto Whitecoat en 1954 correspondía a la creciente dependencia del Ejército de los Estados Unidos de CBW como un componente viable de su estrategia general. En 1959, el Ejército encargó una campaña de relaciones públicas llamada en código "Operation Blue Skies" [Operación Cielos Azules], que tenía el propósito de crear una imagen positiva de la guerra química y biológica en la mente del público. Alarmado por esta tendencia, el congresista por Wisconsin, Kastenmeir, presentó un proyecto de resolución reafirmando la política de los Estados Unidos desde la Segunda Guerra Mundial de que este país no sería el primero en usar CBW. Durante un discurso después de haber tomado la palabra, advirtió que el ejército estaba tratando de revertir esta política. Su proyecto de resolución fracasó, mayormente a causa de la activa oposición de los Departamentos de Defensa y de Estado.

En correspondencia con la campaña "Blue Skies" del ejército, había una serie de artículos escritos por Don A. Roth y publicados en el periódico adventista Youth´s Instructor, en octubre de 1963. Roth relataba la historia del joven soldado raso Tom Kopco, un voluntario de Whitecoat, que acababa de abordar un transporte aéreo del ejército que se dirigía a Fort Dugway, Utah. Sentado en su asiento, el joven soldado raso recordaba su adiestramiento básico. Roth escribió:

El lugar era Fort Sam Houston, Texas, y él casi había terminado su adiestramiento básico post-reclutamiento. Un coronel y un representante de la Organización del Servicio Militar Nacional de la Conferencia General se presentaron en una reunión especial, hablaron de un desusado proyecto de investigación médica, y pidieron voluntarios. En ese entonces, él no comprendió bien todos los pequeños detalles del programa, pero le pareció que debía participar en el proyecto. La respuesta plena y completa a sus inquietudes le dio la certeza de que ésta era una empresa en la que valía la pena participar. Su sangre patriótica le corrió por las venas con fuerza al anticipar la posibilidad de hacer algo de beneficio material por su país. Su nombre apareció en la línea punteada. [28]
Cuando se lo compara con la declaración de Kopco en 1989, es claro que este relato era una versión endulzada de la participación adventista en la investigación sobre guerra química y biológica. En un segundo artículo, Roth escribió:
El proyecto tiene que ver simplemente con experimentación médica. Pero, como resultado de esta actividad, el Servicio Médico del Ejército ha hecho progresos materiales en el desarrollo de métodos apropiados para la prevención y el tratamiento de enfermedades infecciosas. Al aproximarse estos estudios a su conclusión, la información obtenida se comunica directamente a la profesión médica de los Estados Unidos. Así, pues, todos los ciudadanos se benefician del programa, no sólo los miembros de las fuerzas armadas. [29]
Sin embargo, algunos médicos del ejército tenían aparentemente más escrúpulos que la Iglesia Adventista del Séptimo Día en cuanto a las posibles implicaciones de la "experimentación médica". Esto llevó al Cor. Tigertt, comandante de USAMRIID, a criticar, en un artículo publicado en Military Medicine ese mismo año, a los médicos que se negaron a participar en el programa a causa de las implicaciones morales. Tigertt escribió:
Lo que sorprende es que muchos médicos han rehusado tener algo que ver con el problema [de la investigación]. Explican su apatía diciendo que la ética prohibe su participación en cualquier esfuerzo cuyos derivados puedan ser usados para causar sufrimiento o la pérdida de la vida... Tales actitudes, ya sean plenamente desarrolladas o no, no pueden ser ignoradas porque estorban seriamente los esfuerzos para echar a andar las investigaciones apropiadas. [30] (El subrayado es nuestro).
Esta aparente "apatía" a la que se refiere Tigertt era causada por el juramento hipocrático, que dice:
Usaré tratamientos para ayudar a los enfermos según mi capacidad y mi juicio, pero nunca con el propósito de hacer daño ni cometer mal. Tampoco administraré veneno a nadie cuando se me pida hacerlo, ni sugeriré tal curso de acción. (El subrayado es nuestro).
Quizás el Código de Ética en Tiempo de Guerra de la Asociación Médica Mundial apagó el entusiasmo investigativo diciendo: "Se considera no ético que los médicos debiliten la fortaleza física y mental de un ser humano sin justificación terapéutica, y que empleen el conocimiento científico para poner en peligro la salud o destruir la vida". [31] (El subrayado es nuestro).

¿Era éste el mismo Cor. Tigertt, que estaba tan ansioso de subvertir el juramento de "no causar daño", el que entusiasmó y convenció a los adventistas ofreciéndoles la oportunidad de participar "en un estudio de la mayor importancia para la salud de nuestra nación"? Lo era, y, sin embargo, la capa superficial "humanitaria" es tan delgada que los colmillos de este programa sobresalen casi en cada punto.

Un accidente con gas nervioso,
y más mentiras

Cinco años después de que aparecieron el Col. Tigertt y los artículos de Youth´s Instructor, surgieron incómodas preguntas acerca de la guerra química y biológica y el apoyo que recibió de la "investigación médica". Esto comenzó con un aparente accidente en el Campo de Prueba de Dugway, la misma instalación donde los voluntarios del Proyecto Whitecoat fueron contagiados con el virus de la fiebre Q.

El 24 de marzo de 1968, Associated Press informó que el 13 de marzo una neblina del letal gas nervioso "fue empujada por el viento por 30 millas desde una supersecreta área de pruebas de guerra química del ejército ... y mató a 6.400 ovejas en Skull Valley, en la parte occidental de Utah". [32]

Este accidente puede haber servido para despertar a algunas gentes acerca de los efectos potencialmente devastadores de la guerra química y biológica. Casi un año más tarde, el programa First Tuesday de la NBC presentó un segmento sobre el tema de la guerra química y biológica. El programa mostró los efectos de varios agentes sobre los animales, y luego entrevistó a un joven Adventista del Séptimo Día que había sido voluntario del Proyecto Whitecoat.

En julio de 1969, el programa "60 Minutos" de la CBS examinó el tema de la guerra química y biológica. Nuevamente, fue entrevistado un joven voluntario del Proyecto Whitecoat. Evidentemente, los medios de comunicación no se tragaban el cuento de que "sólo estamos involucrados en investigación defensiva". Esto preocupó a la dirigencia adventista, que respondió con dos artículos en el Adventist Review defendiendo la participación de la iglesia en el Proyecto Whitecoat. El artículo en la edición del 20 de marzo de 1969 dice:

El gobierno de los Estados Unidos decidió que, tan pronto como pudiera desarrollarse un tratamiento definitivo para la enfermedad, se les podría dar a los descubrimientos amplia publicidad en las publicaciones médicas alrededor del mundo. Esta publicidad eliminaría efectivamente esa enfermedad del arsenal potencial de la guerra biológica. Al mismo tiempo, también diseminaría por el mundo entero los conocimientos médicos sobre el tratamiento, de manera que los que están actualmente afligidos por esa particular enfermedad puedan ser ayudados.
El autor del artículo de la Review defiende las investigaciones llevadas a cabo en USAMRIID sobre la premisa de que, al desarrollar un tratamiento para una enfermedad en particular, ésta sería eliminada del arsenal potencial de guerra biológica. Así, pues, los no combatientes y la Iglesia Adventista en general ayudarían a erradicar la guerra biológica mediante su participación en las investigaciones defensivas en USAMRIID, según la Review. Quizás este autor también tenía en venta un terreno pantanoso y un puente.
El "Proyecto Whitecoat" es esencial
para la guerra biológica ofensiva

Un artículo de la revista Spectrum invita a una conclusión muy diferente, que sugiere que el Proyecto Whitecoat ha servido en realidad para expandir el arsenal de guerra química y biológica. Martin Turner escribió en 1970:

Como ya hemos visto, no es seguro que la existencia de un tratamiento o vacuna efectivos para una enfermedad sea suficiente para asegurar su eliminación "del arsenal potencial de la guerra biológica". La verdad es que debe existir ese tratamiento para que la enfermedad sea incluída en ese arsenal. (El subrayado es nuestro).
El Ejército de los Estados Unidos aprendió bien en la Primera Guerra Mundial, una guerra que produjo más de un millón de bajas sólo por medio de armas gaseosas, que cualquier cambio imprevisto en el viento trae el agente de vuelta a sus propios hombres. Con la guerra biológica sucede lo mismo. La oficialidad de un ejército sería criminalmente negligente al usar un agente biológico en cualquier parte cerca de su propio personal, a menos que estuvieran logísticamente en su lugar contramedidas biológicas, como vacunas. Disparar armas químicas y biológicas sin estas medidas sería lo mismo que dispararse uno mismo en el pie, excepto que a una escala mucho mayor y mucho más mortal.

El valor de las medidas "defensivas", como las vacunas, para una ofensiva de guerra química y biológica fue subrayado por el microbiólogo Ivan Malek, que dijo: "En caso de un deliberado ataque microbiológico, es posible preparar al propio personal, por ejemplo, vacunándolo contra microorganismos seleccionados, de manera que no queden seriamente expuestos al peligro cuando entren al área infectada". [33] En otras palabras, antes de lanzarle ántrax al enemigo, nuestros soldados deberían ser inoculados con vacunas que pueden haber sido probadas en voluntarios del Proyecto Whitecoat en USAMRIID.

Martin Turner confirmó esto con el comandante del Proyecto Whitecoat, el Cor. Crozier, que admitió el papel integral que USAMRIID jugó en la misión de guerra química y biológica. Escribió Turner:

La unidad médica poporciona al laboratorio de investigación ofensiva vacunas desarrolladas por medio de experimentos sobre voluntarios de Whitecoat. El coronel Crozier reconoció que estas vacunas son indispensables para el trabajo de los investigadores en el área ofensiva, y que tendrían que desarrollar las vacunas ellos mismos si no lo hacía el servicio médico. No veía ningún problema ético, sin embargo, y explicó que "estamos comprometidos solamente en el estudio de enfermedades infecciosas, y no podemos remediar qué uso puedan hacer otros de nuestro trabajo". (El subrayado es nuestro).
La línea borrosa que separa los lados aparentemente "ofensivos" y "defensivos" de la guerra bacteriológica casi desaparece, dejando que los observadores casuales lleguen a la conclusión de que son uno y el mismo. Esta fue la conclusión del Dr. Malek, que dijo:
Uno de los rasgos característicos de las armas biológicas es que es difícil distinguir una obra efectuada para fines puramente defensivos de la que es principalmente ofensiva ... Esta es la razón de que los establecimientos militares que trabajan en el desarrollo de estas armas lo hagan mayormente bajo la etiqueta de defensa. [34] (El subrayado es nuestro).
Turner también citó a Elinor Langer, el experto en guerra química y biológica, que dijo:
Con pocas excepciones, como el desarrollo de equipo de detección y protección, poco de la investigación sobre guerra química y biológica puede describirse con precisión como defensivo... A causa de la naturaleza de las armas químicas y biológicas, la investigación aun de áreas aparentemente 'puras', como el desarrollo de vacunas, tiene por lo menos implicaciones iguales tanto para el uso ofensivo como para el defensivo. [35]
Quizás la evidencia más clara que apunta a la verdadera misión del Proyecto Whitecoat puede encontrarse en un manual del ejército sobre guerra química y biológica, que dice claramente que "la defensa química y biológica es un prerrequisito de la capacidad de ataque". [36]

Mientras investigaba para un artículo destinado a Spectrum, Turner entrevistó al congresista Richard McCarthy, que a finales de la década de 1960 se opuso a la guerra química y biológica. Turner escribió acerca de McCarthy:

Durante una conferencia sobre guerra química y biológica en diciembre [de 1969], Turner dijo que su invetigación lo había convencido de que el Proyecto Whitecoat estaba siendo usado para propósitos ofensivos, antes que defensivos. "En su concepto esencial, todo el énfasis era disuasivo, ofensivo, y de que nosotros amenazamos con usar una enfermedad contra alguien más si ellos la usan contra nosotros. Ahora, lo que ellos han hecho de naturaleza defensiva es mínimo, y hasta ellos mismos lo admiten. No tenemos ninguna medida para inocular al pueblo norteamericano contra esta clase de guerra bacteriológica ... Lo que yo sé [del Proyecto Whitecoat], y fundamento esto en las afirmaciones de personas muy responsables, es que es ofensivo, no defensivo, y que los Adventistas del Séptimo Día están siendo engañados". (El subrayado es nuestro).

Blanqueo, obstruccionismo, y
mentiras, mentiras, mentiras

El 27 de noviembre de 1969, Adventist Review publicó un artículo que contenía una entrevista con Clark Smith, director de la Organización (Adventista) del Servicio Militar Nacional. Los comentarios de Smith reflejaban las declaraciones hechas en el artículo del Review de marzo 20, que no sólo defendía la participación de la iglesia en el Proyecto Whitecoat, sino que textualmente defendía todo el programa de guerra química y biológica de Fort Detrick. El aparente control de daños de Smith estaba extrañamente ausente de la más ligera imparcialidad en relación con la acusación de que el Proyecto Whitecoat podría estar ayudando a la capacidad ofensiva de alguna manera. Ausente estaba hasta la más ligera desaprobación del desarrollo de armas bacteriológicas que él admitía que estaban siendo desarrolladas en Fort Detrick. Es evidente que la dirigencia de la iglesia no tenía ningún género de saludable desconfianza del programa secreto de guerra bacteriológica del gobierno.

En su defensa del Proyecto Whitecoat, Smith dependió mucho de la clintonesca definición legal de investigación defensiva y ofensiva en Fort Detrick, es decir, USAMRIID y la investigación ofensiva estaban bajo diferentes comandos y tenían edificios completamente diferentes en la base. Smith dijo que la única conexión entre las dos era "una pieza de equipo experimental que costaba más de un millón de dólares" y que ellos compartían, y casi alabó la "prudencia financiera" del ejército al no duplicar este gasto.

Smith también afirmó que las instalaciones de USAMRIID estaban "abiertas" para cualquier visitante "que tuviera un propósito", y que sus descubrimientos investigativos estaban disponibles para el público, mientras que la unidad de investigaciones ofensivas estaba encerrada detrás de una cerca, abierta sólo para los que tuvieran un permiso especial, pues sus descubrimientos eran clasificados. Todo el papeleo oficinesco relacionado con el Proyecto Whitecoat era completado por oficiales adventistas "así que no hay nada secreto sobre el proyecto entero", aseguró Smith. [37] Smith criticó la "actual agitación" de los que cuestionaban la contribución de la iglesia a la investigación sobre guerra química y biológica, reprendiéndolos acerca de "la importancia de obtener los hechos y obtenerlos con claridad".

Está bastante claro que, si los Adventistas del Séptimo Día creían en sus líderes, no obtuvieron los hechos con claridad. Sus dirigentes dejaron de revelar la estrecha relación entre la investigación defensiva y la ofensiva sobre la guerra química y biológica evidenciada por expertos calificados. Cuando surgieron preguntas en el seno de la denominación, la Conferencia General nombró a un comité para que investigara. En 1969, este comité visitó al entonces comandante de USAMRIID, Cor. Dan Crozier, quien les aseguró que el Proyecto Whitecoat era puramente defensivo. El Cor. Crozier hasta afirmó que "ningún soldado ha recibido jamás ninguna vacuna sino hasta que él y algunos de su grupo de investigadores la hubiesen probado en sus propios cuerpos en busca de cualesquiera efectos adversos", una falsedad absurda que Smith le trasmitió a las congregaciones de la iglesia sin el menor rubor.

En vez de investigar más a fondo, el comité se detuvo en su entrevista con el Cor. Crozier, y emitió una conclusión de que "el trabajo de los voluntarios adventistas en USAMRIID es enteramente en el área defensiva de la guerra biológica, y, por lo tanto, es de naturaleza humanitaria". Es opinión de algunos adventistas que esta es la conclusión que la dirigencia de la iglesia buscaba. En otras palabras, era un blanqueamiento.

No es necesario decir que la separación entre los dos programas de guerra química y biológica no era tan hermética como la iglesia les hizo creer a sus miembros. En su declaración de 1989, el veterano de Whitecoat Tom Kopco dijo que los experimentos de fiebre Q en los cuales participó eran "secretos" o clasificados, y ocultos a los ojos del público, lo mismo que el programa ofensivo. "Se nos ordenó no decir nada durante diez años", dijo. En realidad, todos los voluntarios adventistas del Proyecto Whitecoat tenían que recibir un permiso de seguridad "secreto" antes de entrar "en el proyecto".

El veterano de Whitecoat, Lester Bartholomew, le dijo a The WINDS que tuvo que esperar cinco meses antes de recibir su permiso de seguridad. Él y otro adventista fueron asignados para trabajar en el edificio 427, que alojaba la división de virología de la unidad de investigación ofensiva sobre la guerra química y biológica, un "área caliente" que requería un permiso supersecreto. Ésta era su "estación de servicio" entre proyectos. Bartholomew dijo que su trabajo consistía en despachar el "material malo", ampolletas de vidrio que contenían agentes químicos, a puestos militares alrededor del mundo, incluyendo Fort Dugway, Utah, y Guam, ésta última un área de estacionamiento de suministros para la guerra de Vietnam. Bartholomew sospecha mucho que el "material malo" que él empacaba y despachaba era usado en Vietnam. En cierta ocasión, un miembro del personal de virología le dijo que, si dejaba caer las dos ampolletas que estaba manipulando, "borraría del mapa el estado de Maryland".

Cuando estuvo "en el proyecto", Bartholomew se dio cuenta de que el Proyecto Whitecoat era en realidad de naturaleza ofensiva. En la clínica, pasó una semana entera delante de una caja en la cual parpadeaban luces y números, y se requería que él hiciera cálculos rápidos para probar sus reflejos mentales. Las pruebas se repetían después de haber sido contagiado de tularemia. En cierto punto, Bartholomew le preguntó a una de las personas que administraban la prueba de qué se trataba todo aquéllo. "Bueno, si enfermamos al enemigo, podemos calcular cómo los afectará", fue la respuesta. "Le digo que, desde entonces, no confío en el gobierno, y no confío en la iglesia, porque los dos me mintieron", le dijo Bartholomew a The WINDS.

¿Por qué la Iglesia Adventista?

La Iglesia Adventista del Séptimo Día hace gran énfasis sobre la salud, quizás más que cualquier otra denominación cristiana. Su sistema de hospitales y clínicas puede encontrarse en muchos países, y la iglesia está orgullosa de sus logros en la investigación médica y la educación sobre la salud. Las enseñanzas adventistas advierten contra el uso del alcohol, el tabaco y la carne de animales, y a los miembros de la iglesia generalmente se les requiere que se abstengan de estas cosas. Históricamente, la iglesia ha anticipado una amenaza a sus libertades religiosas de parte de los círculos gubernamentales, haciendo aun mayor la siguiente dicotomía: ¿Cómo puede una iglesia cristiana que hace un énfasis tan grande sobre la salud, que anticipa una amenaza de parte del gobierno, encontrarse a la vanguardia de un programa de investigación sobre la guerra bacteriológica en sociedad con el gobierno?

"Parecía que estuviesen tratando de llevarse bien con el gobierno y darle palmaditas en el hombro al gobierno para no tener ningún problema", le dijo Bartholomew a The WINDS. "Como iglesia, queremos realmente llevarnos bien con usted, no queremos ser conocidos como una secta, y por eso le proporcionamos conejillos de indias", era el razonamiento de la iglesia.

Otros adventistas señalan al período de mediados de la década de 1950, cuando ocurrió este cambio en el modo de pensar de la dirigencia adventista. Históricamente, la iglesia ha permanecido separada de las otras denominaciones cristianas, pero cambió esa postura cuando ingresó a las conferencias evangélicas de 1955-1956. Esta entrada al movimiento ecuménico coincidió con el advenimiento del Proyecto Whitecoat, ambos como resultado de la búsqueda por parte de la iglesia de la aceptación en la corriente principal.

"Ninguna otra iglesia se habría salido con la suya en esto", le dijo Neil Livingston a The WINDS. Livingston señala casos en las décadas de 1970 y 1980 que establecían que "la Iglesia Adventista del Séptimo Día es la más centralizada de las principales denominaciones cristianas de este país". [33] Livingston afirma que la iglesia es jerárquica, más bien que congregacional, y en ella el poder fluye desde arriba hacia abajo, más bien que al revés. Esto convirtió a los dirigentes adventistas de Takoma Park, Maryland, en agentes útiles para los oficiales militares de alto rango de las cercanas ciudades de Frederick y Washington. El gobierno centralizado de la iglesia dio a los oficiales de NSO la influencia que necesitaban para reclutar muchachos adventistas para el Proyecto Whitecoat. "Otras denominaciones jamás habrían tolerado este tipo de interferencia externa" por parte de los dirigentes de la iglesia, dijo Livingston, citando el tipo de estructura congregacional abierta de otras denominaciones protestantes.

Livingston también citó el impacto del sistema educativo adventista sobre la cultura de la iglesia como otra de las razones para su utilidad para el ejército. "Desde el momento en que estos jóvenes entran a la escuela superior, están lejos de casa", dijo. Muchos niños adventistas a una escuela de internado adventista y luego a la escuela preparatoria, donde viven en dormitorios. "La iglesia los tiene desde corta edad ... y esto hace que miren a los dirigentes con admiración", haciendo a estos niños más vulnerables a sugerencias de las autoridades superiores, como sucedió con el Proyecto Whitecoat.

Responsabilidad

El Proyecto Whitecoat concluyó hace 25 años con el fin del reclutamiento. Parecería que el tiempo ha relegado a este sujeto al archivo de los "casos cerrados", una nota al pie de la era de Vietnam y la Guerra Fría. Puede que así sea, pero todavía proporciona una interesante lección sobre cómo las iglesias cristianas de los Estados Unidos se han vendido a los poderes gobernantes tras bastidores. El Proyecto Whitecoat fue sólo un paso en el camino en el cual la Iglesia Adventista y las iglesias protestantes han andado lejos. Puede decirse sin peligro de equivocarse que estas iglesias han llegado al fin de ese camino -- el fin de su utilidad para los que están en el poder.

Otra razón de que el Proyecto Whitecoat continué siendo digno de examen es el asunto de la responsabilidad, de la cual ninguna persona ni iglesia puede escapar. Aunque una convención de armas biológicas (BCW) se firmó en 1972, carece de verificación y cunplimiento, y permite la investigación "defensiva". Esta investigación se acelera, produciendo armas de pesadilla como la "bala étnica" de Israel, que ataca sólo a blancos de estructura genética árabe. Las biotecnologías como éstas son la vanguardia, y ¿cuánto de ellas se construyen sobre la investigación que se llevó a cabo en USAMRIID antes de 1973?

Hay enormes arsenales de una vieja generación de armas químicas y biológicas, muchas de las cuales fueron producidas durante el apogeo del Proyecto Whitecoat. Estas armas son ahora inestables, como lo son las estructuras políticas del mundo. Una sola calamidad, o cierto número de calamidades que funcionaran juntas, podrían desencadenar una mortal pestilencia. La Iglesia Adventista del Séptimo Día, a causa de su falsa pretensión de buena salud y buenas obras, compartiría una gran porción de una maldición como la que acarreraría un desastre como éste.

Los puntos en disputa que rodean a la guerra química y biológica son innumerables. Hay en juego puntos morales acerca de la manipulación de formas de vida para fines de asesinato en masa. Hay puntos en disputa acerca de cuándo usar estas armas si están disponibles. Hay puntos en disputa sobre compensaciones para sus víctimas, tanto civiles como militares. Todos estos puntos permanecen sin dilucidar, lo mismo que las misteriosas enfermedades y muertes que rodean a varios veteranos de Whitecoat y, más recientemente, miles de veteranos de la Guerra del Golfo.

Hipocresía

El punto en disputa que sobresale por encima de todos los demás es el espectro de la hipocresía, el crimen más grave en la escala cósmica. Puede que algunos no vean ningún punto en disputa. Los adventistas simplemente cambiaron el campo de batalla por un laboratorio de investigación. Aunque puede que esto sea cierto para los que creen en la guerra, no es verdad para los Adventistas del Séptimo Día, que históricamente han rehusado participar en la guerra. En 1864, su Conferencia General le escribió a Austin Blair, gobernador de Michigan, afirmando que los adventistas toman la Biblia como su guía, y "creen unánimente que sus enseñanzas son contrarias al espíritu y la práctica de la guerra... De aquí que nuestro pueblo no se haya sentido libre para ingresar al servicio militar".

Al año siguiente, su Conferencia General emitió una declaración en el sentido de que los adventistas "reconocen la justicia de rendir tributo, usos, honor, y reverencia al poder civil, como se ordena en el Nuevo Testamento. Aunque con alegría damos a César lo que las Escrituras muestran que le pertenecen, nos vemos obligados a declinar toda participación en actos de guerra y derramiento de sangre por ser inconsistentes con los deberes impuestos sobre nosotros por nuestro divino Maestro hacia nuestros enemigos y hacia toda la humanidad".

Este es el verdadero significado del "objetor de conciencia" -- el que rehusa participar en la guerra por razones de conciencia, pero los adventistas estiraron este significado con el correr del tiempo para permitir el servicio como enfermeros de campo y voluntarios de Whitecoat, aunque el manual de campo del ejército establecía claramente que "la misión del servicio médico en un teatro de operaciones es la de contribuir al éxito del esfuerzo militar". [38] Así, pues, al mantener un exterior benevolente mientras compraban paz del gobierno, los adventistas se abstenían de tener que matar algunos de los enemigos en el campo de batalla, en favor de ayudar en la matanza de potenciales millones. Esto es digno de nuestra más enérgica condena. Tomaremos prestados los párrafos finales de Martin D. Turner en el artículo de Spectrum, en los cuales dice:

Una conciencia que es tan sensible a los peligros del café y los anillos de matrimonio, pero no se preocupa por las implicaciones morales de la participación en la investigación de la guerra biológica, y de la guerra misma, debe parecer paradójica a mucha gente pensante. [Luego Turner cita al Dr. Malek:]
Los guardianes de la Iglesia Adventista ... están satisfechos con una moralidad de forma sin sustancia, en la cual las artes de la enfermedad pueden ser presentadas como las artes de la curación, y en la cual la guerra bacteriológica puede ser abrazada en piadosa obediencia al mandato divino contra la muerte. [39]



--------------------------------------------------------------------------------

* Bata blanca. Alude a la que usan los que manipulan gérmenes patógenos.


Notas:


1. Los adventistas debaten el papel de la iglesia en la investigación sobre la guerra en la era de Vietnam. David Dshneau, Associated Press, octubre 8, 1998.


2. All Things Considered, National Public Radio, octubre 13, 1998. (Requiere RealAudio Player)


3. PROJECT WHITECOAT, Martin D. Turner, revista Spectrum, Verano de 1970.


4. Ibid.


5. PROJECT WHITECOAT. Los enfermeros adventistas en los Estados Unidos se ofrecen como voluntarios para servir a la humanidad, Adventist Review, marzo 20, 1969.


6. OPERATION WHITECOAT (part II), Don A. Roth, The Youth´s Instructor, octubre 15, 1963.


7. PSYCHOCHEMICAL WEAPONS. Sydney Katz, Associate Editor of Macleans, abril 21, 1962.


8. Véase la referencia 1.


9. PROJECT WHITECOAT. Una entrevista con CLARK SMITH, director of the National Service Organization, Adventist Review, noviembre 27, 1969.


10. Véase la referencia 3.


11. Véase la referencia 9.


12. Seventh-day Adventist Encyclopedia, Second Revised Edition, Art. "Noncombatancy".


13. Véase la referencia 9.


14. Véase la referencia 6.


15. Cartas y declaraciones relacionados con el Proyecto Whitecoat obtenidas de Neil C. Livingston, que facilitó parte de su investigación para este informe.


16. Carta de César Vega fechada octubre 12, 1989 (ref. 15).


17. Entrevista telefónica con G. R. Bietz, nov. 9, 1989 (ref. 15).


18. OPERATION WHITECOAT (part I), Don A. Roth, The Youth´s Instructor, ctubre 8, 1963.


19. Declaración por el veterano de Whitecoat Thomas Kopco, firmada en octubre 10, 1989 (ref. 15).


20. Véase la referencia 1.


21. Carta de Wilson Wyn fechada octubre 12, 1989 (ref. 15).


22. Lester Bartholomew, de Oregon, en una entrevista telefónica con The WINDS, 19 oct. 1998.


23. Carta de John E. Keplinger, Capellán (Cor.) AUS, Ret. fechada 12 oct. 89 (ref. 15).


24. Carta del Coronel Dan Crozier, USA MC, Ret. Commanding Officer, USAMRIID [Project Whitecoat] fechada nov. 7, 1989 (ref. 15).


25. Véase la referencia 19.


26. Carta de Harry V. Wiant, Jr., fechada nov. 15, 1989 (ref. 15).


27. Véase la referencia 1.


28. Véase la referencia 18.


29. Véase la referencia 6.


30. W. D. Tiggert, Status of Medical Research Effort, Military Medicine, pp. 142, 143, (Febrero 1963) en Turner (ref. 3).


31. World Medical Association, Code of Ethics in Wartime (New York: 1956) en Turner (ref. 3).


32. Associated Press, como fue impreso en el Newark Sunday News, Sec. 1, marzo 24, 1968.


33. Dr. Ivan Malek, citado por Stephen Rose (editor), CBW: Chemical and Biological Warfare (Boston: Beacon Press 1969), p. 124, en Turner (ref. 3).


34. Ibid.


35. Elinor Langer, Chemical and Biological Warfare, Science 155, 174-179 y 299-305 (enero 13 y 20, 1969) en Turner (ref.3).


36. United States Army Field Manual FM 101-140, Armed Forces Doctrine for Chemical and Biological Weapons Employment (1962), p. 10.


37. Véanse las referencias 3 y 9.


38. Army Field Manual FM 8-10, Medical Service Theater of Operations.


39. Referencia 3, Turner también cita la referencia 33 en el párrafo final.

Escrito en nov. 11, 1998.
.

.


Nota: Negritas y Rojitas agregadas.
.
.