Saturday, February 16, 2008

LA IGLESIA NO CAERA

LA IGLESIA NO CAERÁ


Sobre esta roca edificaré mi iglesia; y las puertas del Hades no prevalecerán contra ella. (Mat. 16: 18).


Los que guardan los mandamientos de Dios y la fe de Jesús experimentarán la ira del dragón y sus huestes. Satanás cuenta al mundo entre sus súbditos, y ha logrado el control de las iglesias apóstatas; pero he aquí un grupito que resiste su supremacía. Si pudiera eliminarlo de la tierra, su triunfo sería completo. Así como influyó sobre las naciones paganas para destruir a Israel, lo hará dentro de poco para estimular los poderes malignos de la tierra con el fin de destruir al pueblo de Dios. . . Su única esperanza [de este pueblo] descansa en la misericordia de Dios; su única defensa será la oración.


Los incidentes angustiosos que experimentó el pueblo de Dios en los días de Ester, no son monopolio de esa época. El revelador, al extender su mirada a través de las edades hasta el fin del tiempo, declaró: "Entonces el dragón se llenó de ira contra la mujer; y se fue a hacer guerra contra el resto de la descendencia de ella, los que guardan los mandamientos de Dios y tienen el testimonio de Jesucristo" (Apoc. 12: 17). Algunos de los que viven actualmente sobre la tierra verán el cumplimiento de estas palabras.


La ira de Satanás aumenta a medida que se acorta su tiempo, y su obra de engaño y destrucción alcanzará su culminación en el tiempo de angustia.


Satanás realizará sus milagros para engañar; tratará de que su poder sea supremo. Parecerá que la iglesia está por caer, pero no caerá. Permanecerá, mientras los pecadores en Sion sean zarandeados, el tamo será separado del precioso trigo. Es una pesadilla terrible, pero tiene que ocurrir. Sólo los que estén venciendo por la sangre del Cordero y por la palabra de su testimonio, se encontrarán entre los leales y fieles, sin mancha de pecado, sin engaño en sus labios.


Dios declara que hasta las madres pueden olvidarse de sus hijos, pero "yo no me olvidaré de ti". . . Dios piensa en sus hijos con la más tierna solicitud y guarda un libro de memoria para no olvidar jamás a los hijos de su cuidado.


Maranata, Ellen G. White, Pagina 30.

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