"La mayor necesidad del mundo es la de hombres que no se vendan ni se compren; hombres que sean sinceros y honrados en lo más íntimo de sus almas; hombres que no teman dar al pecado el nombre que le corresponde; hombres cuya conciencia sea tan leal al deber como la brújula al polo; hombres que se mantengan de parte de la justicia aunque se desplomen los cielos". Ellen G. White.
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Thursday, May 8, 2014
"Se desvanecerán sus visiones brillantes y sus falaces esperanzas"
Cristo declara que habrá una incredulidad análoga respecto a su segunda venida. Así como en tiempo de Noé los hombres “no entendieron hasta que vino el diluvio, y los llevó a todos; así,” según las palabras de nuestro Salvador, “será la venida del Hijo del hombre.” Mateo 24:39 (VM). Cuando los que profesan ser el pueblo de Dios se unan con el mundo, viviendo como él vive y compartiendo sus placeres prohibidos; cuando el lujo del mundo se vuelva el lujo de la iglesia; cuando las campanas repiquen a bodas, y todos cuenten en perspectiva con muchos años de prosperidad mundana,—entonces, tan repentinamente como el relámpago cruza el cielo, se desvanecerán sus visiones brillantes y sus falaces esperanzas.
Así como Dios envió a su siervo para dar al mundo aviso del diluvio que se acercaba, también envió mensajeros escogidos para anunciar la venida del juicio final. Y así como los contemporáneos de Noé se burlaron con desprecio de las predicciones del predicador de la justicia, también en los días de Miller muchos, hasta de los que profesaban ser del pueblo de Dios, se burlaron de las palabras de aviso.
El Conflicto de los Siglos, p.387.
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Thursday, January 28, 2010
Se Bendice A Los Que Velan

Bienaventurados aquellos siervos a los cuales su señor, cuando venga, halle velando; de cierto os digo que ceñirá, y hará que se sienten a la mesa, y vendrá a servirles. (Luc. 12: 37).
Dios advirtió siempre a los hombres los juicios que iban a caer sobre ellos. Los que tuvieron fe en su mensaje para su tiempo y actuaron de acuerdo con ella, en obediencia a sus mandamientos, escaparon a los juicios que cayeron sobre los desobedientes e incrédulos. A Noé fueron dirigidas estas palabras: "Entra tú y toda tu casa en el arca; porque a ti he visto justo delante de mí". Noé obedeció y se salvó. Este mensaje llegó a Lot: "Levantaos, salid de este lugar; porque Jehová va a destruir esta ciudad" (Gén. 7: 1; 19: 14). Lot se puso bajo la custodia de los mensajeros celestiales y se salvó. Así también los discípulos de Cristo fueron advertidos acerca de la destrucción de Jerusalén. Los que se fijaron en la señal de la ruina inminente y huyeron de la ciudad, escaparon de la destrucción. Así también ahora hemos sido advertidos acerca de la segunda venida de Cristo y de la destrucción que ha de sobrecoger al mundo. Los que presten atención a la advertencia se salvarán.
Por cuanto no sabemos la hora exacta de su venida, se nos ordena que velemos. "Bienaventurados aquellos siervos, a los cuales su Señor cuando venga, halle velando". Los que velan esperando la venida de su Señor no aguardan en ociosa expectativa. La espera de la venida de Cristo debe inducir a los hombres a temer al Señor y sus juicios sobre los transgresores. Les ha de hacer sentir cuán grande pecado es rechazar sus ofrecimientos de misericordia. Los que aguardan al Señor purifican sus almas obedeciendo la verdad. Con la vigilancia combinan el trabajo ferviente. Por cuanto saben que el Señor está a las puertas, su celo se vivifica para cooperar con los seres divinos y trabajar para la salvación de las almas. Estos son los siervos fieles y prudentes que dan a la familia del Señor "a tiempo. . . su ración" (Luc. 12: 42). Declaran la verdad que tiene aplicación especial a su tiempo. Como Enoc, Noé, Abrahán y Moisés declararon cada uno la verdad para su tiempo, así también los siervos de Cristo dan ahora la amonestación especial para su generación.
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Maranata, E. G. White, p.34.
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Saturday, January 2, 2010
Los constructores de la ciudad original

Al recibir la maldición de Dios, Caín se había retirado de la familia de sus padres. Había escogido primeramente el oficio de labrador, y luego fundó una ciudad, a la cual dio el nombre de su hijo mayor [Gén. 4:17]. Se había retirado de la presencia del Señor, desechando la promesa del Edén restaurado, para buscar riquezas y placer en la tierra maldita por el pecado, y así se había destacado como caudillo de la gran multitud que adora al dios de este mundo.-PP 67 (1890).
Durante algún tiempo, los descendientes de Noé continuaron habitando en las montañas donde el arca se había detenido. A medida que se multiplicaron, la apostasía no tardó en causar división entre ellos. Los que deseaban olvidar a su Creador y desechar las restricciones de su ley, tenían por constante molestia las enseñanzas y el ejemplo de sus piadosos compañeros; y después de un tiempo decidieron separarse de los que adoraban a Dios. Para lograr su fin, emigraron a la llanura de Sinar, que estaba a orillas del río Eufrates...
Decidieron construir allí una ciudad, y en ella una torre de tan estupenda altura que fuera la maravilla del mundo [Gén. 11: 2-4] .-PP 111-112 (1890).
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