GARANTÍA DIVINA DE SEGURIDAD
Sabe el Señor librar de tentación a los piadosos, y reservar a los injustos para ser castigados en el día del juicio. (2 Ped. 2: 9).
En el tiempo de prueba que está delante de nosotros, la garantía divina de seguridad será puesta sobre los que han guardado la palabra de su paciencia. . . La columna de nube que proclama ira y terror al transgresor de la ley de Dios, es luz y misericordia y liberación para los que guardan sus mandamientos. El brazo poderoso para herir al rebelde, será fuerte para librar al fiel. Todos ellos serán reunidos. . .
¿Qué parte desempeñaréis vosotros en las escenas finales de la historia de este mundo? ¿Estáis conscientes de estas solemnes realidades? ¿Os dáis cuenta de la gran obra de preparación que está en marcha tanto en el cielo como en la tierra?. . . Nadie tenga nada que ver con el pecado, la fuente de todas las miserias de este mundo. No permanezcáis más en medio del letargo y la estúpida indiferencia. No depende el destino de vuestra alma de la incertidumbre. Aseguraos de que estáis plenamente del lado del Señor. Surja la pregunta de los corazones sinceros y los labios temblorosos: "¿Quién podrá estar firme?" ¿Habéis estado poniendo vosotros, en estas últimas horas preciosas de prueba, los mejores materiales en el edificio de vuestro carácter? ¿Habéis estado purificando de toda mancha vuestras almas? ¿Habéis seguido la luz? ¿Corresponden vuestras obras a vuestra profesión de fe?
¿Está obrando en vosotros la influencia suavizante y subyugadora de la gracia de Dios?. . . ¿Estáis permitiendo que vuestra luz resplandezca para iluminar a las naciones que perecen en sus pecados? ¿Os dáis cuenta de que debéis asumir la defensa de los mandamientos de Dios frente a los que los pisotean?
Es posible ser un creyente incompleto, formal, y por lo mismo, ser hallado falto y perder la vida eterna. Es posible practicar algunas de las enseñanzas bíblicas y ser considerados cristianos, y no obstante perecer por falta de cualidades esenciales del carácter cristiano. . . Mientras dura la misericordia, mientras intercede el Salvador, hagamos una obra cabal para la eternidad.*
La gran crisis está justamente delante de nosotros. Enfrentar sus pruebas y tentaciones, y cumplir sus deberes, requerirá perseverancia. Pero podemos triunfar gloriosamente; ni una sola alma que vele, ore y crea será entrampada por el enemigo.
Maranata, Ellen G. White, p.94.