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Friday, June 24, 2016

¿y por qué moriréis, oh casa de Israel?



Y FUÉ á mí palabra de Jehová, diciendo:


2 Hijo del hombre, habla á los hijos de tu pueblo, y diles: Cuando trajere yo espada sobre la tierra, y el pueblo de la tierra tomare un hombre de sus términos, y se lo pusiere por atalaya,

3 Y él viere venir la espada sobre la tierra, y tocare corneta, y avisare al pueblo;

4 Cualquiera que oyere el sonido de la corneta, y no se apercibiere, y viniendo la espada lo tomare, su sangre será sobre su cabeza.

5 El sonido de la corneta oyó, y no se apercibió; su sangre será sobre él: mas el que se apercibiere, librará su vida.

6 Pero si el atalaya viere venir la espada, y no tocare la corneta, y el pueblo no se apercibiere, y viniendo la espada, tomare de él alguno; por causa de su pecado fué tomado, mas demandaré su sangre de mano del atalaya.

7 Tú pues, hijo del hombre, yo te he puesto por atalaya á la casa de Israel, y oirás la palabra de mi boca, y los apercibirás de mi parte.

8 Diciendo yo al impío: Impío, de cierto morirás; si tú no hablares para que se guarde el impío de su camino, el impío morirá por su pecado, mas su sangre yo la demandaré de tu mano.

9 Y si tú avisares al impío de su camino para que de él se aparte, y él no se apartare de su camino, por su pecado morirá él, y tú libraste tu vida.

10 Tú pues, hijo del hombre, di á la casa de Israel: Vosotros habéis hablado así, diciendo: Nuestras rebeliones y nuestros pecados están sobre nosotros, y á causa de ellos somos consumidos: ¿cómo pues viviremos?

11 Diles: Vivo yo, dice el Señor Jehová, que no quiero la muerte del impío, sino que se torne el impío de su camino, y que viva. Volveos, volveos de vuestros caminos: ¿y por qué moriréis, oh casa de Israel?

12 Y tú, hijo del hombre, di á los hijos de tu pueblo: La justicia del justo no lo librará el día que se rebelare; y la impiedad del impío no le será estorbo el día que se volviere de su impiedad; y el justo no podrá vivir por su justicia el día que pecare.

13 Diciendo yo al justo: De cierto vivirá, y él confiado en su justicia hiciere iniquidad, todas sus justicias no vendrán en memoria, sino que morirá por su iniquidad que hizo.

14 Y diciendo yo al impío: De cierto morirás; si él se volviere de su pecado, é hiciere juicio y justicia,

15 Si el impío restituyere la prenda, devolviere lo que hubiere robado, caminare en las ordenanzas de la vida, no haciendo iniquidad, vivirá ciertamente y no morirá.

16 No se le recordará ninguno de sus pecados que había cometido: hizo juicio y justicia; vivirá ciertamente.

17 Luego dirán los hijos de tu pueblo: No es recta la vía del Señor: la vía de ellos es la que no es recta.

18 Cuando el justo se apartare de su justicia, é hiciere iniquidad, morirá por ello.

19 Y cuando el impío se apartare de su impiedad, é hiciere juicio y justicia, vivirá por ello.

20 Y dijisteis: No es recta la vía del Señor. Yo os juzgaré, oh casa de Israel, á cada uno conforme á sus caminos.


Ezequiel 33:1-20


Monday, July 7, 2014

Guardias espirituales


Los ministros de Cristo son los guardianes espirituales de la gente confiada a su cuidado. Su obra ha sido comparada a la de los centinelas. En los tiempos antiguos, se colocaban a menudo centinelas en las murallas de las ciudades, donde, desde puntos ventajosamente situados, podía su mirada dominar importantes puntos que habían de ser guardados, a fin de advertir la proximidad del enemigo. De la fidelidad de estos centinelas dependía la seguridad de todos los habitantes. A intervalos fijos debían llamarse unos a otros, para asegurarse de que no dormían y de que ningún mal les había acontecido. El clamor de ánimo o advertencia se transmitía de uno a otro, repetido por cada uno hasta que repercutía en todo el contorno de la ciudad.

A cada ministro suyo declara el Señor: “Tú pues, hijo del hombre, yo te he puesto por atalaya a la casa de Israel, y oirás la palabra de mi boca, y los apercibirás de mi parte. Diciendo yo al impío: Impío, de cierto morirás; si tú no hablares para que se guarde el impío de su camino, el impío morirá por su pecado, mas su sangre yo la demandaré de tu mano. Y si tú avisares al impío de su camino para que de él se aparte, ... tú libraste tu vida.”1Ezequiel 33:7-9.

Estas palabras del profeta declaran la solemne responsabilidad que recae sobre aquellos que fueron nombrados guardianes de la iglesia, dispensadores de los misterios de Dios. Han de ser como atalayas en las murallas de Sión, para hacer resonar la nota de alarma si se acerca el enemigo. Si por alguna razón sus sentidos espirituales se embotan hasta el punto de que no pueden discernir el peligro, y el pueblo perece porque ellos no dan la advertencia, Dios requerirá de sus manos la sangre de los que se pierdan.

Es privilegio de estos centinelas de las murallas de Sión vivir tan cerca de Dios, y ser tan susceptibles a las impresiones de su Espíritu, que él pueda obrar por su medio para apercibir a los pecadores del peligro y señalarles el lugar de refugio. Elegidos por Dios, sellados por la sangre de la consagración, han de salvar a hombres y mujeres de la destrucción inminente. Con fidelidad han de advertir a sus semejantes del seguro resultado de la transgresión, y salvaguardar fielmente los intereses de la iglesia. En ningún momento deben descuidar su vigilancia. La suya es una obra que requiere el ejercicio de todas las facultades del ser. Sus voces han de elevarse en tonos de trompeta, sin dejar oír nunca una nota vacilante e incierta. Han de trabajar, no por salario, sino porque no pueden actuar de otra manera, porque se dan cuenta de que pesa un ay sobre ellos si no predican el Evangelio.

Obreros Evangélicos, Page 14-6.
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Monday, November 29, 2010

Te he puesto por atalaya á la casa de Israel


1Y FUÉ á mí palabra de Jehová, diciendo:
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2Hijo del hombre, habla á los hijos de tu pueblo, y diles: Cuando trajere yo espada sobre la tierra, y el pueblo de la tierra tomare un hombre de sus términos, y se lo pusiere por atalaya,

3Y él viere venir la espada sobre la tierra, y tocare corneta, y avisare al pueblo;

4Cualquiera que oyere el sonido de la corneta, y no se apercibiere, y viniendo la espada lo tomare, su sangre será sobre su cabeza.

5El sonido de la corneta oyó, y no se apercibió; su sangre será sobre él: mas el que se apercibiere, librará su vida.

6Pero si el atalaya viere venir la espada, y no tocare la corneta, y el pueblo no se apercibiere, y viniendo la espada, tomare de él alguno; por causa de su pecado fué tomado, mas demandaré su sangre de mano del atalaya.

7Tú pues, hijo del hombre, yo te he puesto por atalaya á la casa de Israel, y oirás la palabra de mi boca, y los apercibirás de mi parte.

8Diciendo yo al impío: Impío, de cierto morirás; si tú no hablares para que se guarde el impío de su camino, el impío morirá por su pecado, mas su sangre yo la demandaré de tu mano.

9Y si tú avisares al impío de su camino para que de él se aparte, y él no se apartare de su camino, por su pecado morirá él, y tú libraste tu vida.

10Tú pues, hijo del hombre, di á la casa de Israel: Vosotros habéis hablado así, diciendo: Nuestras rebeliones y nuestros pecados están sobre nosotros, y á causa de ellos somos consumidos: ¿cómo pues viviremos?

11Diles: Vivo yo, dice el Señor Jehová, que no quiero la muerte del impío, sino que se torne el impío de su camino, y que viva. Volveos, volveos de vuestros caminos: ¿y por qué moriréis, oh casa de Israel?

12Y tú, hijo del hombre, di á los hijos de tu pueblo: La justicia del justo no lo librará el día que se rebelare; y la impiedad del impío no le será estorbo el día que se volviere de su impiedad; y el justo no podrá vivir por su justicia el día que pecare.

13Diciendo yo al justo: De cierto vivirá, y él confiado en su justicia hiciere iniquidad, todas sus justicias no vendrán en memoria, sino que morirá por su iniquidad que hizo.

14Y diciendo yo al impío: De cierto morirás; si él se volviere de su pecado, é hiciere juicio y justicia,

15Si el impío restituyere la prenda, devolviere lo que hubiere robado, caminare en las ordenanzas de la vida, no haciendo iniquidad, vivirá ciertamente y no morirá.

16No se le recordará ninguno de sus pecados que había cometido: hizo juicio y justicia; vivirá ciertamente.

17Luego dirán los hijos de tu pueblo: No es recta la vía del Señor: la vía de ellos es la que no es recta.

18Cuando el justo se apartare de su justicia, é hiciere iniquidad, morirá por ello.

19Y cuando el impío se apartare de su impiedad, é hiciere juicio y justicia, vivirá por ello.

20Y dijisteis: No es recta la vía del Señor. Yo os juzgaré, oh casa de Israel, á cada uno conforme á sus caminos.

Ezequiel 33:1-20.
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Sunday, August 29, 2010

Pero si el atalaya viere venir la espada, y no tocare la corneta, y el pueblo no se apercibiere...


1Y FUÉ á mí palabra de Jehová, diciendo:

2Hijo del hombre, habla á los hijos de tu pueblo, y diles: Cuando trajere yo espada sobre la tierra, y el pueblo de la tierra tomare un hombre de sus términos, y se lo pusiere por atalaya,

3Y él viere venir la espada sobre la tierra, y tocare corneta, y avisare al pueblo;

4Cualquiera que oyere el sonido de la corneta, y no se apercibiere, y viniendo la espada lo tomare, su sangre será sobre su cabeza.

5El sonido de la corneta oyó, y no se apercibió; su sangre será sobre él: mas el que se apercibiere, librará su vida.

6Pero si el atalaya viere venir la espada, y no tocare la corneta, y el pueblo no se apercibiere, y viniendo la espada, tomare de él alguno; por causa de su pecado fué tomado, mas demandaré su sangre de mano del atalaya.

7Tú pues, hijo del hombre, yo te he puesto por atalaya á la casa de Israel, y oirás la palabra de mi boca, y los apercibirás de mi parte.

8Diciendo yo al impío: Impío, de cierto morirás; si tú no hablares para que se guarde el impío de su camino, el impío morirá por su pecado, mas su sangre yo la demandaré de tu mano.

9Y si tú avisares al impío de su camino para que de él se aparte, y él no se apartare de su camino, por su pecado morirá él, y tú libraste tu vida.


Ezequiel 33:1-9
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