Ministros no santificados se están alistando en contra de Dios. Están alabando a Cristo y al dios de este mundo al mismo tiempo. Mientras profesan recibir a Jesús, abrazan a Barrabás, y por sus acciones dicen: “No a éste, sino a Barrabás”. Presten atención todos los que leen estas líneas. Satanás se ha jactado de lo que él puede hacer. Quiere destruir la unidad que debe existir en la iglesia y por la cual oró Cristo. Dice: “Saldré y seré un espíritu mentiroso para engañar a los que pueda, para criticar, para condenar, para calumniar”. Albergue al engañador y al testigo falso una iglesia que ha tenido gran luz, gran evidencia, y esa iglesia desechará el mensaje que el Señor ha enviado y recibirá los más irrazonables asertos, falsas suposiciones y falsas teorías. Satanás se ríe de la insensatez de ellos porque él sabe cuál es la verdad.
Muchos ocuparán nuestros púlpitos sosteniendo en las manos la antorcha de la falsa profecía encendida por la infernal tea satánica. Si se albergan dudas e incredulidad, los ministros fieles serán retirados de entre aquellos que creen saber tanto. “¡Oh, si también tú conocieses—dijo Cristo—a lo menos en este tu día, lo que es para tu paz! Mas ahora está encubierto de tus ojos”.
Testimonios para los Ministros, p.409.
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